jueves, octubre 28, 2004

Nabokov sentencia

En el blog de Daniela Artefacto encontré la siguiente cita de Nabokov sobre Chejov:

Voy a ir más lejos, y decir que quien prefiere Dostoievski o Gorki a Chéjov jamás podrá captar lo esencial de la literatura rusa y, lo que es mucho más importante, lo esencial del arte literario universal. Yo recomiendo vivamente tomar cuantas veces sea posible los libros de Chéjov (incluso en las traducciones que han padecido) y leerlos como deben ser leídos, soñando a su través. En una era de fornidos Goliats viene muy bien leer cosas sobre Davides delicados. Esos paisajes desnudos, los sauces secos al borde de los caminos tristes y enlodados, el súbito tufillo de un recuerdo asombroso en un rincón extrañísimo: toda esa vaguedad conmovedora, toda esa debilidad hermosa, todo ese grisáceo mundo chejoviano es algo que vale la pena atesorar frente a la luz cegadora de esos otros mundos fuertes, autosuficientes, que nos prometen los devotos de los Estados totalitarios.


Estoy muy de acuerdo con el gran Nabokov, sin duda mi escritor favorito. Qué placer entonces, cuando mi ex y yo leíamos sus obras de teatro en voz alta... Y sus cuentos, sus maravillosos cuentos, siempre detallistas, siempre melancólicos, divertidos a veces, y que retratan situaciones y personajes inolvidables (la mujer del perrito, el monje negro, el médico casado con una frívola, etc.). El pasado verano, en la antología de Monterroso sobre los cuentos tristes, leía uno de ellos. La sutileza, el color al borde del camino... lo que no hace ruido...