viernes, octubre 15, 2004

Otoño

Mi amiga Carola ya se fue, ayer ya no pude verla, la última noche fue el miércoles y la pasamos en El Cielito Lindo, un restaurante mexicano bastante bueno, muy bien decorado, y en donde nos ofrecieron una botella de vino tinto por una invitación que nos dio una chica hippie del Paseo. Ella no bebe alcohol, así que me la bebí yo entera, comimos una quesadilla de chorizo (yo) y otra vegetal (ella), picamos unos doritos con esas salsas típicas, una de ellas muy picante. Hablamos de un chico que ella había conocido en la playa ese día, irlandés, supuestamente homosexual, quien sin embargo siempre ha vivido con mujeres, con la última estuvo diez años nada menos, siete de ellos, los últimos, sin nada de sexo. Ella estaba interesada en que lo conociera, de hecho estuvo a punto de invitarlo a la cena, pero al final no lo hizo por delicadeza hacia mí, pues sabe que no me gustan mucho estos encuentros con desconocidos..., además que era nuestra última noche. Pero dice que me pasará su e-mail, y puede que lo vea algún día en la playa. Bueno, fue una velada estupenda, y al final me llevé de recuerdo su maleta rosa chicle, a la que se le rompió el asa, ella dice que no tira nada (aunque su verbo para ello es "brotar", me hace mucha gracia), así que la he llenado de libros (siete de ellos suyos) y ya está debajo de la cama.

Sí, el otoño ha llegado, la Feria pasó, todo ha vuelto a la normalidad vulgar. Me gusta este primer frío, tras un verano alargado. Tengo la garganta fastidiada (yo creo que fue por el vino), pero ya estoy acostumbrado. Ayer, una chica mexicana que vive hace tiempo en Berlín envió al foro (El Bosque), para mí, unas fotos preciosas de distintos lugares de Alemania, como Freiburg, un pueblecito cerca de esta ciudad, vistas de lagos y algo de bosque, un encanto. Es la chica más inteligente del foro, la que siempre busca la concordia por encima de las disputas de cada quien. Por desgracia, no todo el mundo es así.

En el magacín nocturno de la radio, primer concierto en directo, en el estudio 2 de la Casa de la Radio. Un jovencísimo violinista de sólo 16 años, Miguel Colom, tocando piezas de Sarasate y Wienawski, y alguien más que no sé cómo se escribe. Curioso, que todos estos violinistas tan jóvenes se esfuercen con las piezas virtuosísticas, pero algo planas, sin verdadera profundidad. Claro, son maduros en técnica (y ni eso), pero no han vivido nada de las emociones de las obras más complejas. Hay supuestos melómanos que también disfrutan con las técnicas endiabladas, con los intérpretes diabólicos, pero no son capaces de apreciar una "poética", por ejemplo la del último Nono. Más allá del sonido impecable hay un mundo borroso, sutil, que no puede aprehenderse de una tacada y golpes de arco, el sudor no es suficiente. Cuarteto Lasalle frente al Cuarteto Arditti. Desde luego, me quedo con los primeros. Ese chico ya ha sido multipremiado, pero todavía le queda un largo camino, y puede que nunca toque los caminos de Luigi...