lunes, octubre 29, 2007

El canto de los sapos

Anoche, me dije, por fin un Juego de espejos que no es autocomplaciente. Eugenio Trías de invitado, su libro El canto de la sirenas (Galaxia Gutenberg) recién salido, casi mil páginas de historia de la música occidental en su versión culta. He leído antes dos diálogos (más o menos), uno en El Cultural y otro en Babelia, el primero es mucho mejor, como se puede comprobar, mientras que en Babelia no se entra en los autores, se queda todo en la monserga de la dialéctica música culta versus música de masas, qué aburrido. Pues bien, el espacio me decepcionó, ya que si Trías dedica casi una mitad del libro a los autores del siglo XX, que es el de mayor enjundia de toda la historia musical, en el programa de Luis Suñén volvieron a dominar los clasicones, los románticos del carajo. Claro, poner algo contemporáneo o siquiera "ruidista" le debe de parecer demasiado al presentador, dirá que eso para Música Viva que viene a medianoche, y tampoco. Nada de Boulez, ni de Stockhausen ni de Xenakis, hay que quedarse con el Cage más ensoñador, y encima una versión desconocida, Alberto Rosado y no Stephen Drury. Sí, quedan los clásicos, como Bartók o Stravinski, pero de éste una versión mala de Le Sacre. En fin, y los comentarios tampoco son muy originales, no sé si comprarme el libro, que debe de ser caro.
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Antes de hablar por teléfono me pongo a leer, en el suplemento Domingo de El País, un reportaje estremecedor, sobre una condesa sangrienta, la hermana del barón Thyssen (sí, Heini, el del Museo de Madrid), que junto a su marido húngaro invitaron a su castillo, en marzo de 1945 y con los rusos a las puertas, a una serie de "nobles", y luego se pusieron a beber y a bailar, y resultaba que había doscientos presos judíos, enfermos, en un sótano, y alguien dijo que había que divertirse, y estaba el jefe nazi y escogió a quince de los invitados, seguro que la condesa también, y fueron al sótano y dispararon contra ellos borrachos perdidos, y luego subieron y continuaron la juerga, y dicen que ella era insaciable. Y le gustaban los caballos, y no hubo juicio ni condena reales.

Algo huele mal en Austria, desde entonces.

Miro fotos de ella, una en ese castillo maldito, que ardió poco después de esa masacre, y adónde fueron los cuerpos de aquellos desgraciados.
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No hay ninguna música capaz de hacer olvidar ese horror, por eso me fastidia tanto que Trías escoja a casi todos del área germánica.

En Música de Nadie, sin embargo, Debussy, el Listz más ensoñador, Taira, Takemitsu, Hosokawa..., música de otra índole.
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Coetzee y sus reflexiones sobre la vejez, el deseo frustrado, la belleza imposible, la maldad del género humano, no tiene remedio.

Escribir se hace muy difícil.

Me pongo a leer otra historia, la de Sandoval, el anarquista que se mató a sí mismo, el que organizó la quema de la Modelo de Madrid, el que había nacido en el barrio de las Injurias.

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3 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Seguro que ya lo conoces, pero por si acaso: http://www.avantgardeproject.org/archive.htm

11:14 a. m.  
Blogger lukas said...

no lo conocía, muchas gracias!

10:13 a. m.  
Blogger Rain (Virginia M.T.) said...

Itinerarios musicales los tuyos,compartidos, lo que se agradece.

El éxtasis musical en medio del caos.

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Me ha interesado el artículo sobre Sandoval y quisiera ver el film.

6:15 a. m.  

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