martes, octubre 23, 2007

Mujeres

Adondequiera que voy, hay una mujer.
Voy al kiosco habitual, y le pregunto a la merdellona que hay que si me puede reservar el periódico del domingo, El País para más señas, ya que trae un disco-libro de Héroes del Silencio, que han resucitado, estas cosas pasan (en su momento escuchaba sus discos noche y día, pero en casa de un amigo, el cual me hizo grabaciones piratillas en cintas). Pues bueno, la chavala no se aclara, me dice que no sabe lo que traerá el diario ese día, que me pase el sábado, le digo que el sábado me es imposible, entonces el viernes, hay que joderse.

Voy a la centralita de venta de entradas del Teatro Cervantes para sacar las entradas de los conciertos de noviembre, hay una mujer de esas reventadas que enseguida me echa para atrás, pues está vestida con uniforme de azafata de tierra, no sé por qué tiene que llevar ese ridículo conjunto azul-de-la-muerte, pero en fin, me siento y me indica los asientos que quedan libres, ya no muy buenos porque se vendieron poco a poco, estas cosas pasan; en fin, que pido uno que no me gusta y otro que no era mi favorito, hay que joderse. Tanto la merdellona de antes como ésta, tienen llamadas en esos momentos en que yo estoy, una dice que ahora no puede que tiene gente que atender, la otra pone voz de furcia para atender a un amante o amigote, se supone. Salgo de la cabina sin vuelo y me enfrento a un yonqui con cara de desesperación, me guardo bien las entradas y el dinero que me ha sobrado, diez céntimos, hay que joderse, pero por si las moscas, en Suiza tienen razón.

Adondequiera que voy, hay mujeres, también en la taquilla del autobús, y en la caja del Supersol, y siempre que voy al servicio de la puta estación de autobuses están limpiando, con todo el cacharrerío en la puerta, y tengo que salir despedido al otro extremo o aguantarme, hay que joderse. Si voy al Juzgado, las que me van a juzgar son putas mujeres. En el autobús de vuelta hay una chica muy guapa con unos ojazos azules que te nieblan y pelirroja encima, y se sube una tipa adolescente con el pelo enredado y pinta de sudaca por su color más bien chocolate, y a los pocos minutos está ligando con ella, le dice que sabe english, quiere que tenga las tardes libres para que participe en sus orgías, que se monta cámara conectada a internet, hay que joder y bien.

Por eso creo que me gusta tanto el jazz y la música contemporánea, porque son reductos masculinos, las mujeres rara vez acceden a ellos; y si les gusta el jazz, es esa pedorreta con voces femeninas del tipo Diana Krall o Norah Jones, eso ni es jazz sólo basura blanca. La música contemporánea es más rara todavía, por lo que nunca van a los conciertos a no ser que sea por invitación y con el conjunto listo para ligar, porque en Músicadhoy va gente rara y que es muy intelectual y a lo mejor se consigue algo bueno a cambio de unos ruiditos. Una vez conocí a una groupie de este tipo de música, una chica muy lanzada, que gustaba de hombres mayores, pero nunca tuve sexo con ella, lo nuestro era la palabra fina.

En fin, adondequiera que estoy hay mujeres, pero no hay satisfaction. ¿Es que no hay una jodida mujer amable que ocupe su puesto como tiene que ser, trabajando de forma atenta?

Porque de lo contrario el vuelo se convierte en una pesadilla, y hay que irse al zulo y escuchar a John Zorn a todo trapo.


Machine Gun, de Peter Brötzmann, un disco realmente brutal

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