sábado, abril 17, 2004

Tengo ya muchas ganas de que llegue la semana que viene, el jueves por la noche, y poder irme de nuevo a Madrid. No me gusta este lugar, para qué negarlo, y no me gusta desde hace tiempo. No es sólo la gente, la falta de cultura, de actividades que merezcan la pena, el fascismo cotidiano... Es algo más, tal vez la necesidad de escapar, de permanecer en otra parte. Pero sé que esa huida permanente tampoco es posible, y cansa, y te hace daño.

El concierto de anoche fue realmente bueno, uno de los mejores que han dado por la Clásica en mucho tiempo. Ives y Takemitsu te llenan de esa calma que tanto hace falta. "La pregunta sin respuesta" es un canto al sinsentido del universo, a ese permanente fluir hacia ninguna parte, que las cuerdas dibujan con energía; la trompeta, los seres vencidos por la duda, lo que no puede ser contestado. Y las maderas, que tampoco pueden dar el mensaje que nos salve. No tenemos salvación.

Mientras pienso cómo seguir con la novela..., mientras acabo la novela de Nabokov, tan espléndida en su humor negro, tan malísimo este Hermann..., sonrío entre dientes..., y escucho.

Un amigo me dice que se ha enamorado, o algo así. Ahora se está hartando de follar, dice, y es algo a lo que no estaba acostumbrado hacía muchos meses. Ahora tiene hambre, pero seguro que se cansará. De todo se cansa uno. Menos de una cosa...

1 Comments:

Blogger PatriciaCe said...

No nos cansamos de desear...o me perdí algo?

3:33 a. m.  

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