lunes, julio 21, 2008

Radio de verano

Me preguntas que por qué ya no veo la tele: muy sencillo, estoy escuchando la radio. La radio al día, la radio puesta al día, la radio que entretiene y enseña, mucho más que la tele: porque la tele, hay que decirlo claro, hace tiempo que no escupe más que basura, es la tele basura desde los años 90, cuando ya la veía poco. Y no te puedes ni imaginar lo mucho que veía la tele en los años infantiles, cómo me apasionaba esa pequeña pantalla, la de series de dibujos y para adultos que he visto, y también películas, aunque las películas hay que verlas en la sala oscura, en la pantalla grande. Pero quiero hablar de la radio, mi compañera que no me abandona. Radio 1 de RNE ha decidido invitarnos a dar una vuelta al mundo en ochenta libros, el sábado fue el Prólogo, ahí toda la magia de África y luego Cervantes y Lewis Carroll y hasta el poema de Gilgamesh. Lo mejor de la radio son las voces, y la que recitó al principio lo que escribió Karen Blixen para un africano, eso me gustó mucho, creo que ella se llama Marina Núñez pero no me hagas mucho caso. Me gustan las voces, la de Lara López (que ahora dirige Radio 3) y me gusta la de Ana Sterling, que normalmente habla de economía pero que los domingos se pone cinéfila o simplemente filosófica y lee cosas de Marco Aurelio, de sus Meditaciones, o bien cuenta películas, sí, como Matar a un ruiseñor de Robert Mulligan, éramos tan inocentes entonces, ¿verdad? Porque íbamos a jugar a la casa del vecino, una casa que parecía abandonada, que de noche seguro que era peligrosa, y hacíamos casas en los árboles, y los pájaros eran nuestros mensajeros, y todo estaba bien: pan con chocolate para merendar, esa niña con sus trenzas, me gusta. Ana lee, y luego se nos anuncia que la próxima película será El Sur, y sabemos que es música de Mompou, o de Albéniz, y que vamos a realizar el viaje más maravilloso, y más triste. Me gusta la radio porque sus voces de seda me envuelven, y hay pájaros de terciopelo rondando, y viene un aire bendito y nos baña, y hay voces con swing que nos cantan desde los años treinta, o cincuenta, sabor a mí, hay un sabor a niebla, la noche sabe a dulce de leche, y los almendros en flor (¡y las adelfas, rojas o blancas!), y todo está bien, allá en la calle de los pétalos mojados, y ellas, las voces, me dicen que todo es dulce y suena la marimba, es Ana Casado con su voz juvenil, de quien no ha crecido demasiado, sólo saltando se pasa el río, vamos a mojarnos.

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