miércoles, octubre 27, 2004

Nadie sabe...

Uno quiere ir hacia delante, sostener cada día nuevas sorpresas, ideas, tramas para engañar al tiempo, pero en el sueño, en cada paso, volvemos a caer en ese pasado que creíamos muerto. Constantemente nos decimos que todo podría haber sido de otra manera. Veo a la gente que estaba conmigo en el instituto, la mayoría ya casados y con algún hijo, ellas esperaron hasta los treinta pero al final tuvieron el crío, aunque a muchas ya les iban diciendo que se les pasaría el arroz (qué expresión tan idiota, por cierto). Gente que cree en una sola dirección, o una vía de único sentido. La vida es eso, se supone, avanzar sin mirar atrás. La nostalgia no es buena, mirad lo que le sucedió a la mujer de Lot. Quien se detiene al borde del camino engendra pestilencia, parece. Hay que casarse, emparejarse al menos, hay que dejar descendencia, eso aquieta la furia del Yo, eso hace que nuestra mortalidad sea menos pesada. No es mi caso, me digo, no deseo entrar en ese rebaño, ya desde el colegio no me gustaba formar fila, la odiosa escuela...

Entonces, vienen los recuerdos, las sombras de la noche, te despiertas con un grito, un grito muy real, pues luego compruebas que te molesta la garganta. Gente que no tragas en la vida real aparece ahí rebajada, te vengas en ese espacio sin tiempo, en el no-espacio. Ya sé que podría estar con una mujer, tal vez casado, y hasta con un hijo, y con ese hogar que sueñan los que van a ser o ya son felices. Pero no creo que sirva para ese tipo de vida, es más, no creo que sirva para ningún tipo de vida humana.

Música, conciertos para instrumentos graves: el concierto para trompeta de Bern Alois Zimmermann, Nobody Knows the trouble what I see, sus coqueteos con el jazz... Terminó suicidándose, harto de su mala salud y de que sus obras no se estrenaran. Frente a él, Henze y la luminosidad mediterránea de una música clara, técnicamente perfecta, como se demuestra en su Concierto para contrabajo (Frano Kakarigi, Orq. Ciudad de Granada, Arturo Tamayo), en donde imagina que el instrumento es un fauno, que divaga, corretea y se mueve de aquí para allá, no sabemos si antes o después de la siesta... Por cierto, en febrero de 2005 habrá Carta Blanca para él, dentro de la temporada de la ONE. Espero acudir a alguno de los tres conciertos que él mismo ha elegido.