Zapping
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El programa de Darío (un día sí, otro no) cada vez tiene más publicidad, ese ingrediente fastidioso. Si uno lo pilla ya empezado, a los cinco minutos ya tienes ahí Aviva, ahí la autopropaganda, ahí Siemens electrodomésticos, hay que joderse. Y encima, el catalán que concursa la va de chef, hay que joderse, pero al final pierde, el jurado sabía demasiado. Noticias del mundo mundial, el deporte entra a los diez minutos, como tiene que ser (qué nos importa Polonia, qué nos importa Ramala, si el Barça sigue su racha, y el mundial de balonmano, qué bien). Tengo que probar de nuevo que el dvd La noche de los muertos vivientes no funciona: míralo, dice WRONG DISC, maldito sea el que me lo vendió. Así que decido..., qué vamos a poner, si Siete novias para siete hermanos dura 104', y anoche me aburrí con ese engendro de Memento, una película bazofia que se contagia de la enfermedad del protagonista (por cierto, el que hizo el casting, a la guillotina). Así que habrá que quedarse viendo lo que den: La ruta de la plata, sólo merece la pena por la fotógrafa, que está muy buena y es tan nula como todo lo demás; Arrayán, también los dimanches, para cuándo una versión porno. En la Primera están con la ceremonia de los Goya, lo veo un poco: siempre los mismos caretos, la verdad, cómo me aburro. Todo lo académico es así de triste y autobombo. Me entero sólo de premios secundarios, y las películas la mayoría no he visto. Tendría que estar viendo Macht Point, que resulta ganadora como mejor película europea, pero al final me la pierdo por segunda vez. En el Rastrillo he pillado un vídeo que se llama: L'amour en fuite, de Truffaut, que encima nunca se pasó al castellano, pero cuando la pongo a ver, resulta que está grabado un engendro alemán, un softcore de los cojones, ambientado en un paisaje nevado, qué apropiado... La tiro al cubo de la basura.
Mucho antes, he aprovechado el DVD para ver el CD con las fotos de Barcelona: al menos, la pantalla tonta sirve para algo, y el cacharro también.
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Despierto agitado por el último sueño: una degollina en la escalera de subida a mi casa, luego veo que los azulejos del baño y el resto de paredes de la casa han sido pintadas de un azul brillante, pero que nada más despertar me parece frío, el color de la muerte. Siempre que sueño con los alrededores de casa, es de esta manera sanguinolenta y deprimente. El comienzo del día, como respondiendo a la señal macabra del sueño, es malísimo, lleno de una vieja angustia, obsesión, pérdida de confianza en el propio suelo que piso.