viernes, junio 30, 2006

Alta desidia


Y termino de leer la obra de Haddon, sobre el niño con síndrome de Asperger, y es una pena, porque no hay libro igual. Y comienzo a leer éste de Nick Hornby (Indigo, 1996), sobre un tipo que recuerda, que recuerda aquellos maravillosos y asquerosos años de la juventud, cuando salir con chicas era toda una aventura; y el libro va de un fanático de los vinilos, como soy yo, pero son vinilos de música pop-rock, no de clásica, y es una pena. Y hay muchas palabrejas de la jerga londinense o vete tú a saber, y tengo que mirar de vez en cuando el diccionario, el Collins. Y no me siento bien, creo que tengo de nuevo fibromialgia, y siento que me voy a derrumbar. Y cuando sueño, sueño con una mujer maravillosa, que hay aventuras espléndidas (también hay un tipo borracho, y me veo saltando una valla, y más cosas que se han evaporado, como una niebla a lo largo de la mañana). Y esa mujer es mucho mayor que yo. Y en la noche escucho a un grupo de Pamplona que se llama Lehendakaris Muertos, con un tema que se titula Guantánamo, de un disco que se llama Se habla español. Y me gustan mucho, porque dicen que Guantánamo, no-no-no que es Cintruénigo, y por si no se sabe, Cintruénigo es un pueblo de la Ribera navarra cerca de Tudela, en donde hay un restaurante muy bueno que se llama Maher. Y el cantante dice que se siente encarcelado y que tiene que llamar a su abogado, y que por los altavoces lo torturan con jotas. Aunque peor es escuchar la música de Claudio Prieto. Y hay obras que se multiplican como setas, por lo tanto no se pueden abrir las ventanas. A Chistopher lo que no le gusta es que en esa habitación de su madre no haya jardín, y hasta el baño es compartido, de esos que tienes que salir al pasillo y que la gente guarra llena de mierda por todas partes. Y cuando voy al servicio de la playa veo que han escrito que si quieres que te la ch... o foll..., aquí a las 12 h. de la noche. Y pienso en la hora tan incierta que es, cuando yo ya duermo, como la buena gente, y lo que hará la gente a las doce de la noche. Y no tengo ganas de nada porque ahora entra morralla nueva, y hasta el 16 de agosto no tengo vacaciones. Y es un poco jodido, sí. Y que me voy.

jueves, junio 29, 2006

Redecora tu vida II

La verdad es que EL MUEBLE es de las mejores revistas de decoración, en mi opinión, que se editan en este país, y sin embargo me parece que deja bastante que desear.

El fallo principal que le encuentro es que todas las casas son como clonadas. Todas son estilo colonial, con las paredes en beige, los sofás en beige... todo es beige!!! Ni siquiera ponen cuadros o maceteros o cualquier cosa que rompa el beige.

También creo que cometen un error poniendo casi siempre casas enormes, menos cuando hacen algún especial del tipo "como aprovechar una casa de menos de 100 metros", vamos, que da la sensación de que cualquier casa de menos de 300 metros es una mierda, que es como vivir en condiciones infrahumanas.

Otro tema es que las casas (o la casa, para ser más exactos, porque vista una, vistas todas) están muy trapicheadas para que queden bonitas, pero si te fijas no verás nunca ninguna de esas cosas necesarias pero poco decorativas, como el teléfono (a no ser que sea de diseño), el ordenador (a no ser que sea un portátil último modelo) o la tele (si no es de plasma 42', claro).

Lo de llenar los cuartos de baño de peluches me parece el colmo, porque es una guarrada meter peluches en un baño.

Además está la "decoración extra", que son esos detallitos que ponen en absolutamente todas las casas, como las bolas esas de madera que ponen encima de todas las mesas de centro (no me creo que todo el mundo tenga las mismas bolitas).

Encima me parece que los dueños de las casa sólo quieren fardar, porque de repente van y te plantan un vestido de moschino o un bolso de hermés ahí en el medio de una habitación sin venir a cuento para nada, simplemente para que todo el mundo vea que la buena mujer tiene un bolso de hermés. Me parece muy triste.

Luego está el tema de que la mitad de la revista son anuncios, que se las trae...

Pero bueno, por no poner sólo pegas, diré en favor de la revista que por lo menos no es como MICASA, que sólo ponen muebles y objetos de esos malos, sino que te ponen muebles de calidad.

Además está muy bien el hecho de que pongan los precios de todos los artículos y la tienda en la que se han adquirido, por lo que te haces una idea de las tiendas en las que puedes encontrar cosas para tu casa (eso sí, el 90% son de Madrid o de Barcelona y casi nunca se acuerdan de las tiendas pequeñas, sino que van siempre a los centros grandes).

En definitiva, me parece que comprar una algún día porque trae un especial sobre pintura o sobre cortinas o sobre algo que te interese está bien, pero comprarla todos los meses me parece una pérdida de tiempo y dinero, porque si lo que quieres son ideas para decorar tu casa, basta con mirar una página.

(opinión de "cinqui", con la que estoy de acuerdo.)

miércoles, junio 28, 2006

Flujos de tiempo, IV


Esta es la primera edición que conseguí de esta novela que leo ahora, la que leo no es la de esta portada, sino otra de Vintage, 2004. Sea como sea (también está traducida al castellano), es una historia divertida pero en el fondo triste, sobre todo en el capítulo 157 (no se alarmen, el libro no es tan largo, es que Christopher numera basándose sólo en los números primos). Lo que al principio él origina como una investigación "inocente" sobre un chucho muerto, el caniche de una vecina, poco a poco se va enrevesando, y llega un momento en que hace un descubrimiento que cambiará de alguna forma muchos de sus esquemas, esos rígidos patrones por los que se desliza su frágil existencia. Lo que él separa en compartimentos estancos, la razón y las emociones, o la intuición, o el misterio y lo que no se explica por los números y las leyes naturales, llega un momento en que se mezcla, y también en su cabeza, y como le suele suceder, cuando esto pasa, grita, patalea y se cierra al exterior, pero no es así como una persona normal tendría que reaccionar. Porque la vida, la puta y dichosa existencia, se compone de todo eso embarullado, y quien pretenda vivir con sólo un hemisferio cerebral activo, ése se dará muchos golpes, y bien que le están.

P.D. España, vales menos que el peo una puta.

martes, junio 27, 2006

Flujos de tiempo III



Ahora estoy leyendo este libro.

La voz narrativa es singular, es lo menos que se puede decir de este chaval de quince años que es un hacha con las matemáticas y todo lo referente a la ciencia, pero que por lo que respecta a los sentimientos y las emociones, es bastante lerdo. Tiene el llamado síndrome de Asperger, que me recuerda a ciertas cosas mías de cuando yo tenía esa edad, o un poco menos.

Está en plan detective averiguando quién mató a Wellington, el perro de una vecina, y por el camino descubre algunas cosas poco agradables. Lo que pasa es que tanto la muerte de su madre como ese descubrimiento primero le traen un poco sin cuidado. Lo que no está presente no cuenta.

Es divertido, realmente.

En la radio, escucho a Agnès Varda, que ayer tarde estuvo en la Filmoteca presentando y debatiendo sobre sus dos películas sobre los recogebasuras. Me encanta lo que dice.

En la Clásica, Madame Butterfly de Puccini, no soporto la ópera verista.

Jartito ya, del juez Grande-Marlaska, y su afán de notoriedad, cuando le quedan cuatro días en la Audiencia Nacional. Tras la entrevista en El País Semanal, y su revelación de que es gay, y que su marido se llama Gorka, ahora se entienden muchas de las cosas que pasan.

viernes, junio 23, 2006

Redecora tu vida

Como no sólo de literatura vive el hombre, en los últimos días estuve hojeando varias revistas de decoración e interiorismo, y se me ocurre hacer un pequeño resumen de ellas así como de alguna conclusión precipitada.

Living DECO, nº 2 (2006). Una revista-tocho que es bastante reciente, con un diseño muy cuidado (se hace desde la capital del diseño, claro), publicidad de firmas italianas por todas partes, y varios contenidos interesantes, pero con una impresión final de pura frivolidad, sin nada realmente importante. Dossier vivir solos (viviendas para singles); complementos a todo color (qué bien pintas, Manolita); casas con personalidad (sí, muy posmodernas, qué afortunados esos ricachones); camas de diseño (con lo bien que se está estos días tumbado en la arena); estanterías imaginativas (mira por donde, ninguna me viene bien para mis libros). En fin, vale sólo 0,45 €, pero mejor tirar ese dinero en una bolsa de caramelos o una tabletita de chocolate, ¡o un vasito de helado!

Cosas de casa, nº 114, la revista de decoración más vendida, reza en su portada, y será verdad, porque frente al snobismo de la otra, aquí lo que predomina, frente al puro diseño y el Concepto, es la parte práctica, con ejemplos de los propios lectores, y muchos consejos útiles. Hasta se detallan los gastos de cada reforma, por no hablar de una mayor modestia en papel, fotos, etc.

Casa Viva, nº 108 y 109. Pura publicidad y snobismo. Pocas ideas para gente normal. Todo super artificial. Un tocho impresionante en papel cuché.

Nuevo Estilo, nº 338 y 339 (también he mirado otros más viejos, el nº 293 y 291). Ejemplos de casas muy variadas, muy bien mostradas y explicadas, con planos-guías y resumen de las ideas de los decoradores. Como las otras, no olvida el directorio de tiendas, al final. Es la mejor de todas, sin duda.

Casa y Jardín, nº 290 (de 2001). Demasiada publicidad, poco útil; pocos ejemplos de casas, y muy diversas, sin mucha coherencia. Al final, una pequeña sección de jardinería.

Espacio --la revista de decoración de Telva-- (nº 3, nov. 2000). Pequeña pero útil. Sección sobre casas contemporáneas y con personalidad y otra sobre cocinas.

El Mueble, nº 480 (2002). Algo cursi. Mucha publicidad. Sin embargo, premio ARI a la mejor revista de decoración. Los números recientes, que también he visto, abundan en esta modalidad de cursilería, propia de moradores de la sierra norte de Madrid. Yo creo que quedarán pocas casas por ahí que no hayan sido mostradas en la revista, que es otro tocho impresionante. Trae especiales y dossiers especiales de vez en cuando, una vez al mes al menos.

Interiores --ideas y tendencias. Año I, nº 2 y 10; año III, nº 30. Se divide en tendencias (un catálogo de muebles y complementos) y espacios, repaso a algunas casas, con ideas útiles, como en el último número, dedicado a pisos de pocos metros (sí, esto sí que es algo realista). Es otro buen ejemplo de cómo gastar 1,80 €.



Tampoco quiero olvidarme de esa colección de decoración de El País, con ideas para casa y jardín, que en pequeños volúmenes (mal encuadernados, en fin, qué le vamos a pedir a una cosa de diario), nos dan muchas ideas sobre cómo poner la casa al día, con ejemplos de bricolage incluso, aunque esto no es para mí, que soy un desastre con esto de las "manitas".



Las conclusiones que saco de estas revistas (también hay que comentar los especiales del País Semanal sobre decoración, cada tanto tiempo): que la mayoría son pura frivolidad, irreales, que muestran casas que posee un 2 % de la población a lo sumo; que no sé si considerar lámpara el modelo Jazz, de Vibia, creo; que las sillas Tullip de Saarinen, que se repiten en más de una, son un horror; que todas las preciosas casas tienen un jardín o terraza que te cagas, es como si los bloques de viviendas pegados de las grandes ciudades hubiesen sido borrados del mapa, y si sale algún apartamento, es con vistas a un Grand Hotel o a la iglesia Santa María del Mar de Barcelona. Que los lofts están de moda y son magníficos, qué suerte los singles que se los pueden permitir (aunque eso de usarlos para exhibir obras de arte, pues que muy bien, pero supongo que una casa es para algo más). En fin, que la vez que muestran una casa medio normal, como un piso de Zaragoza reformado para que tenga aspecto de loft, no explican cómo han hecho para conseguir tal milagro. Que lo que importa es el concepto, que si vienes de la ópera no pongas música, que es hortera, y qué bien la pintora que tiene ese estudio en su casita del campo, y que ese hotel de Maastricht es un horror kitsch por muy posmoderno que sea, y tal vez por eso (menudas fotos en la cabecera de la cama y en el baño, para salir corriendo).

Que La Oca tiene unos complementos muy chulos, que la mujer de su catálogo 2006 es una chacha in, y que Ikea nos sugiere redecorar nuestras vidas, aunque en el fondo todo siga igual de pésimo, y uno tenga ganas de llevarse a más de uno por delante. Y que ¡a por ellos!, como iba diciendo el imbécil de la calle.

miércoles, junio 21, 2006

Volver a las andadas

Vuelvo al Territorio Soler, una vez más, con su última novela, El sueño del caimán (Destino, 2006).

Vuelvo a lo ya conocido, a personajes que están en su lucha, en su exilio, en su final de etapa, en ese país-no país llamado Canadá, Toronto, un recepcionista de hotel, una habitación especial, una sombra del pasado que vuelve, porque siempre se vuelve.

Poder de síntesis, pocas palabras bastan para recrear ese pasado, el cuerpo es un vergel, es un conglomerado de células, ¿o es algo más?

Hoy, en el Día Europeo de la Música, la misma música de siempre, ya no hay conciertos, ya no hay magia.

A veces, un poco de radio, pero no basta, y cada día es algo menos en el total.

Y contando..., la cuenta atrás.

lunes, junio 19, 2006

Historia de una zorra

Tal vez alguno se acuerde todavía de Une liaison pornographique, una película francesa que me dijo muchas cosas en aquellos momentos críticos de 2000. Pero a pesar de su título, era una historia realmente de amor, aunque al principio empieza con otra intención. Aquí, en esta novela de Vargas Llosa, se trata realmente de una historia pornográfica, la de la niña mala y el niño bueno, a lo largo de cuarenta años, desde que eran adolescentes hasta finales de los ochenta, en Madrid. Ya el autor ha dicho que no es una historia de amor romántico, sino un amor contemporáneo. Desde luego, cínico, itinerante, sin palabras cursis (huachaferías, como dice ella), sólo cuentan las aventuras salvajes y la fuerte tendencia sadomasoquista de los implicados. Un amor destructivo que llega a su clímax en Japón, cuando ella está esclavizada por el mafioso Fukuda, que le hará perrerías delante de sus amigotes. Con el culo y el coño destrozados, durante largo tiempo buscará el consuelo de su perro fiel, hasta que da con él, que la cuida y le presta dinero para que la atiendan bien en una clínica privada. Es en esos meses de convalecencia, ella herida y dolida, que se da lo más parecido a una relación burguesa de antaño. Pero apenas recupera fuerzas, ella se lanza de nuevo al juego fatal, que está a punto de desencadenar un suicidio. El decisivo capítulo V acaba con toda una declaración de intenciones:

--Tú nunca vas a vivir tranquilo conmigo, te lo advierto. Porque no quiero que te acostumbres a mí. Y, aunque vamos a casarnos para arreglar mis papeles, no seré nunca tu esposa. Yo quiero ser siempre tu amante, tu perrita, tu puta. Como esta noche. Porque así te tendré siempre loquito por mí. (p. 286).


Madame Bovary, una osita amorosa a su lado.

"Travesuras" es un eufemismo ridículo, porque lo que ella hace merece otros nombres: zorrerías, putadas, crueldades, actos de un cinismo insoportable. Por desgracia, este personaje no es sólo eso, una fantasía, sino que su modelo real está por todas partes. Los dioses nos libren de estas aventureras.

El capítulo VI supone un viaje a los orígenes, y ahí, en la Lima tan cambiada, el narrador consigue hablar con su padre, Arquímedes, el constructor de rompeolas. Por él conoce algunos datos de la infancia de Otilia, ¡así se llama la que ahora es su mujer!, y desentraña al fin el puzzle de esa vida escurridiza y trepadora. Ahora por fin entiende la vida que ha llevado. Es el anticlímax perfecto, y cuando empieza el capítulo final, ambientado en Lavapiés (ese barrio Babel de Madrid), encontramos a Ricardito con su nueva vida, junto a una italiana, Marcella, escenógrafa teatral (curiosamente, el teatro es la pasión primera y última de VLL), que no puede ser más distinta a la peruanita zorrona. Como suele suceder en otros capítulos-novellas anteriores, arranca de golpe y luego vuelve a modo de flash-back, a contarnos lo que ha pasado en ese lapsus temporal. Al parecer, la última despedida de la zorrita ha sido la definitiva, de nuevo le ha hecho la pirula. De alguna forma, eso era también el fin de la ilusión de una vida feliz, en París, la ciudad burguesa por antonomasia. Me quedan unas veintintantas páginas por leer y todavía espero una sorpresa, en esta novela maravillosa que me ha tenido ocupado buena parte del fin de semana.
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En Radio Clásica, ayer domingo, me pongo a escuchar un programa ya empezado, que dan de 13 a 14 horas. Si normalmente el presentador es neutral y no hace comentarios de valor sobre las obras que pone, aquí es todo lo contrario, el que habla está dando una paliza a un compositor frustrado (sic), del que recoge algunas declaraciones que aparecieron hace un tiempo en el Babelia. Es fácil adivinar de quién se trata: Michael Nyman, el rey no del piano sino de los vanidosos, que es incapaz de entender que las críticas negativas hacia su trabajo tienen que ver con la pésima calidad de éste, y no de una confabulación universal contra él. Aunque reconozco que durante un tiempo escuché su música y hasta pasé buenos ratos, por eso tampoco creo que merezca el calificativo de "boñiga", algo que también habría que aplicar, de otra manera, a muchos otros de la vanguardia más hartante.

Ya por la tarde después de comer, Mozart, siempre Mozart, por Andras Schiff: su sonata para piano con la marcha turca final, esa aparente sencillez y gracia infinita; el concierto para piano nº 6, K. 238, o el Rondó en Re Mayor, fueron las piezas que se escucharon, mientras en los interludios el propio músico habla de la música de este genial compositor, caricaturizado en esa película llamada Amadeus.
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Y el Mundial, claro, inevitable. Descubro que lo dan íntegro en Punto Radio, así que como ando sin TV (y tampoco por aquí se coge La Sexta), me quedo a la escucha. El sábado juega Italia contra Estados Unidos, por la noche, es un partido bronco, como se temía, en donde un jugador italiano, De Rossi, es expulsado por una entrada fatal a un contrario. Italia juega mal, muy mal, y la resistencia física de los yanquis hace que el partido acabe con empate a 1. Ayer domingo, Brasil tampoco demuestra buen juego, más bien al contrario, y sólo puede ganar 2-0 a Australia, que merece al menos un gol. Entre los comentaristas hay una brasileña que dice vivir ya 14 años en España, pero lleva a la canarinha en su corazón, y en vez de analizar el partido, como corresponde, se deja llevar por lo sentimental más ramplón, algo que le dicen los otros hacia el final, pues sus emanaciones son ya insoportables. Como leo hoy en El País, Brasil es un equipo mercantilizado, en donde hasta su juego está patentado ("juego bonito", pero en portugués), así no se puede hacer nada natural, todo es falso, individualista, el equipo es un batiburrillo que depende sólo del golpe de tacón... o de suerte. Hay otro comentarista que se sabe las equipaciones del mundo entero, me hace gracia su voz y su pedantería anecdótica, aunque se agradece como contrapunto dulzón frente a la pedantería técnica de un tal Jorge, el típico porteño analista que echa por los suelos toda la tontería sentimental. Por la noche, Francia va ganando a Corea del Sur todavía, cuando lo quito, y luego en Ars Sonora resulta que dan una obra radiofónica de un argentino que ha vivido en Alemania, que se llama José Mataloni, La rueda de la fortuna, la cual espero que acompañe a España esta noche.

viernes, junio 16, 2006

Flujos de tiempo (II)

Y los rumanos duermen al fresco donde pueden, con el acordeón ahí al lado de sus cuerpos cansados por este calor que no perdona. Me voy hasta la fuente, me siento en un banco, leo un poco, pero es imposible con este jaleo, ahora pasa una manada de gilipollas con la bandera blanca y azul, Argentina ha debido ganar en otro de esos partidos descompensados, porque si Inglaterra tuvo que luchar para ganar a Trinidad y Tobago, entonces es que no hay muchas ganas de jugar, y ahora va a resultar que España es la mejor... Campeones, campeones...
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Ha muerto Gyorgy Ligeti, uno de los grandes compositores del siglo XX: estaba muy enfermo y esto iba a pasar de un día para otro.
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La novela de Vargas Llosa está muy bien escrita, se demuestra una vez más su dominio del idioma y de la trama novelesca, pero me resulta difícil soportar el personaje de la "niña mala", su pérfida personalidad, su cinismo rampante que aumenta con las décadas (en la encarnación como Mrs. Richardson en el Londres hippie es ya el colmo del pragmatismo, no hay que olvidar que estamos en la ciudad de los negocios, pero ella al parecer hizo uno muy desafortunado con este tipo que se dedica a la bolsa, oscuros negocios, y que la lleva a vivir a Newmarket, ese lugar aristocrático entregado en cuerpo y alma a los caballos). Esta mujercita, en realidad, que uno no se explica cómo puede ser tan mala, tan sin corazón, egoísta al máximo, que se ve muy claro cuando se dispone a hacer el amor (a follar en habitaciones de hotel con un desconocido que le es grato por momentos): ella abre las piernas, pide sexo oral, él se lo hace muy a gusto, y luego quiere que él la penetre, y esto con una mano sobre sus ojos, para no ver no sentir, no dice nunca las palabras que él desea, y que se enfada cuando algo no sale bien, cuando una vez él no acude a la cita porque tenía que trabajar. Entonces, él trata de ser perdonado, ella hace unos gestos que le hacen creer a Ricardito que ella se entrega, y al decirlo, ella se enfada y toma su venganza, la dulce venganza de todas las zorritas como ella, se marcha a Japón, se siente geisha la muy zorra. Ella detesta que alguien crea que ella es importante en su vida, todos los hombres le son prescindibles, los usa para su seguridad, el dinero sí da la felicidad, y si se equivoca de caballo, siempre puede elegir otro... Qué asco, me hace pensar en alguien como ella, la wendolina que conocí, con sus aires de grandeza, esa chica de pueblo (las pueblerinas y las de bajo linaje son las peores), que también amaba todo este glamour de otra vida, que si montar a caballo, que si los toros, los malditos toros de su padre el politicucho, que dijo que se retiraba de la política para cuidar de sus hijas, como ese Bono de mierda. Wendolina, con su cuerpo esbelto de chica de Coke light, con su meneo de caderas, su sexo vulgar y corriente y virgen hasta los veinticinco, con su engañabobos de hacerlo sólo cuando pasara un año, ¿cuando me presentaras por fin a tu sociedad?, tan llena de prejuicios, esa tontería del ochenta por ciento de las veinteañeras españolas, por otra parte.

Todo esto me da tanto asco...

jueves, junio 15, 2006

Flujos de tiempo



En la radio está cantando Thomas Hampson, el gran barítono norteamericano, natural de Indiana. Es por ello que se siente realmente cómodo en el repertorio (poco conocido por aquí) de canciones americanas, como las de Samuel Barber, Charles Ives, Copland y otros autores menos conocidos o simplemente desconocidos. En la primera parte se ha decidido por el repertorio alemán, por los Liederkreis op. 35 de Schumann. Como el público aplaude entusiasta, decide hacer dos bises, el segundo Roses of Picardie. Es un recital en donde se demuestra que esto es cosa de dos, y que el pianista W. Rieger es todo un maestro, así que él decidió al final retirarse para que la gente aplaudiera sólo a él. Y con un gesto de sus manos señaló que ya no iba a cantar más. Por cierto, que alguien del público, del conservador público barcelonés del Liceo, quería algo de ópera, del Barbero. A la mierda la ópera: hay tanto por cantar, que esos numeritos fáciles sólo quedan para los Tres Tenores y gente de esa calaña.

Kimsooja ha realizado en el Palacio de Cristal del Retiro una intervención que es etérea, maravillosa, Respirar :: una mujer espejo, en donde todo el suelo se cubre con material reflectante, y todo alrededor resuena con su respiración pregrabada, al principio suave y poco a poco creciendo hasta resultar agobiante. Los visitantes, un máximo de veinticinco cada vez, han de quitarse el calzado y ponerse unos calcetines que da la organización, para no dañar lo que es tan frágil. Apenas comienzo a pisar y miro al suelo, siento vértigo, al ver reflejada la cúpulas, y allá abajo la inmensidad de pozo, el sentimiento de caer, de no tener ya asideros, porque el cielo está tan cerca...

Tanto en este mediodía de domingo lleno de gente con críos, como en el sábado al mediodía en la Feria del Libro, una cabeza, una mujer que la va de progre. En las casetas del Paseo de Coches, llega una tipa con una sombrilla (antes la hemos visto por un sendero), la abre, ella va de negro, tiene unas feas manchas en la cara, es feísima en realidad, como todas las que van de fashion por la vida. Le dice a su acompañante que ella ya tiene todos los libros, así que para qué va, pienso. En su bolsa también negra ha pintado en blanco unas letras feas, algo sobre un concierto de Los Ramones en un club de NY, y vete tú a saber. El domingo, en la cola delante de nosotros, está una tipa que es francesa al parecer, con una cabellera de rizos que casi hace desaparecer el resto de su figura, más bien leve, es una cabeza peluda y de color indefinido, es una hippie que se quedó en el camino, es bollera además. Luego, cuando estamos tirados en la hierba, del otro lado, mirando el surtidor y los árboles que crecen dentro del agua verdosa, la vemos de nuevo, ella y su amigota más guapa y más actualizada, y pensamos, no pensamos nada, porque en ese momento aparece por el este un tipo con una garimba en la mano dando voces, Payaso, que eres un payaso, no te digo otra cosa porque me contengo, pero está claro que no se contiene, y la policía local pasa en su coche, y nosotros tenemos que irnos ya a Lavapiés, porque hemos quedado en ir a comer al Bombay Palace, en donde al llegar vemos que casi todo está ya lleno, mesas grandes de norteamericanos, cerca de nosotros hay un grupo de siete u ocho comensales, casi todos obesos, hay una mujer que se sale del asiento, cuando les traen las viandas se dan la mano, cierran los ojos y se ponen a rezar, malditos religiosos, pero al menos son gente educada, y no pega voces, cosa que no se puede decir de los españoles en su mayoría.

Los partidos de España en el Mundial los veré en un bar de ingleses, porque el vocerío y la vulgaridad de los españoles me repatea.

Yo ya no vivo en España, para lo que cuenta.

La nueva novela de Vargas Llosa, Travesuras de la niña mala (Alfaguara, 2006) es la historia de una cínica de nuestro tiempo, una mujer que se hace pasar por quien no es, ya sea chilenita falsa en Miraflores (Lima) en los años cincuenta cuando es una pendeja; o una falsa guerrillera que se va a realizar un entrenamiento, cuando el narrador la encuentra años después en París; o la señora de Robert Arnoux, una puta fina que se relaciona con el tout Paris mientras juega a ser amante del traductor de la Unesco. Si en ese primer capítulo VLL nos fascina con su uso de la jerga local, en los demás capítulos que vienen el movimiento de los personajes parece de manual, todo eso nos suena a ya visto, ese París tan transitado, tan deseado, tan estudiado... Pero de todas maneras, está bien que retrate a una tía tan de nuestra época, una estrecha sexual, una wendolina como la que conocí en 2000, una aventurera y pragmática, una putilla del tres al cuarto que sueña con la gran vida, para ocultar sus orígenes tan pobretones, como esta Mar Flores que es el ejemplo perfecto en la realidad.

Bueno, al menos me divierto paralelamente con Tom Sharpe y su Exhibición impúdica, la crueldad y el humor más bestia, el juego con los equívocos, la galería de personajes a cual más patético.

martes, junio 13, 2006

Naturaleza

En la nueva edición de PhotoEspaña2006, que se puede ver desde el 1 de junio al 23 de julio en Madrid, en un montón de salas y galerías, fotógrafos reunidos bajo el lema de la naturaleza, ahora más actual que nunca, será porque de ella ya queda poco y el hombre se la está cargando poco a poco; ahora lo que vemos adquiere más que nunca esa sombra de lo sublime-terrible que tuviera en el siglo XVIII. Es lo que compruebo viendo dos de estas exposiciones. La primera, de Olafur Eliasson, Caminos de naturaleza, en la Fundación Telefónica de Gran Vía, nos presenta Islandia, sus breves y esplendorosos veranos, todavía no contaminada por el progreso. Majestuosos paisajes, que el autor fotografía en series de 24 fotos más o menos, de pequeño formato en su mayoría (20 X 40 cm.) y que se agrupan por temas: senderos, fallas, remolinos, faros, puentes, glaciares, ríos (hay uno verde, sorprendente), etc. Hay una que llama la atención, "horizontes", cuyo formato de 20 X 104 cm. hace que la vista trabaje de forma especial. Leo que este artista danés es uno de los más importantes de su país actualmente, y que ha participado en las últimas ediciones de la Bienal de Venecia. Habrá que seguirle la pista.
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Axel Hütte en la Galería Helga de Alvear (c/ Doctor Fourquet), con su trabajo North /South: contrastes entre lo cálido y lo frío, fotos de gran formato (por oposición a la anterior), que son paisajes sublimes de lugares tan diferentes como Noruega o Brasil, Estados Unidos o Islandia. Distintos críticos han destacado su revisión del romanticismo nórdico, su alusión a Caspar David Friedrich en las fotografías que han sido tomadas en el Norte, en donde la niebla y los acantilados apenas visibles contribuyen a crear un clima de absoluta desolación, el hombre no tiene nada que hacer ahí. Frente a ese blanco infinito, en donde el horizonte se confunde con el más allá, tenemos intrincada vegetación, zonas pantanosas con árboles con troncos-patas de elefante, o la selva brasileña, de una lujuriosa y caótica diversidad de colores; o los reflejos en el agua, Monet revisado, tal vez una mujer sí estaba. El punto de vista es ambiguo, muy incierto, y esto es justo lo que nos choca, no saber realmente dónde se coloca la cámara, la mirada. La galería estaba desierta, tras de mí sólo entró un joven con pinta bohemia, y en la calle, el cielo medio gris, el fresco, y mi cansancio.
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Agnès Varda en la Filmoteca, todo un acontecimiento que se prolonga hasta el mes de julio, mes en que no creo que pueda ir, como tampoco estaré el Día, el lunes 26 (excepcionalmente, la Filmo abrirá ese día para la presencia de la directora, que presentará Los espigadores y la espigadora, habrá un debate y luego se proyectará la segunda parte, Dos años después). El día que estuve pude ver La felicidad, una película tan deliciosa, que no creo que haya otra igual, una historia sobre un hombre y dos mujeres, sobre la ausencia de culpa, con música de Mozart en su banda sonora, que es también la música de la felicidad, y momentos sombríos, cuando del quinteto de viento se pasa al cuarteto de cuerda. Es imposible no salir conmovido de esta delicia, de esta luminosa pantalla, en donde el campo es el escenario para ese placer cotidiano, aunque sea los domingos, y también el lugar de la muerte, y también de la nueva vida.
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Sibelius en Radio Clásica, ayer lunes 12. Primero sonó su poema sinfónico Tapiola, obra de madurez, de una perfección formal absoluta, y que en su estrenó no fue bien entendida por el público melómano. Está basada, como otras obras suyas, en un fragmento del Kalevala, el poema épico de Suomi. El concierto tenía lugar en Helsinki en mayo de este año, con la Orq. Sinf. de la Radio Finlandesa dirigida por su titular, Sakari Oramo. Luego, La hija de Pohjola, de una época anterior, y que también se basa en hechos fantásticos de la mitología nórdica. Vienen ambos momentos a describir la relación del hombre finés con la naturaleza, o del mismo Sibelius, entre la vida cosmopolita y el bosque adonde se retiró las últimas décadas.
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En la Feria del Libro de Madrid, nada que comprar, leo en El País del domingo lo que dice Manuel Vicent, que los escritores en las casetas parecen caballos en un hipódromo, la carrera por ver quién vende y firma más. Pero frente a las primeras casetas están todavía las fotos de Yann Arthus-Bertrand, La Tierra vista desde el cielo (vistas por primera vez en El País Semanal), proyecto sobre Naturaleza y Desarollo sostenible (cada fotografía original se acompaña de un comentario en un recuadro a la izquierda y un mensaje ecológico abajo, en letras grandes). Las estadísticas de nuestro planeta herido.

martes, junio 06, 2006

La música, ese tormento



Erika Kohut y su madre son inseparables, no hay quien las despegue. La música también es muy buen pegamento. Y una pesada carga para arrastrar por el tranvía entre la gente. Es duro el aprendizaje, se lleva los mejores años de nuestra vida. Los Héroes Románticos están ahí para ser tocados, pero también hay músicos, olvidados, que merecen salir de su refugio antiatómico: Schönberg, Webern (no el grácil Berg, que nos seduce siempre, o si no, probad con sus Cinco canciones sobre textos de Peter Altenberg, op. 4, que anoche sonó en la radio, desde la abadía de Saint Denis, cerca de París). Luego está Walter Klemmer, que es un joven apasionado del deporte, como todos los jóvenes (Chavalote, por ejemplo, que cae sobre las chicas como un ciclón). Él quiere estar cerca de su profesora de piano, seducirla tras la sesión privée, pero no es tan fácil, porque la zarpa de la madre está cerca. Es verdad que Erika tiene también su pequeño pasado de hombres, pero es algo casi insignificante, ellos la dejaron aparcada y usada, y desde entonces ella prefiere mantenerse lejos de las pezuñas humanas. No siente nada, es tan insensible como un trozo de pizarra bajo la lluvia. Y en invierno, es más difícil sentir algo, debajo de tanta ropa. Pero a veces, esta niña buena se desvía del camino seguro a casa, y se marcha al extrarradio, adonde están las inseguridades de los inmigrantes, esa purrela de turcos y demás orientales, y en donde el sexo es casi un reclamo. Los antros debajo de la bóveda del tren subterráneo, ahí donde el peep-show, ahí donde se exhiben unas muñecas siempre que eches monedas de diez chelines. Se abren a la influencia, muestran sus carnes más o menos celulíticas, como toda carne que no esté deportivizada. Entonces, Erika ocupa un lugar de privilegio (ella sola entre hombres que se pajean), y mira, sólo mira. En un tiempo, yo también iba a todos los sex-shops de Madrid, y me gustaba mirar, mirar las carátulas de los vídeos, escuchar los gemidos detrás de la pantallas, ver cómo el chico de la fregona limpiaba las cabinas, todo el semen derramado y los kleenex duros como piedras. Yo he de amar a una piedra. Pero antes, muéstrame las perindolas. Burros muertos sobre pianos, eso es algo que a lo mejor has soñado. Cuando despierto en mitad de la tarde, es como una pesadilla: voces del viejo que olvidó tomar el tranxilium, mi hermana que llegó antes de tiempo, y que le dice a la cuidadora, que sube apenas las escaleras, que por qué se ha roto lo de la ducha, y encima, alguien dice desde el otro mundo que el obrero ya llegó, y que cortará la luz. Me voy de nuevo al cuarto, son visiones, yo no estoy en mi mejor momento. Antes de que acabe el concierto, era el Scherzo de la Segunda de Mahler, suena el teléfono, y estoy obligado a atenderlo, de lo contrario, sonará más veces. Todo el mundo cuenta / todo el mundo cuenta su dinero. "Pero durante el acto amoroso no hay mujer que conserve el señorío. Los jóvenes galanes no tardaban en tomarse todo tipo de libertades, de las que hacían uso en cualquier situación. Ya no se la recibía junto a la puerta del coche, le llovía sarcasmo ante cualquier torpeza. Después, la mujer es engañada, se le miente, se la tortura y ya no se la llama con frecuencia..." (La pianista, Elfriede Jelinek, Debolsillo, 2006, pp. 78-79).

Lo que importa es que la sangre fluya. Fluyan mis lágrimas, por el dolor del mundo. El arroyo se ha detenido (basta de bises con el de Leipzig). Ahora, le toca a usted jugar. Pasan los animales, y se desvían cuando me acerco, o el río piedras lleva. Pequeños cortes casi diminutos, como los mechones de pelo que Erika saca a la madre cuando se enfada. La niña tiene que ser controlada. La profesora tiene que ser (violada). Pronto pasarán todas estas cosas, pero antes, una crítica post-adorniana de la sociedad de consumo y del entretenimiento fácil.

No se puede permitir que nigún alumno sea mejor que ella, que ella, la profesora fracasada (quiso hacer Messiaen en su concurso, a quién se le ocurre, en vez de tocar algo del grácil Mozart).

viernes, junio 02, 2006

Decepción y basura

El libro de Punset, una vez acabado: algunos fragmentos inspirados, sobre todo la conversación con Robert Sapolsky (cuando dice que la manera que tienen los mamíferos de echar fuera su estrés es haciendo sufrir a otros, es genial, y muy cierto); pero en general, es un libro que se cae de las manos, que no se soporta, por su mal estilo, o su falta de, mejor dicho, ya que Punset es economista, y se nota en la jerga pedorra que usa (mantenimiento, inversión, gestionar, índice de felicidad, y ya el remate con la fórmula tal). En fin, el problema de los libros sobre temas científicos es que los que escriben no son escritores, y para alguien acostumbrado a leer a los mejores escritores del mundo, eso puede ser una tortura o una pérdida de tiempo.

Leo también un artículo en El País de Félix de Azúa (Cuando lo real no vale un real, 10-4-2006), en donde habla de la literatura, la historia y el periodismo como una amalgama casi indiscernible; mientras ciertos filósofos como Zizek, Baudrillard o Sloterdijk dice que hacen filosofía ficción. Cinismo rampante e incurable el suyo, que no sé si es patético o aborrecible. Los que no dan más que para un artículo (en prensa o blog) no soportan a las mentes brillantes capaz de construir una trilogía como Esferas.

Estoy decepcionado de la gente, de la que aparece y desaparece casi como vino, sin dejar huella. Estoy harto de los que arrastran un miserable complejo de inferioridad. Harto de la gente inepta que dice trabajar y no es capaz de cumplir con lo que se le manda. Harto de la gente que ni siquiera cobrando es capaz de hacer las cosas bien. Este mundo no funciona porque somos todavía demasiado imbéciles, demasiado apegados al interés y a la comodidad, a las vías rápidas, a los atajos hacia la felicidad, los paraísos artificiales de las drogas y demás. HARTO.

Me voy y no tengo ganas de volver.

Ni siquiera el ruido de las olas es capaz de levantarme el ánimo.

Ni siquiera la escucha de las Variaciones op. 27 de Webern por Christian Zimmermann.