lunes, octubre 08, 2007

Por las noches me pierdo

tengo pesadillas y me meto en casas abandonadas que han pertenecido a la Iglesia, y son lugares de los que difícilmente se sale, y sin embargo vuelvo para buscar al perro que ha desaparecido, y en un balcón encontramos a un hombre que duerme al raso, está o parece dormido, es un mendigo que se tapa con una manta arpillera, es mi padre moribundo, mi madre lo coge en hombros, su rostro no es humano sino que parece el de un reptil antediluviano, y yo clamo al cielo ante la indiferencia de la gente por favor una ambulancia por favor una ambulancia...

escucho a Alvin Curran, piezas extrañas, paisajes sonoros para no perderse, sirenas de barcos, la risa de John Cage

en la noche suena un teclado magnético que señala las posiciones de la tierra encantada, hace frío y sin embargo es imposible perderse

y en la tarde del domingo el CD enigma con obras para Christian Dotremont, ese belga de los logogramas

las películas porno que están al acecho

el miedo al frío a no tener qué echarse encima,

busco a una aventurera una mujer que guste de perderse, que me haga perderme, la conciencia ya no existe, eso que busco en vano en el curso del tiempo, la mujer que se lanza y conduce hasta el final, y más allá de la curva hay un paraíso perdido

sueño con Carola, que le tiro piedras y se rompe su collar de perlas y esto es muy malo, noto que ella dice a sus amigos, y esto será el fin; veo su rostro tan hermoso, su nariz tan especial, echo de menos ese discreto encanto, sé que no volveré a verla, porque ella también está muerta

busco a una mujer de larga cabellera, con la piel tan blanca que es una delicia tatuar encima, una mujer que se sienta sobre la alta hierba y desaparece bajo los rayos de sol, y vamos a ver películas de los años cuarenta cuando el cine estaba en su esplendor, y vamos a ver una película sobre fantasmas que se llama Almas perdidas *, o algo parecido

me despierto con un ligero temblor, y con la suma alegría de estar de este lado y no entre las sombras de una casa abandonada, hay gente que corre por senderos, hay carteles gigantes de cine en paredes pintadas en vivos colores, hay una risa y una flor en su pelo, ella se llama (...), está tendida en la hierba, tan bella como una obra de Froberger



* La película se llama, ahora me acuerdo, Carnival of souls, y era elogiada en un artículo por una perdida, Elfriede Jelinek.

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