martes, enero 24, 2006

Cintas de vídeo

Algo huele mal en Europa, la tierra de los dulces sueños. Quien se cree a cubierto de las tempestades de otros continentes, empieza un buen día por ver rota su calma mediante unos vídeos sospechosos. Al principio es un mero decorado familiar, la fachada de su propia casita. Luego es más inquietante, pues las cintas vienen envueltas en un papel con dibujos extraños, infantiles, que hacen pensar en una crueldad escondida. La sangre está bien coloreada, es siempre de un color rojo oscuro. Su mujer se alarma, pero él, egoísta, sólo piensa en su carrera, en él mismo. Georges es periodista, presentador de un programa de TV de cierto éxito, sobre literatura, algo así como el fenecido Apostrophe. Su mujer trabaja en una editorial, aunque la cámara se centra en él, todos los demás aparecen como secundarios. Georges va tomando las pistas según le vienen a su estrecha cabecita: así, piensa primero que el amenazado es su hijo Pierrot (curiosamente, en el doblaje al castellano, a éste le ponen un vozarrón de veinteañero, cuando sólo tiene doce años, se supone); luego, la visita a la casa de campo en donde reposa su madre es consecuencia de un vídeo en donde se ve ese caserón, a una cierta distancia: ¡no le gusta nada a Haneke esa cierta distancia! Su madre sabe que algo pasa, él quiere conservar esa falsa calma de la gente bienpensante. La película llega al clímax cuando en el siguiente vídeo aparece una especie de pasillo angustioso de hotel, de edificio ruinoso y de gente pobre, una puerta, 047, y nada más: aquí la cinta es ya casi película de terror. Allí será el encuentro con un hombre del que no sabemos mucho. Haneke juega todo el tiempo a no decir mucho, a dejar todo en el aire. Poco a poco vamos armando piezas de este puzzle enorme, lleno de crueldad secreta y viejas rencillas, algo que llega desde el pasado, cuando estos hombres tenían seis años y Francia se veía envuelta en revueltas por culpa de su colonialismo: y Majid pagó el pato, como quien dice. El filme se va complicando, hay una especie de secuestro del niño, y hay también una escena horrible, que hace decir a un espectador a mi izquierda y detrás: "¡qué desagradable! Este hombre [el director] siempre hace estas cosas, pero qué desagradable..." Pues así, ¿qué os pensábais, que el cine era para la modorra, para el divertimento? Y la historia no acaba con las últimas imágenes, sigue por fuerza en la cabeza del espectador, cuando se levanta de su butaca y sale al aire de la tarde casi noche. Afuera están los camiones y demás atrezzo, porque cerca están rodando El camino de los ingleses, de Antonio Banderas y Antonio Soler. Han cortado la Plaza de la Merced y alrededores, luego en TV se verá una secuencia de la futura película. Pero sabemos que es sólo una ficción, mientras que Caché /Escondido es una poderosa realidad. Haneke nos enfrenta una vez más con viejos fantasmas, ahora para dormir tendrá que ser con somníferos, y lo que salga al otro lado será el paisaje envenenado, falsamente bucólico, de una infancia rota. Mientras, nuestros retoños se educan en el Liceo, y sus papás los van a buscar a la salida, ¡qué bien!