miércoles, enero 18, 2006

Un año más

Hoy es mi cumpleaños, pero me temo que será un día más, un día cualquiera, miércoles, en mitad de la semana, en mitad del páramo, nada especial, ni tarta, ni postales, ni regalos que entran por la ventana, ni más libros, ni más música, hoy, enero, frío, desolación, casi desierto, corazón herrumbroso.

Alguien me pregunta, o se queja, que ya no escribo de música; bueno, sí, lo hago en Claros del bosque, pero en dosis muy pequeñas, y que creo que no llegan a mucha gente. No escucho la radio, no compro nuevos discos, y casi no voy a conciertos, así que de qué música podría hablar, si no es de la música de los sueños, o del ruido cotidiano.

Un vez más me pregunto si tiene sentido seguir, seguir no sólo en la escritura, sino en la vida misma, y si haber llegado, más o menos, a la mitad de ella, significa algo, si algo tiene sentido, y si la segunda parte de la vida será penosa, y si es así, si va a ser peor que la primera, si no sería mejor desaparecer, pero no con una muerte lenta como la de mi padre, perdiendo la razón poco a poco, perdiendo todas las facultades, sino de una vez, súbito, sin enterarse, o con un dolor efímero. Le tengo respeto suficiente al dolor como para no querer soportarlo demasiado.

Me pregunto por lo que me espera, se me dice que yo tengo el destino en mis manos, y esto parece película de ciencia-ficción, como si el destino, lo que nos aguarda, no tuviera sorpresas detrás del telón, que nosotros no sabemos, que nos dejan con la boca abierta..., como si soportar a los demás no fuera suficiente tarea, como si el ruido del mundo no nos dejara exhaustos, y sin muchas fuerzas para seguir.

El gran Henri Michaux, uno de mis escritores más admirados a pesar de que casi no lo conozco, dijo algo, dio en la clave de lo que significa ser humano: nos movemos en la polaridad gravedad /ligereza, es ahí donde se desarrolla nuestra tragicomedia. También Milan Kundera, en La insoportable levedad del ser, nos lo mostró de forma narrativa-musical, tomando Beethoven como interlocutor-pensador de la gran paradoja. Tal vez mi problema es que no me he endurecido, como la mayoría de mis semejantes, los que nacieron alrededor de los setenta, año arriba o abajo. Madurar, nos dicen, es propio del ser humano, hay que madurar, crecer es forjarse un caparazón lo suficientemente resistente como para hacer frente a las inclemencias, para soportar vivir a la intemperie. Porque vivimos a la intemperie, como bien nos dice Sloterdijk en la primera parte de Esferas. Esto, alguna gente piensa, es lo que harán los sin casa, los mendigos, no yo. Pero tú también vives en lo abierto, ¿o te olvidaste? Todos estamos en el mismo barco, y la única diferencia es: o te has hecho duro, o eres todavía blandito, como el niño cuya pelota golpeada todavía no ha tocado tierra. ¿Qué significa crecer, hacerse adulto? Volverse cínico, hacerse indiferente a las tempestades, como Nagasawa, ese personaje de la novela de Murakami que ahora leo; o autoengañarse, como hace su novia Hatsumi, que prefiere esperar al que a nadie espera. Quien renuncia a esta autoprotección feroz de guerreros decadentes, termina en la puta calle, o golpeado por todos los meteoritos humanos, demasiado humanos. Y la sonosfera en la que tenemos que convivir es un puro pandemónium. No deseo más música, si la música va a ser eso.

Si no hay contactos verdaderos, si la aproximación es una marcha atrás repentina...

Si sólo hay rumores de buen tiempo, si sólo hablas de cálculos en la estratosfera...

Una mañana no amanecerá, el sueño se llevará, barrido por el viento, los últimos recuerdos, porque los recuerdos se enjuagan con alcohol de 96 º.

Si al menos algo cambiara, pero no estos microsucesos, sino algo terrible que azotara los cimientos...

Ahora más que nunca, un gesto, cerrar los ojos, estar a solas con el mar.

6 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Muchas felicidades, Lukas. Eterna pregunta, ¿tiene sentido seguir? . Dice Cioran: "Desembarazarse de la vida es privarse de la satisfacción de reirse de ella"

Te agradezco en enlace a tu otra página

11:44 p. m.  
Blogger Magda Díaz Morales said...

Feliz cumpleaños, querido Lukas. Te traigo serenata, con todo y mariachis, y te canto las mañanitas (es lo que cantamos aqui en los cumpleaños):

http://peoresnada.com/serenata/sphm_mannts.shtml

Un gran abrazo.

3:30 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Casi llego tiempo. Te leo. Y quizás eso sea suficiente para desearte feliz cumpleaños. Quizás no. Pero ahí va.

6:14 a. m.  
Blogger edilberto aldan said...

Yo, yo no llego a tiempo, lo que me hubiera gustado escribir, la intención y el tono me lo ganó Iria.
No me resta más que unirme al Sombrerero loco y escribir: feliz, feliz no cumpleaños, a ti...
Lukas, un abrazo trasatlántico

4:01 p. m.  
Blogger lukas said...

Gracias a todos por vuestros deseos y palabras. No importa llegar tarde, lo importante es llegar. En fin, seguimos en la senda...

5:17 p. m.  
Blogger Rain (Virginia M.T.) said...

Lukas, aquí donde vivo, aún es jueves, un dìa después de tu cumpleaños. A lo que mi padre le llamaba, apegado a los tiempos idos: el día de la jorobita, que sigue al cumpleaños. Un 18 de enero nació Lukas, quien escribe como los dioses podrían escribir. Y no exagero, así lo creo.

Leo blogs y blogs, y al llegar al tuyo, encuentro palabras diamantes:
el tonos de tus palabras, inolvidable, que pemanece en la médula emocional, en la mente y sus
vericuetos, en lo que se es, cuando nos dejamos tocar por lo que sentimos, por lo que leemos.

Este post es entrañable.

Si te acompañaste del mar y el silencio, habrás sentido que lo que eres a través de tus palabras, entre el cansancio y la
melancolía, se conecta a otros, a otros sentires, a esa gran marea, donde nos alzamos...

Y muy querido Lukas, podrás sonreír y aún cuando el herrumbroso cielo aparezca, algo más fuerte, un color, una voz, un sonido, algo puro, en ti vibrará.

Gracias, gracias por las palabras, Lukas.

5:12 a. m.  

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