viernes, octubre 01, 2004

Que se vaya Bush



Ayer fui a ver, por fin, Fahrenheit 9 /11, la aclamada película-documental de Michael Moore, que ganó la Palma de Oro en Cannes merecidamente. Ha sido el documental más distribuido en nuestro país, y en muchos otros. Moore, que se ha ganado la fama de "broncas" y que también es visto como un poco exhibicionista, nos ofrece aquí un prodigio de montaje, una selección musical espléndida, una banda sonora muy efectiva, y sobre todo, una mala leche tremenda, un ajuste de cuentas con el nefasto gobierno de su país ("¿qué han hecho con mi país, tío?").

El documental empieza dando cuenta del chanchullo de las eleccciones del año 2000, de cómo en el estado de Florida hicieron un tejemaneje para que George W. Bush ganara finalmente los comicios de ese año --las protestas de la comunidad afroamericana no sirvieron de nada, porque ningún senador quiso firmar la impugnación --. Y acaba, también de forma emotiva, con el lamento de una madre ante la Casa Blanca, una madre que ha perdido a su hijo en la guerra de Irak. La coda es un aviso, una broma que ojalá se cumpla... Entre una y otra secuencia, la historia de los últimos cuatro años, la historia de un conglomerado de tramas sucias de negocios, alianzas empresariales que dirigen en la sombra la administración del Imperio. Toda la revelación sobre las familias saudíes, sobre todo la salida de los Bin Laden, puede causar escalofríos; pero en no menor medida, lo causan las escenas de la masacre en Irak, blanco desde el principio. El lamento de una madre, jurando venganza contra los invasores, es firme contrapunto a esas escenas en que salen los capitostes de turno preparando sus negocios para la reconstrucción del país: "bueno para los negocios, malo para la gente", de un cinismo apestoso. También me llamó poderosamente la atención ese momento en que aparecen los soldados, diciendo que durante los ataques se conectan el CD al tanque, y que su tema favorito es Burn, mother's fucker, burn!, algo estremecedor en su crueldad, y que da la razón a Deleuze cuando habla del potencial fascista de la música...

Podría hablar de muchos más momentos, de piezas escandalosas en la cumbre del mundo, de cómo el propio Moore saca la miseria interna del país (vistas de Flint, su pueblo natal; o el hospital con los desasistidos heridos de guerra), pero es mejor parar por hoy. Algo he leído sobre unos niños en Irak, y me temo lo peor. El mundo no es mejor ahora, con Sadam derrocado, y un gobierno títere a la espera de elecciones, que podrían ser manipuladas vergonzosamente. Lo que uno espera, como tanta gente demócrata en USA, es que este texano de mierda se largue.

1 Comments:

Blogger Gabby De Cicco said...

Hola!!
Lo peor es que hay muchos miles de personas en el gran Imperio que no le creen a Moore.... que dicen que todo eso que muestra es una farsa.
Y por otro lado está la gente que no tiene ni idea de lo que realmente pasa... que no tienen acceso a nada, pero que viven lo peor en las calles, etc.
Un abrazo,

4:31 p. m.  

Publicar un comentario

<< Home