El río de la infancia no se cruza dos veces
La poesía es un arma cargada con pólvora mojada, a veces me acuerdo de tí, de los baños de sol la hierba crecida más alta que nosotros, y tu mano sobre mi pierna y las caras mirando al cielo, un aire que se cruzaba delante de nosotros, estamos en esa habitación que era todo nuestro mundo, viendo la tele, los dibujos animados los juguetes esparcidos por el suelo, un concierto en Granada, adonde nunca he de volver. Y venimos a esta orilla, quemados por el sol, en un cine a mediatarde nos metemos para ver una película que habla de asesinatos reales en la pantalla, se llama
Tesis, hay un paseo y palomas una feria del libro, estudio las flores las margaritas crecen por doquier, arreglan el río, el río que está perdido para siempre. Carlitos, voy a su casa, escuchamos Bauhaus y Front 242, esto ya no es lo que era, le cuento de mis desventuras con la argentina, él me dice que me olvide, que en Jamaica se vive mejor, ha estado en Notting Hill, allí los rastas del mundo se unen y hacen sonar sus marimbas y sus canutos arden hasta el amanecer, hay una fiesta, pero me quedo en casa, en el límite del mundo.
Y ella aparece por el camino de brezo camino del río, me arremango para cruzar hasta el otro lado, llovió todo el domingo, y todo el lunes, ahora vamos a cavar túneles, ahora veo el edificio de la Radio de Colonia, en Alemania, en donde trabaja Stockhausen, es un científico loco que prueba nuevos sonidos, vienen de Saturno, dibujo a mi madre sentada junto al pozo, donde la hierbabueba crece salvaje, mi madre no se levanta está enferma ha tenido un desmayo por el calor, vamos a un concierto de ruidos, es el demonio de la levadura, estoy tumbado en la cama leyendo en el senda de lectura en la casa no hay libros, he nacido en un lugar equivocado, pero eso se puede corregir, Carola me dice que eso no es posible, es destino, hay un hombre que hace healing y podrá curar mis males, pero no puede ser, es el momento de irse a dormir, vengo de Granada, de donde cantan las ranas, vengo de un lugar de niebla, una casa desolada, no me gusta Dickens.
Hay un río, un lugar sin tiempo, atrévete a cruzarlo, hay un desierto rosa que crece a cada paso, un hombre con turbante, fachadas pintadas en violento añil, es un lugar de la India, el campo se ensancha y beso los lirios que crecen a mis pies, morados, lugares eternos, una acequia un amor, vamos al pozo, las ranas cantan hay un no sé qué que se halla por ventura, una noche estrellada un espanto que baja de la cuadra, tengo todos los caminos, tengo todas las desgracias encima, pero son como nubes pasajeras, es música de Herman D. Koppel, es el oboe que se pierde al final del sendero.
Koppel, el danés tranquilo
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