domingo, abril 04, 2004

Domingo... tedio

Después de comer, tumbado en la cama, escuchando uno de los vinilos que me pillé esta mañana del Rastro al que suelo acudir: la Sinfonía en re menor, op. 48 de César Franck, en versión de la Orq. del Concertgebouw dirigida por Willem van Otterloo, un histórico de la orquesta holandesa. Enseguida, reminiscencias wagnerianas, compositor que entreví en otros cassettes, en otros discos, otras versiones de mi trayectoria matutina. El movimiento lento está lleno de misterios, hondonadas, revueltas anímicas: el arpa, las cuerdas punteadas, y luego el paso a una sección más viva, pero no menos poética. En el allegro final, se vuelve a la viveza del comienzo, esta vez el primer tema es el que domina, y con qué fuerza. Mientras tanto, el perro, Fofó, descansa bajo la cama, mi pequeña cama, en un hueco de no más de diez centímetros, entre la cama, la cortina azul y el armario empotrado. Cuando meto una mano para tocar su lomo peludo, saco algo de polvo, pelusas, unas hojas sueltas en donde, hace tiempo, anoté sueños, y más aún: unos coleccionables, de sellos del mundo, Mongolia, Malasia, países lejanos por entonces, antes de la globalización. Es extraño todo: también el músico francés, a finales del siglo XIX, podía ver todos esos países como regiones exóticas en donde aventurarse. Pero ahora todo esto es como una anécdota en el mar que todo lo abarca, lo empequeñece, pequeño mundo, en donde todo descansa, igual, pero áspero, sin alma.

El domingo es válido hasta cierta hora, a partir de la cual se convierte en un pozo, una estancia vacía, un lugar de modorra, sería mejor que todo terminase entonces, después de la comida, y ya hasta el día siguiente, el nuevo eón, pero sin esa melancolía del día-descanso. Esta música, tal vez, ayuda a pasar la jornada, las horas desvaídas, en que hasta los animales buscan el rincón más oscuro para resguardarse. Termino de leer, pero no del todo, la novela de Crumey: historias interminables, que no quiero que acaben... La inventiva a toda marcha, el narrador menos fiable que te puedas imaginar. La Imaginación al poder, esta vez sin triquiñuelas de juventud aburrida. L' ennui. Si la vida fuera un domingo eterno, el vértigo propuesto por Cioran. Hace tiempo.