jueves, abril 17, 2008

Hace tiempo (III)

Me quedo traspuesto escuchando el Concierto para clarinete de Nielsen, a lo mejor bastaría el silencio, pero es tan ruidoso, una simple lluvia cayendo sobre el ramaje, un té, algunas rosquillas invadidas por las hormigas, pasear por la arena recoger los guijarros piedras blancas otras de colores llenar un bote de cristal transparente, más música en el invierno de la mente, acercarse a las cosas sin retratarlas, pisar sin sentir el suelo, ir por los montes y no sentir el viento en las sienes, dormir otro poco para apaciguar el cansancio por el insomnio de anoche, de todas las noches, mirar a las mujeres ceñidas que van buscando guerras, las que se tatúan al final de la espalda, la tinta sobre la piel, la piel que quema al simple contacto de unas yemas, gastadas por el tiempo por el roce de las piedras, las piedras de estar cansado de estar vivo, vivo de recuerdos cuando no queda otra esperanza. Acercarme a tí en sueños, aplastarme la cara y todo el cuerpo contra tus arrugas, la rabia de años se concentra en este abrazo feroz, anoche un gato negro sale de debajo del mueble del rincón, en donde guardo los libros de filosofía, la pobre sabiduría de unos años, vencidos por el tiempo, el tiempo de estar solo, asomado a la calle en donde nadie espera, nadie en ninguna esquina rosa comida por los bordes, bordes de una calle que tiene hambre, las putas vienen y se apostan cerca de la esquina, pasean con sus piernas esbeltas y sus tacones de quince centímetros, vienen y se van y sirven cervezas en las cuadras junto al río, putas que se ríen y se tiñen el pelo, pelo de puta que me busca la ruina, una mala puta se me acerca y ya no hay música, no hay más que un largo desierto, las putas estudian para ser funcionarias del cuerpo de policía, la policía es una mala puta que te produce insomnio, los coches mal aparcados, el sexo está sediento, la música abre su boca desdentada y sale de ella un triste sopor, de tener una puta en cada esquina y no follar nunca, masturbarse con los recuerdos de algunas chicas de mi triste juventud, la que se corría como una fuente, la que no esperaba a que le dijera nada, la puta que jugaba al tenis, la que cobra 130 libras a sus clientes mientras se deja follar y recita cien dígitos del número de pi, y te dice cuál es la raíz cuadrada de menos 1, y se deja penetrar por detrás, y la chupa mejor que las francesas, todo eso por algunas libras, y no se arrepiente de nada, tiene buen drive para el sexo, es cuestión de ponerse, de ponerla dura una y otra vez y dejarse escarbar el chumino, de estar en la elíptica, de contemplar las estrellas en primera fila, ahora déjame solo, con el Concierto para flauta de Carl Nielsen por Julius Drake, eres como el trombón que se burla de mis intentos, no voy a quererte nunca más.


Carl Nielsen, el humorista tranquilo

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2 Comments:

Blogger Madame X said...

Te leo silente y sonrío triste con tu tristeza...

(un beso)

X

11:53 p. m.  
Blogger lukas said...

Muchas gracias, silenciosa lectora admiradora de tristezas ajenas ;-)

(volveré a ese río perdido para siempre, me quedaré inmóvil al borde del camino, contemplando el agua del olvido)

11:50 a. m.  

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