martes, julio 29, 2008

Modernidad incansable (III)

Una obra como Mani. Long de Pierluigi Billone. Un cántico, algo casi satánico, tal vez escritura cuneiforme de los antiguos babilonios, el recitador no se detiene, pero no se entiende nada, no hay sentido, lo que importa es la vibración del sonido, lo que cuenta es el fonema, no hay voz con sentido, lo que cuenta es el ruido, haz vibrar esta habitación: hay una búsqueda de la fusión con el espacio y el silencio. La percusión es el ombligo del mundo. Las sonoridades graves, el contrabajo, el clarinete bajo, Ernesto Molinari, sopla, una vez más, que no se detenga el soplo, el aliento del mundo.

Una gota más una gota hacen una gota más grande, no dos gotas.

Al fondo asoman Lachenmann y Sciarrino, los maestros del arte sonoro.

La voz explorada como si el compositor fuera un arqueólogo. El barítono que canta a boca cerrada, no trates de comprender. La furia, el tormento.

Gerard Pape, una ópera sobre Weaveworld de Clive Barker, mi escritor favorito de la época del instituto. ¡Mundo entretejido, mundo terrible, lleno de monstruos verdaderos! Mundo de una belleza convulsa, como esta música contemporánea.

Las ruinas de la civilización.

Luna nueva. Boca. Femenino. (La flor del deseo)

O el Trio for Strings de La Monte Young, el comienzo de los caminos otros...


Gerard Pape

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lunes, julio 28, 2008

Modernidad incansable (II)

La música contemporánea...

... es como la muerte.

Salvatore Sciarrino, pequeño escándalo con su obra Quattro adagi per flauto dolce e orchestra, en La Scala de Milán, el pasado 26 de mayo. Alguien del público grita "¡basta!" cuando la obra va por la primera sección o así, le hacen callar, pero al final, cuando tienen que venir los aplausos, vienen también los abucheos. ¿Por qué molesta esta música secreta, hecha de pequeños gestos, de dificultades técnicas para los intérpretes, de silencios y pequeños estallidos?

Porque de una forma tangencial pero no por ello menos evidente, nos recuerda que vamos a morir, que lo que nos espera es una eternidad, una región de tinieblas en donde ya no veremos la luz de nuestros días. Esa chispa de luz entre dos oscuridades que es la vida, y que no sabemos apreciar ni disfrutar debidamente.

Sciarrino-Scirriano (cuya música, en efecto, chirría) nos pone ante lo insoslayable, el momento final, la muerte que viene a llevarnos definitivamente. La muerte es siempre un adagio, y por ahí suena una flauta desquiciada, y tal vez lo único que podamos pronunciar, al final, sea algo banal como "dadme las gafas", porque ya no hay más tiempo y comienza el no-tiempo, la región más transparente sin distancias ni reflejos. La música del italiano está hecha de insistencias, no encontraremos una melodía reconocible, porque al otro lado no hay canciones, sólo una continuidad grisácea. Lo que insiste con esa fuerza desquiciada, es lo que nos saca de nuestras casillas. Esperamos alguna frase melódica, y no amanece, sólo esta desazón e iquietud sin motivo, este laberinto en el que uno se pierde sin remedio: Sinfonía nº 2 de Jesús Rueda. No podemos orientarnos, el paisaje resulta desconocido, y sin embargo esa acuciante sensación de ya visto, ya estuvimos aquí, los caminos son los caminos que transitamos siempre, pero olvidamos cada noche el recorrido. El minotauro está al final del intrincado laberinto. Pero ya no podemos despertar. Tenemos que seguir el viaje imaginario, Francisco Guerrero in memoriam. Llega un momento en que estamos en "ninguna parte", una región que conocemos bien, aunque lo hemos olvidado a conciencia (siempre se olvida lo desagradable, las regiones de pesadilla). Y de repente, "ahora-aquí", conocemos el lugar, el sendero, el que lleva a la casa, desde ahí arriba se ve el mar, toda la línea de costa.

Suena un violín solitario, es como una vieja canción de pena, la melancolía de los viejos otoños en la casa de campo, las hojas secas, la carraca de los pájaros. Poco a poco la voz se va extinguiendo, hasta que no queda más que un fleco de voz, una ausencia.

P.D. Otros títulos de Sciarrino:
--Lo spazio inverso.
--Infinito nero--Estasi di un atto.
--Introduzione all' oscuro.

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viernes, julio 25, 2008

Modernidad incansable

Leo un artículo de Andrés Ibáñez en donde habla de los músicos como esclavos de la modernidad, y se refiere, claro está, a los compositores contemporáneos que siguen empeñados en crear a partir de Schönberg y Webern en vez de regocijarse en el pasado y coger de aquí y de allá lo que mejor les parezca. Porque Ibáñez, no lo olvidemos, es un posmoderno, aunque ya no escriba más que en prensa; y aunque normalmente estoy de acuerdo con sus escritos, esta vez no. Me debato entre la modernidad cansada y una posmodernidad que no sé muy bien qué es, como supongo que nadie lo sabe, ni los profesores de estética más aguerridos. En música, que es mi gran pasión, no puedo ceder ante la ramplonería anglosajona, me es imposible. Desde 1995 al menos, me he entregado a Webern, el desgraciado Anton el caminante, y no puedo evitar seguir sus pasos, aunque eso me deje, a mí y a los que lo seguimos, en una soledad muy marcada. Los compositores que me gustan, como Beat Furrer (habitual de Músicadhoy en Madrid), son ejemplos perfectos de lo que digo: escúchese su obra Stimmen, para coro y cuatro percusionistas, y nos daremos cuenta de esa sutileza, del canto que es fonético, no hay sentido, lo que le importa es lo que está en los extremos, lo "todavía no" y lo "ya no". Leonardo da Vinci es sublimado de una manera realmente curiosa, y tanto el coro como los percusionistas elaboran un entramado realmente hipnótico. En cambio, una obra como el Violin Concerto de Thomas Adès me deja indiferente, es una obra brillante, que busca el fácil aplauso del público; no digamos ya el Violin Concerto de Gavin Bryars, que es una vuelta al romanticismo de una manera muy peculiar, que en su obra tiene momentos buenos y otros que no son más que kitsch. Hay modernos a ultranza que tampoco me convencen, como Olga Neuwirth, que es de un manierismo que harta (a ella también se refería Ibáñez en otro artículo, Melodías). Y en cambio, el más intransigente de todos los modernos, el que siempre se pondrá de ejemplo de ese no ceder ante lo fácil y la famosa "capacidad de comunicación", Helmut Lachenmann, éste me encanta. Pero tal vez sea un camino que no lleva a ninguna parte, y fuera de Alemania, Suiza, Austria y algún que otro país más, esta manera radical de entender el arte de los sonidos, sea imposible. No sé bien por qué caminos seguirá la música contemporánea, pero hasta el momento sólo hay dos tendencias: la posmoderna que gusta de moverse por la Historia de la Música como si fuera un coto privado, un museo imaginario del que coger lo que apetece; y la casi ya muerta tendencia moderna que se niega a morir, porque es verdad lo que dice Ibáñez, la modernidad es una ucronía, fuera de ella no hay nada...

Y sí, hay cosas que no se pueden componer: una sinfonía, por ejemplo, aunque Jesús Rueda haya escrito ya tres de perfecta factura y gran musicalidad.


Beat Furrer

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miércoles, julio 23, 2008

Descanso



Peter Lindbergh :: Cordula Reyer (1993)

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martes, julio 22, 2008

Un petardazo

Estoy acabando The Good Soldier, y pienso como el que escribió la reseña, que más le hubiera valido a FMF ser un poco porno y haberse dejado de noñeces románticas y tantas vueltas y revueltas.

También quería escribir sobre Málaga, la Ciudad de los Bolos (Terral, ese ciclo de conciertos que acaba con Lou Reed y su única actuación en España, los muertos pueden bailar).

Pero estoy tan aburrido...

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lunes, julio 21, 2008

Radio de verano

Me preguntas que por qué ya no veo la tele: muy sencillo, estoy escuchando la radio. La radio al día, la radio puesta al día, la radio que entretiene y enseña, mucho más que la tele: porque la tele, hay que decirlo claro, hace tiempo que no escupe más que basura, es la tele basura desde los años 90, cuando ya la veía poco. Y no te puedes ni imaginar lo mucho que veía la tele en los años infantiles, cómo me apasionaba esa pequeña pantalla, la de series de dibujos y para adultos que he visto, y también películas, aunque las películas hay que verlas en la sala oscura, en la pantalla grande. Pero quiero hablar de la radio, mi compañera que no me abandona. Radio 1 de RNE ha decidido invitarnos a dar una vuelta al mundo en ochenta libros, el sábado fue el Prólogo, ahí toda la magia de África y luego Cervantes y Lewis Carroll y hasta el poema de Gilgamesh. Lo mejor de la radio son las voces, y la que recitó al principio lo que escribió Karen Blixen para un africano, eso me gustó mucho, creo que ella se llama Marina Núñez pero no me hagas mucho caso. Me gustan las voces, la de Lara López (que ahora dirige Radio 3) y me gusta la de Ana Sterling, que normalmente habla de economía pero que los domingos se pone cinéfila o simplemente filosófica y lee cosas de Marco Aurelio, de sus Meditaciones, o bien cuenta películas, sí, como Matar a un ruiseñor de Robert Mulligan, éramos tan inocentes entonces, ¿verdad? Porque íbamos a jugar a la casa del vecino, una casa que parecía abandonada, que de noche seguro que era peligrosa, y hacíamos casas en los árboles, y los pájaros eran nuestros mensajeros, y todo estaba bien: pan con chocolate para merendar, esa niña con sus trenzas, me gusta. Ana lee, y luego se nos anuncia que la próxima película será El Sur, y sabemos que es música de Mompou, o de Albéniz, y que vamos a realizar el viaje más maravilloso, y más triste. Me gusta la radio porque sus voces de seda me envuelven, y hay pájaros de terciopelo rondando, y viene un aire bendito y nos baña, y hay voces con swing que nos cantan desde los años treinta, o cincuenta, sabor a mí, hay un sabor a niebla, la noche sabe a dulce de leche, y los almendros en flor (¡y las adelfas, rojas o blancas!), y todo está bien, allá en la calle de los pétalos mojados, y ellas, las voces, me dicen que todo es dulce y suena la marimba, es Ana Casado con su voz juvenil, de quien no ha crecido demasiado, sólo saltando se pasa el río, vamos a mojarnos.

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jueves, julio 17, 2008

Lecturas de verano

Ishiguro está interesado por el pasado, por cómo la memoria trabaja, por esos malentendidos que nos pueden amargar una parte del tiempo. El tiempo zigzaguea, va y viene, los hechos del presente, una palabra, una presencia, desencadenan recuerdos. El pasado parece mejor tiempo, y la melancolía brota como el agua de una fuente. El arte y la política, cuando se mezclan. El autor es elíptico, y eso da trabajo al lector. Una novela breve y hermosa, no tan lograda como Lo que queda del día, pero merece la pena dedicarle tres o cuatro días.



Ford Madox Ford fue el escritor de una novela (aunque produjo más, algunas en colaboración con Conrad), ésta precisamente. Es una de las mejores novelas escritas en lengua inglesa: una historia de pasión, de corazones delicados, de almas sensibles, pero también de la oscuridad del corazón que no logramos desvelar, de lo que se esconde tras las apariencias. Está escrita con ese estilo refinado, muy inglés, que ya no se lleva. Supe de ella por Javier García Sánchez (que tomó de su frase inicial el título para una novela, La historia más triste), pero hasta el momento no me había decidido a leerla. Me llevará más días, claro. Pero creo que merecerá la pena. Estas historias sentimentales ya no se escriben.

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martes, julio 15, 2008

Carne de verano

Por todas partes mires donde mires los mismos escotes las piernas, varicosas o no, llenas de grasas o no, negras o blancas como la leche, los mismos escotes la misma perspectiva, culos-y-tetas culos y tetas, Stefan cuenta su historia con la hermana de Rocío, cuando la trajo desde Antequera, ella en la estación de servicio en donde hacen una parada, le dice: "espera un poco, un poquito más, que me voy a lavar el coño y me la metes así...", y allí mismo lo practican, porque les gusta y porque les divierte, y luego se despide y se mete por el portal y dice que va en busca, algo huele mal en el ambiente, una música rancia que no es Haendel precisamente una melodía rasposa, algo huele a bacalao podrido, hay algo que no arranca, la noche menos pensada, Stefan cuenta sus historias mientras doy tragos a la birra y vemos a la gente pasar, los hippies con la niña pequeña que llenan cien botellas de agua, y luego las tres alemanas que quieren saber cómo se va a la playa y la otra que corre tras el perrito y un perrito que no vuelve y hay mil historias para contar y no parar, es una pornografía ambulante, luego llegas a casa y piensas en esa chica de sólo doce años, tan educada nos dice "hola", que pasea con su perrito (un perrito es el mejor amigo de una niña, le han dicho sus padres), pero la chica ya está muy buena y la cuestión es ponerla a follar, luego no querrá parar, pero hay que contenerse porque las leyes dicen no posible, como esa alemanota ya está más curada que un jamón de Trevélez, le decimos que no, que por detrás nanay, que apesta, que ni con cien jabones de La Toja vamos a follar con ella, que no, que queremos mejor a las niñas de once años, que saben desnudarse, que saben chuparla lentamente hasta que el tiempo se evapora. Walter Zimmermann y sus melodías sublimadas, y me quedo traspuesto.

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jueves, julio 10, 2008

El infierno

Probablemente la infancia es siempre un infierno, la infancia es el infierno, dijo, da igual qué infancia sea, es el infierno. La gente dice que ha tenido una hermosa infancia, pero sin embargo fue el infierno. La gente lo falsifica todo, y falsifica también la infancia que tuvo. Dice: tuve una hermosa infancia, y sin embargo sólo tuvo un infierno. Cuanto mayor se hace la gente, tanto más fácilmente dice que tuvo una hermosa infancia, cuando sin embargo no fue otra cosa que el infierno. El infierno no va a venir, el infierno ha sido, dijo, porque el infierno fue la infancia.
(Maestros antiguos, op. cit., pp. 68-69).

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miércoles, julio 09, 2008

Es el fin

Los hombres de hoy padecen, porque no tienen ya otra cosa, un consumismo musical enfermizo, así Reger, ese consumismo musical lo continuará la industria, que dirige a los hombres de hoy, hasta que haya destruido a todos los hombres; se habla tanto hoy de los desechos y de la química que lo destruyen todo, pero la música destruye todavía más que los desechos y la química, la música es lo que, en definitiva, destruirá totalmente todas y cada una de las cosas, se lo digo yo. Primero la industria musical destruirá los conductos auditivos de los hombres, y luego, como consecuencia lógica, a los hombres mismos, ésa es la verdad, así Reger.
(Maestros antiguos, op. cit., p. 174).

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martes, julio 08, 2008

Música trivial

Esta generación actual, curiosamente, no plantea a la música las altísimas exigencias que se planteaban a la música hace sólo quince o veinte años. Eso se debe a que escuchar música se ha convertido en una trivialidad cotidiana a causa de la técnica. Oír música no es ya nada extraordinario, por todas partes se oye música, esté uno donde esté, se ve francamente obligado a oír música, en todos los cafés, en todas las consultas de médico, en todas las calles, hoy no se puede ya escapar a la música, se quiere huir de ella, pero no se puede huir de ella, esta época está totalmente rodeada de un fondo musical, ésa es la catástrofe, así Reger.
(Maestros antiguos, op. cit., p. 173).

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lunes, julio 07, 2008

Otro mediocre

Mire usted, a Beethoven, el depresivo crónico, el artista estatal, el compositor de Estado por excelencia, la gente lo admira, pero en el fondo Beethoven es un personaje totalmente repulsivo, todo en Beethoven es más o menos cómico, escuchamos continuamente un cómico desvalimiento cuando oímos a Beethoven, lo retumbante, lo titánico, la estupidez de la música militar hasta en su música de cámara. Cuando escuchamos la música de Bethoven, escuchamos más estrépito que música, la marcha militar sordamente estatal de las notas, dijo Reger.
(Maestros antiguos, op. cit., p. 80).

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viernes, julio 04, 2008

Un mediocre

Heidegger tenía un rostro ordinario, no un rostro inteligente, dijo Reger, era totalmente un hombre poco inteligente, carente de toda fantasía, carente de toda sensibilidad, un rumiante filósofo superalemán, una vaca filosófica constantemente preñada, dijo Reger, que pastaba en la filosofía alemana y durante decenios dejó caer sobre ella en la Selva Negra sus coquetas boñigas. Heidegger era, por decirlo así, un filosófico estafador de novias, dijo Reger, que consiguió poner cabeza abajo a toda una generación de especialistas alemanes en ciencias filosóficas. Heidegger es un episodio repelente de la historia de la filosofía alemana, dijo Reger ayer, en el que participaron todos los alemanes dedicados a la ciencia y siguen participando aún.
(Maestros antiguos, op. cit., p. 58).

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jueves, julio 03, 2008

Solamente

Hasta donde puedo recordar, no he querido nada en el mundo más que la música, pensé, a través de Reger, mirando fuera del museo y dentro de mi infancia. Me siguen gustando esas miradas que penetran en mi infancia, hace tiempo pasada, y me entrego a ellas completamente y las aprovecho tanto como puedo, ojalá no cesaran nunca esas miradas dentro de mi infancia, pienso siempre.
(Maestros antiguos, Thomas Bernhard, Alianza Editorial, 1990, p. 32).

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