miércoles, octubre 31, 2007

Un tal Brahms




Es difícil encontrar una versión mejor de esta obra grandiosa; obtuvo un premio importante, como se lee en la misma portada; es de 1981, digital, se escucha todo tan nítido que hasta se captan esos tintineantes triángulos, contra la feroz campaña de viento.

Es la música ideal para escuchar en este otoño, cuando llega la noche. En el crepúsculo, todo suena más realista.

Musicophilia, de Oliver Sacks

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martes, octubre 30, 2007

El canto de las almas




Janacek siempre me ha parecido entusiasta, y con estas dos obras, la Sinfonietta (que es una música de celebración al final de la II Guerra Mundial) y Taras Bulba, se alcanza la apoteosis. Y esta versión es especialmente brillante, aunque mi CD es especial, es una edición japonesa...
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Leo el nuevo Babelia que salió el sábado pasado: en portada, Jonathan Littel, una entrevista en el interior, que la hace Jesús Ruiz Mantilla; al final uno comprueba que es una entrevista rutinaria, que el escritor está harto de entrevistas rutinarias, y acaba diciendo que no tiene nada más que añadir. El entrevistador se quedaría alucinando..., ¡no me lo puedo creer!, diría, se ha quedado conmigo...

Pero en general, y salvo algunas cosillas que me parecen flojas, me parece positivo el cambio, y por primera vez me quedo leyendo la mayor parte de los escritos, tanto reseñas como artículos especiales, etc. Vuelve Muñoz Molina con sus excelentes textos, y hasta escriben sobre esa peli de Cronenberg, y ahí está Fernández Guerra hablando del espectáculo de Goebbels...
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No tengo nada más que decir: después del músico checo, Berg, y luego Boulez, Messagesquisse, para violoncello solo y seis violoncellos, una obra de poco más de ocho minutos, de finales de los años setenta, una vuelta de tuerca a la música concertante en su mínima expresión, juego de tempi, todo controlado, potencia...

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lunes, octubre 29, 2007

El canto de los sapos

Anoche, me dije, por fin un Juego de espejos que no es autocomplaciente. Eugenio Trías de invitado, su libro El canto de la sirenas (Galaxia Gutenberg) recién salido, casi mil páginas de historia de la música occidental en su versión culta. He leído antes dos diálogos (más o menos), uno en El Cultural y otro en Babelia, el primero es mucho mejor, como se puede comprobar, mientras que en Babelia no se entra en los autores, se queda todo en la monserga de la dialéctica música culta versus música de masas, qué aburrido. Pues bien, el espacio me decepcionó, ya que si Trías dedica casi una mitad del libro a los autores del siglo XX, que es el de mayor enjundia de toda la historia musical, en el programa de Luis Suñén volvieron a dominar los clasicones, los románticos del carajo. Claro, poner algo contemporáneo o siquiera "ruidista" le debe de parecer demasiado al presentador, dirá que eso para Música Viva que viene a medianoche, y tampoco. Nada de Boulez, ni de Stockhausen ni de Xenakis, hay que quedarse con el Cage más ensoñador, y encima una versión desconocida, Alberto Rosado y no Stephen Drury. Sí, quedan los clásicos, como Bartók o Stravinski, pero de éste una versión mala de Le Sacre. En fin, y los comentarios tampoco son muy originales, no sé si comprarme el libro, que debe de ser caro.
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Antes de hablar por teléfono me pongo a leer, en el suplemento Domingo de El País, un reportaje estremecedor, sobre una condesa sangrienta, la hermana del barón Thyssen (sí, Heini, el del Museo de Madrid), que junto a su marido húngaro invitaron a su castillo, en marzo de 1945 y con los rusos a las puertas, a una serie de "nobles", y luego se pusieron a beber y a bailar, y resultaba que había doscientos presos judíos, enfermos, en un sótano, y alguien dijo que había que divertirse, y estaba el jefe nazi y escogió a quince de los invitados, seguro que la condesa también, y fueron al sótano y dispararon contra ellos borrachos perdidos, y luego subieron y continuaron la juerga, y dicen que ella era insaciable. Y le gustaban los caballos, y no hubo juicio ni condena reales.

Algo huele mal en Austria, desde entonces.

Miro fotos de ella, una en ese castillo maldito, que ardió poco después de esa masacre, y adónde fueron los cuerpos de aquellos desgraciados.
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No hay ninguna música capaz de hacer olvidar ese horror, por eso me fastidia tanto que Trías escoja a casi todos del área germánica.

En Música de Nadie, sin embargo, Debussy, el Listz más ensoñador, Taira, Takemitsu, Hosokawa..., música de otra índole.
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Coetzee y sus reflexiones sobre la vejez, el deseo frustrado, la belleza imposible, la maldad del género humano, no tiene remedio.

Escribir se hace muy difícil.

Me pongo a leer otra historia, la de Sandoval, el anarquista que se mató a sí mismo, el que organizó la quema de la Modelo de Madrid, el que había nacido en el barrio de las Injurias.

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viernes, octubre 26, 2007

La novela es un cadáver

... y Coetzee, uno de los mejores escritores del momento, lo sabe, por eso en su última obra va más allá de un género que se le ha quedado rancio para tratar lo que quiere tratar.

Como antes Sebald, Coetzee se apresta ahora a experimentar con nuevas formas, y por eso decide dividir en tres partes la página y dedicar la parte superior a las reflexiones de su protagonista, un viejo llamado C; la parte de abajo, en la primera sección, está dedicada a la historia "novelesca", en donde C cuenta cómo conoce a una mujer joven y atractiva; a partir de que ella comienza a trabajar para él mecanografiándole lo que escribe, las reflexiones de ella ocuparán la parte inferior, la tercera franja de esta página marcada, mientras que lo que él piensa de la historia sigue en el medio, ahora cada vez con menos espacio. Y esas Opiniones Contundentes que se van haciendo cada vez más fuertes...



Coetzee ha escrito un libro valiente, otra vez, en estos tiempos de cinismo asqueroso. Traza un magnífico retrato de la mujer contemporánea, una guarrilla que sabe muy bien manejar sus armas, ese culo que sabe poderoso, una mujer que piensa en cosas pornográficas y desprecia todo intento de pensar en cosas más serias (eso es de plastas).

Venga, decidme que hay un libro mejor ahora...

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miércoles, octubre 24, 2007

Del otro mundo

Anoche estaba en una biblioteca que no conozco, y miraba un libro de Peter Sloterdijk que acababa de salir y tenían en un estante de novedades, cuando de repente escucho un tronar a través de la pared a mi espalda, una voz de ultratumba, que comienza en una jerga indescifrable, para luego conseguir escuchar claramente Animales Mundanos, entonces salgo despavorido y miro a la gente que me rodea, que parece no haberse percatado del asunto, trato de indicar a la señorita que hay algo extraño aquí, pero...
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Antes de descubrir el jazz ya me gustaba el jazz, me acuerdo de aquellas películas de Jim Jarmusch, en donde salía John Lurie, todo altivo, como si el mundo no fuera con él, un hombre pensativo, alguien un poco metido en sí mismo, extraños en el paraíso y vacaciones permanentes, y entonces un día en una tienda de discos veo un disco de un grupo llamado Lounge Lizards, extraño nombre, entonces me acuerdo de un sueño, anoche también, hay una serpiente por el camino por donde voy, pero ese reptil consigue irse al otro lado, pero luego aparece otra serpiente, y a ésta ya no consigo esquivarla, y...
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Me gusta que hayan dado el premio Ojo Crítico de poesía a Luis Artigue, con su poemario 1, 2, 3... Jazz. Es tiempo de jazz.
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Ya antes me evadía, me aislaba, pero cada vez encuentro menos lugares, menos espacios adonde refugiarme. Ya no hay libros que me gusten, apenas alguna película, el jazz puede ser una isla, un antro, la salvación, ahora que la música clásica me resbala, y sé, lo sé muy bien, que la aventurera no vendrá con su coche verde botella, para recogerme y marchar a ese espacio infinito, el lugar de los muertos.

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martes, octubre 23, 2007

Mujeres

Adondequiera que voy, hay una mujer.
Voy al kiosco habitual, y le pregunto a la merdellona que hay que si me puede reservar el periódico del domingo, El País para más señas, ya que trae un disco-libro de Héroes del Silencio, que han resucitado, estas cosas pasan (en su momento escuchaba sus discos noche y día, pero en casa de un amigo, el cual me hizo grabaciones piratillas en cintas). Pues bueno, la chavala no se aclara, me dice que no sabe lo que traerá el diario ese día, que me pase el sábado, le digo que el sábado me es imposible, entonces el viernes, hay que joderse.

Voy a la centralita de venta de entradas del Teatro Cervantes para sacar las entradas de los conciertos de noviembre, hay una mujer de esas reventadas que enseguida me echa para atrás, pues está vestida con uniforme de azafata de tierra, no sé por qué tiene que llevar ese ridículo conjunto azul-de-la-muerte, pero en fin, me siento y me indica los asientos que quedan libres, ya no muy buenos porque se vendieron poco a poco, estas cosas pasan; en fin, que pido uno que no me gusta y otro que no era mi favorito, hay que joderse. Tanto la merdellona de antes como ésta, tienen llamadas en esos momentos en que yo estoy, una dice que ahora no puede que tiene gente que atender, la otra pone voz de furcia para atender a un amante o amigote, se supone. Salgo de la cabina sin vuelo y me enfrento a un yonqui con cara de desesperación, me guardo bien las entradas y el dinero que me ha sobrado, diez céntimos, hay que joderse, pero por si las moscas, en Suiza tienen razón.

Adondequiera que voy, hay mujeres, también en la taquilla del autobús, y en la caja del Supersol, y siempre que voy al servicio de la puta estación de autobuses están limpiando, con todo el cacharrerío en la puerta, y tengo que salir despedido al otro extremo o aguantarme, hay que joderse. Si voy al Juzgado, las que me van a juzgar son putas mujeres. En el autobús de vuelta hay una chica muy guapa con unos ojazos azules que te nieblan y pelirroja encima, y se sube una tipa adolescente con el pelo enredado y pinta de sudaca por su color más bien chocolate, y a los pocos minutos está ligando con ella, le dice que sabe english, quiere que tenga las tardes libres para que participe en sus orgías, que se monta cámara conectada a internet, hay que joder y bien.

Por eso creo que me gusta tanto el jazz y la música contemporánea, porque son reductos masculinos, las mujeres rara vez acceden a ellos; y si les gusta el jazz, es esa pedorreta con voces femeninas del tipo Diana Krall o Norah Jones, eso ni es jazz sólo basura blanca. La música contemporánea es más rara todavía, por lo que nunca van a los conciertos a no ser que sea por invitación y con el conjunto listo para ligar, porque en Músicadhoy va gente rara y que es muy intelectual y a lo mejor se consigue algo bueno a cambio de unos ruiditos. Una vez conocí a una groupie de este tipo de música, una chica muy lanzada, que gustaba de hombres mayores, pero nunca tuve sexo con ella, lo nuestro era la palabra fina.

En fin, adondequiera que estoy hay mujeres, pero no hay satisfaction. ¿Es que no hay una jodida mujer amable que ocupe su puesto como tiene que ser, trabajando de forma atenta?

Porque de lo contrario el vuelo se convierte en una pesadilla, y hay que irse al zulo y escuchar a John Zorn a todo trapo.


Machine Gun, de Peter Brötzmann, un disco realmente brutal

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viernes, octubre 19, 2007

El Ojo Crítico y otras pedorretas

Ayer, en vez de aprovechar para hablar de la muerte del cine, y cómo se produjo, y sobre todo, de si tiene futuro el arte audiovisual o no, se invitó al programa a Iury Lech, un videocreador, que aprovechó casi todo el espacio que se le daba para hablar de su obra, que se expone hasta el día 20 de este mes en una recóndita galería madrileña. Y así, despachó a Peter Greenaway como un simple taxonomista, le achacó haber participado de la muerte del cine, ya que él también ha hecho ¡cine comercial!, y todo esto por pura envidia, ya que Iury Lech es conocido por su gente, mientras que Greenaway es uno de los mayores creadores actuales y ha hecho películas maravillosas, y lo que queda por venir. En fin, una ocasión desperdiciada. Por cierto, que si el videoarte sigue refugiado en las galerías, museos de arte contemporáneo y esas cloacas, lo veo difícil que llegue a ser un arte con mayúsculas.

Luego se habló de los diez años de EuskoDisney, es decir, el bendito Guggenheim que vino a lavar la cara al gris e idustrial Bilbao de los cojones. Diez millones de visitantes en diez años, salen muy bien las cuentas, total, los museos de arte contemporáneo son hoy lo que las catedrales en la edad media del mundo, lugares de visita obligada, ya nadie se confiesa, y los que administran esos lugares sacrosantos son economistas, no estetas.

Pero el remate fue insistir sobre el Arquibus en la sacrosanta ciudad de la Arquitectura y el Diseño, Barcelona qué mona: un bus turístico pero con más glamour, éste te lleva a conocer los Premios FAD en sus distintas ediciones, ellos se lo guisan y ellos se lo comen.

El día 1 estará Ludovico Einaudi en Málaga; el día 5 Uri Caine con Bedrock 3, ¡qué marcha!

Ya verás que no dicen nada del asunto.

En Punto Radio debaten sobre si un político tiene que parecer honrado aparte de serlo, por un nuevo caso de corrupción en Valencia, ¿y van?

En La Noche Cromática, benditos ellos, ponen el Concierto para cello de Elgar en versión de Jacqueline du Pré, ya que hace veinte años que murió este ángel, le acompañaba la Sinf. de Londres, Barbirolli, tengo ese disco, es fenomenal.

En la tarde escucho African Flashback por Louis Sclavis Trio: bendita música que me saca de mi rutina y de la miseria del mundo; música para viajar por un continente machacado.

Watson, el científico que junto a Crick descubrió la doble hélice, dice ahora que la raza negra es genéticamente inferior.

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miércoles, octubre 17, 2007

A veces la poesía

Poema roto

HUESOS de sombra
remecen su memoria de algas
en que se enreda lo que fue y no ha sido.

Para la luz, toda rosa es de oro,
y los cuchillos, hojas sin viento que mover.
Y se doblan.
Gime un pestillo que se niega
a ofrecer el umbral: de su trabajo
tan solo el mar conoce.

Son
lo que ya olvidaron y lo que nunca fueron
y recuerdan, a veces, en la luz incierta
como la bruma de un parque de París
por la que ella paseaba. Los árboles,
los otros paseantes, enganchados
en la niebla de aquel atardecer - lo he dicho
pero vuelve - nunca lo vieron.
Su traje gris
como una nube más entre las otras nubes.

JULIA UCEDA
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Lo escuché en El Ojo Crítico, el único programa de Radio 1 que merece la pena...

Y me duermo y tengo sueños violentos en que destruyo cosas, las cosas más cercanas, las que más tendría que amar...

... hay un abismo esperándome...

... nada de libros, ahora ya está bien con los recuerdos

José Luis Téllez antes del sueño, con la Ricercata de Webern basada en Bach

muchos discos esperando en el estante

la hora de la consumación

los hombres no sabrán nada de esto


Anna Margules, flautista maravillosa

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lunes, octubre 15, 2007

Antes del sueño

cansado pero todavía no lo suficiente como para no escuchar
un sonido de película, cine italiano de la nostalgia
música de Stefano Battaglia, la música del paraíso perdido
la música de nubes que pasan
mientras estoy cayéndome por un tobogán gigante
la feria ha terminado, por fin
y ella se ha ido
y la aventurera no aparece, una mujer que conduce por carreteras secundarias y paramos en tabernas y en tascas solitarias y nos emborrachamos y vemos el atardecer desde algún sitio desolado
el jazz es para las noches en que todo parece mentira
tal vez porque el mundo es insoportable y sólo así es posible una mísera aventura

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lunes, octubre 08, 2007

Por las noches me pierdo

tengo pesadillas y me meto en casas abandonadas que han pertenecido a la Iglesia, y son lugares de los que difícilmente se sale, y sin embargo vuelvo para buscar al perro que ha desaparecido, y en un balcón encontramos a un hombre que duerme al raso, está o parece dormido, es un mendigo que se tapa con una manta arpillera, es mi padre moribundo, mi madre lo coge en hombros, su rostro no es humano sino que parece el de un reptil antediluviano, y yo clamo al cielo ante la indiferencia de la gente por favor una ambulancia por favor una ambulancia...

escucho a Alvin Curran, piezas extrañas, paisajes sonoros para no perderse, sirenas de barcos, la risa de John Cage

en la noche suena un teclado magnético que señala las posiciones de la tierra encantada, hace frío y sin embargo es imposible perderse

y en la tarde del domingo el CD enigma con obras para Christian Dotremont, ese belga de los logogramas

las películas porno que están al acecho

el miedo al frío a no tener qué echarse encima,

busco a una aventurera una mujer que guste de perderse, que me haga perderme, la conciencia ya no existe, eso que busco en vano en el curso del tiempo, la mujer que se lanza y conduce hasta el final, y más allá de la curva hay un paraíso perdido

sueño con Carola, que le tiro piedras y se rompe su collar de perlas y esto es muy malo, noto que ella dice a sus amigos, y esto será el fin; veo su rostro tan hermoso, su nariz tan especial, echo de menos ese discreto encanto, sé que no volveré a verla, porque ella también está muerta

busco a una mujer de larga cabellera, con la piel tan blanca que es una delicia tatuar encima, una mujer que se sienta sobre la alta hierba y desaparece bajo los rayos de sol, y vamos a ver películas de los años cuarenta cuando el cine estaba en su esplendor, y vamos a ver una película sobre fantasmas que se llama Almas perdidas *, o algo parecido

me despierto con un ligero temblor, y con la suma alegría de estar de este lado y no entre las sombras de una casa abandonada, hay gente que corre por senderos, hay carteles gigantes de cine en paredes pintadas en vivos colores, hay una risa y una flor en su pelo, ella se llama (...), está tendida en la hierba, tan bella como una obra de Froberger



* La película se llama, ahora me acuerdo, Carnival of souls, y era elogiada en un artículo por una perdida, Elfriede Jelinek.

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jueves, octubre 04, 2007

Entonces / Ahora

entonces me iba por los campos con un libro de Wittgenstein y me dedicaba a soñar con el tiempo que vendría, porque iba a ser brillante e iba a ser mío, y nada importaba

ahora es la desgracia y el tedio en mitad de un vacío que no tiene fin ni lo tendrá, el infierno en una tierra seca

entonces iba a los cine-clubs y viajaba en coche y hablaba de películas mágicas, cuando el cine todavía existía, no sabía yo que era su gloriosa decadencia

ahora los videojuegos, pero también el jazz, pero no como me gustaría, en una ciudad fría del norte y llena de humo gris, y de árboles en parques sombríos y muy bellos

entonces era el sexo a cualquier hora y quedar luego animal triste y dormir o no dormir, pero no importaba mucho y era todo un domingo por la tarde hablando con Frédérique y luego las cartas y antes una noche de fantasías sexuales, dormir juntos como en una peli francesa de autor, era la delicia y el tormento

ahora es la desidia, el acto vano, el quedar nervioso al borde del desierto, el bochorno y la Filmoteca del cine Doré en donde ya nadie fuma, mejor, pero ese ambiente se perdió, me fijo en la decadencia y no tengo ganas de seguir, Santa Isabel ya no es mi calle

entonces íbamos a Salobreña, íbamos a conciertos y obras de teatro, cada noche una fiesta, cada viaje un aventura, hablábamos hasta el amanecer, tumbados en un parque de mala muerte, no esta belleza tonta

ahora el cemento y el duelo y el sentir que los días pasan entre la indiferencia del mundo

ahora la crisis de la mitad de la vida las fieras de la moda los aparatitos el internet que no comunica con nadie porque no hay nadie al otro lado

malditas pantallas

entonces era feliz en cualquier parte no había borracheras solitarias

entonces Snoopy

ahora el pobre Spencer que ni siquiera sabe español, en su silla de ruedas, con su padre que viene a recogerlo, el cartón de vino, la cerveza caliente

no el ron a primeras horas de la tarde

no la locura de Alois

el mal de África

ahora la muerte

Música de nadie para nadie que no escucha y el latido cada vez más débil, y los malos sueños

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martes, octubre 02, 2007

Al final del día

al final del día pongo la radio, están hablando y suena alguna canción entre medias, se trata de un poema que ha sido puesto en música por alguna gente, el poema es de Luis García Montero y se llama Aunque tú no sepas, que pertenece a su libro Habitaciones separadas. Un músico en el estudio, ahora no recuerdo su nombre, también escribió una canción basándose en él, Pequeño Cine Estudio, del que no se habla para nada en la canción, de ahí la extrañeza del presentador, y el tipo explica después que es un cine de Madrid, un cine secreto, que sólo conocen unos pocos cinéfilos, yo entre ellos, en donde se puede soñar despierto con los mejores autores. Y luego escucho el tema por Enrique Urquijo, con esa voz llorona e inconfundible, en un directo que hace llorar a los corazones solitarios. Y el poema queda resonando en mi cabeza toda la noche. Y antes en otro programa en otra radio, escucho un poema inédito de Antonio Gamoneda, y luego él mismo, con su voz ya rota, leyendo ese mismo poema que habla de la última transparencia.

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lunes, octubre 01, 2007

Laberinto del día

veo a la negra que cruza la calle va sola y va vestida de rojo, es un conjunto tan ceñido que la carne le estalla por todas partes, se le marcan las nalgas enormes el culo con el que seguro que hace ritmos insospechados, aunque esta panda de viejos seguro que imagina las peores pornografías a su lado

el domingo se acaba como todos los domingos, con la sensación de vacío, el fútbol como símbolo de todo lo necio y superficial de este mundo

pero antes puedo escuchar las sinfonías más hermosas, como la nº 88 de Haydn por VPO y Böhm; o la Séptima de Dvorak por la RLPO / Libor Pesek, y en la tarde todavía quiero escuchar algo diferente y algo que siempre importa, el concierto para violín de Brahms por David Oistrakh y la Orq. Nal. de la Radiodifusión francesa dirigida por Klemperer, grabación de 1961 mejorada digitalmente,

aunque el sonido no sea tan poderoso como en la grabación de la Octava de Shostakóvich por la Orq. Sinf. de Berlín dirigida por Kurt Sanderling (Berlin Classics, 1992), una grabación original de 1977 pero que también ha sido remasterizada digitalmente y que apabulla, simplemente. ¡Qué percusión, qué cuerdas graves, qué viento-madera! Se escucha todo, como si estuviera en la habitación, es la magia de algunas grabaciones, que parecen tan reales como la vida misma... Y Shostakóvich, que es todo él magia, la magia de una vida, como dijo Pancho aquella noche tras el concierto, me pasaría la vida escuchándolo...

... y W. Kempff tocando sonatas de Schubert, que puede parecer también superficial, espíritu calmo, sin complicaciones, pero que en las sonatas finales tiene un pathos muy romántico...

Me acuerdo de objetos que tuve, cosas que se perdieron por el camino, me encuentro con mi padre en sueños, tengo pasiones pequeñas, me invitan a una casa llena de prostitución (es lo malo de vivir en un lugar podrido, España en el puesto 22 de la corrupción mundial), me escapo pronto porque sé que ese lujo rezuma mierda y vicio, me escapo a la música, leo Tristes Trópicos, sueño con una vida que sería la de otro, y por lo tanto es como imaginar nuestra vida antes de nuestro nacimiento, quiero comprar Señas de identidad de Goytisolo, me voy de la tienda de los cuidados del cáncer, voy solo por las calles esquivando la miseria cultural, pienso en Madrid, deambulo por Santa Isabel, donde se instala mi ángel en un banco callejero, el sábado por la tarde aburrido en mi cuarto me imagino sentado en mi butaca de la Filmoteca, fila nueve, viendo alguna película de la historia del cine, yo no quiero esta vida, me escapo, huyo a los trópicos, el infierno del hombre blanco, estoy en una encrucijada, hay sonidos en otra dimensión pero no puedo captarlos.


Dimitri Shostakóvich

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