jueves, mayo 21, 2009

Ritos de paso

Algunas pierden la virginidad en una discoteca, otros la pierden en una masía...

P.D. Ahora estoy leyendo otra vez a Sloterdijk.

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lunes, mayo 18, 2009

Antipop

Los libros para todos son siempre libros que huelen mal: el olor de las gentes pequeñas se adhiere a ellos. En los lugares donde el pueblo come y bebe, e incluso donde rinde veneración, suele heder. No debemos entrar en iglesias si queremos respirar aire puro.
(F. Nietzsche, Más allá del bien y del mal, El espíritu libre, # 30).

Es lo que decía Javier Marías en un artículo reciente, que ha podido caer en bajezas de mal gusto (de gusto vulgar) menos en literatura, ahí no se rinde a los títulos de moda, y juega con los títulos de varios.

Habría que cambiar "iglesias" por "centros comerciales", y la cita sigue siendo válida.

Matthew Shipp tampoco es el típico pianista de jazz, ataca los clásicos con la misma aspereza que un pianista que aborda una obra de Stockhausen o Boulez, por momentos parece que escucháramos Klavierstücke IX, pero el tema se llama Angel Eyes, o bien es East Broadway Run Down, y uno piensa que no todo está inventado...

Derek Bailey también conoce algunas baladas, pero no reconocemos la melodía...

Brad Mehldau en el Village Vanguard con su trío de entonces, ahí sí que nos recuerda a la tradición...

Y luego Bill Evans en el Birdland, en marzo-abril de 1960..., el presentador dice los nombres, en el Village se escucha el tintinear de los vasos, murmullo, luego se apaga, y del otro lado, alguien susurra un nombre de mujer, pero ya no existe.

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jueves, mayo 14, 2009

Embrujo (II)

Hay un embrujo en Facebook, algo que te hace adicto a esa red, aunque haya quejas por su intromisión en la privacidad de la gente, pero a fin de cuentas, somos los usuarios los que podemos decidir lo que queremos dar y lo que no. Leí este artículo de Elvira Lindo antes de entrar en Facebook, y la verdad es que es lo mejor de Internet en estos momentos. La blogosfera ya no es lo que era... Del autismo a los salones repletos de gente. El ¡Hola! de la masa, pues vale.

Y en la parte de atrás de esa caseta de chapa en donde los ángeles malagueños de la noche tienden una mano a los que viven en la calle, alguien ha garabateado:

ESTEFANÍA
PIJA KOMEPOLLAS
NO VENGAS +

En otro muro, alguien ha pintado:

ABAJO TUENTI
NO A LAS REDES DE CONTROL

(quiero hacer una foto)

Y llega la noche víspera de San Isidro, la gente se prepara para la romería de mañana. Hay ruidos que no sé descifrar. Mujeres con un misterio raro. Art Zoyd, Berlin, un disco más raro todavía. No puedes llegar de golpe y pretender que ya lo sabes todo. Cuenta, anda. Sentado, las tres de la tarde, Bruce Chatwin perdido en la Patagonia, ¿tienes hora?

Lo peor es descubrir que cumplir años es ir desgastándose, lenta, inexorablemente. Ya no sabe la cerveza igual que aquel primer trago de cerveza. Ya no huelen las rosas como antes. Las hormigas, el agua de una acequia, ya no te hipnotizan. Te vas muriendo lentamente. Los placeres adultos no relajan, cansan. Todo es con dinero, el dinero apesta. Las mujeres pierden atractivo, cuando has visto películas porno, todas lo hacen igual, ¡si al menos se pudiera follar con una de otro planeta! Y los muertos rondan, con ese ansia habitual, porque no pueden soportar a los vivos. Kafka ya lo sabía, el medio espectro.

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miércoles, mayo 13, 2009

Embrujo

Hay un embrujo malagueño, hay ángeles de la noche que ofrecen bocadillos y café caliente de ocho a diez de la noche, hay un ibis a 63 €, hay un paseo y apesta a pintura de río, es la hora de la libélula, mientras hojeo periódicos atrasados y veo el tiempo pasar y sé que ya no queda más tiempo, arde el cielo bajo los rayos incansables, me despierto con un grito congelado porque esa música fantasmal, ¿de dónde era venida, a quién llamaba? Sólo sé que no hay tiempo. Leo Campo Santo de Sebald: qué pena que se corte el viaje en Córcega; qué buenos los ensayos sobre otros escritores. Hay cruceristas por todas partes, crisis ¿qué crisis? los caballos apestan están por todas partes, hay un embrujo en Málaga...

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miércoles, mayo 06, 2009

El cuento de la feminista

Hace días que estoy leyendo El cuento de la criada de Margaret Atwood, pero no es una lectura de la que disfrute, porque constantemente tengo que reprimir las ganas de abandonarlo, por el tinte feminista que desprende. Me gustaría pensar que es sólo una obra de ficción, pero el regusto a panfleto se sobrepone. Cuando la narradora evoca a su madre, es simplemente demasiado obvio, y cuando está con el Comandante, en esa ambigüedad que es lo mejor hasta el momento, también trata de demostrar la Idea. Y la Idea es: las mujeres vivían libres, pero vino la Reacción, y ahora las mujeres viven como en la Edad Media, divididas según sus "actividades", con sus colores de ropa distintivos, y sometidas a los hombres. Pobrecitas, pasaron del libertinaje a la encerrona. De luchar en favor del aborto y de romper escaparates de sex-shops, pasaron a la clandestinidad. Es este tufo el que no aguanto. Por lo demás, no está mal, la narración es eficaz y hasta tiene momentos brillantes. Voy a terminarla, pero desde luego, esta mujer no recibirá el Nobel, para eso ya se lo dieron a Elfriede Jelinek, que es feminista pero de escritura más radical.

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