miércoles, noviembre 17, 2004

Less is more

Minimalismo

La música minimalista es una categoría extendida y diversificada que incluye, por definición, toda la música que funcione a partir de materiales limitados o mínimos; las obras que utilizan solamente algunas notas, solamente algunas palabras, o bien las obras escritas para instrumentos muy limitados, como címbalos antiguos, ruedas de bicicleta o vasos de güisqui. Ello incluye las obras que sostienen un simple gruñido electrónico durante largo rato. Las obras exclusivamente constituidas de grabaciones de ríos o cursos de agua. Las obras que evolucionan en ciclos sin fin. Las obras que instalan un muro estático de sonidos de saxofón. Las obras que implican un largo lapso de tiempo para evolucionar de un tipo de música a otro. Las obras que abarcan todas las alturas posibles a condición de que estén comprendidas entre do y re. Las obras que reducen el tempo hasta dos o tres notas por minuto.
Quizás las formas mas antiguas de minimalismo o de reductivismo son en realidad de artistas visuales como Malevitch y de otros adeptos al suprematismo en Rusia y en Polonia, o bien de Mondrian, que trabajó algunos años más tarde en Holanda, con un mínimo de colores y de formas. O incluso de la escuela de minimalismo en la escultura, que , en el curso de los años cincuenta en Nueva York, usa las formas simples de cuadrados y cubos. Artistas como Sol LeWitt y Carl André pertenecen a esta corriente.
Las Vejaciones de Erik Satie, con sus 840 repeticiones, y la pieza silente de John Cage, 4'33", constituyen dos primeros ejemplos musicales, a pesar de que este punto de vista no fue extensamente adoptado hasta los años 60 y 70, cuando puede ser observado en numerosos lugares, con la influencia clara de las artes visuales. Los bordones del americano La Monte Young, la serie de Presque rien del compositor francés Luc Ferrari, los motivos repetidos del americano Terry Riley, las texturas diatónicas simples del estonio Arvo Pärt, las composiciones estáticas del compositor polaco Tomasz Sikorski y los cánones rigurosamente circulares del húngaro Làszlo Sàry no son más que algunos algunos ejemplos de la producción de numerosos compositores que han escogido desde esta época explorar el microcosmos en vez del macrocosmos.
Ciertos autores han escrito "minimalismo" con una M mayúscula, y han declarado que es la invención de un compositor en particular, de una escuela o de una nacionalidad, pero el término deberá ser considerado como una categoría general, como la "multimedia" o la "música por ordenador", más que como un estilo específico.

Tom Johnson (del Vocabulaire de la musique contemporaine p. 91, editado por Minerve en 1992, ISBN: 2-86931-058-7).

A petición de Magda, colocaré aquí una serie de apuntes sobre la música minimalista, bien conocida desde hace tiempo por los melómanos, pero que puede llamar a confusión a la gente que cree que el minimalismo está relacionado sólo con la arquitectura, las artes decorativas o incluso la moda, más que con el arte de los sonidos. Estoy bastante de acuerdo con lo que dice Johnson, él mismo cultivador de este tipo de música, que como bien afirma, no puede considerarse un estilo, es más bien una manera de acercarse a la música, una actitud y una "estética" rabiosamente posmoderna, en el sentido de que los flujos predominan sobre las líneas con una dirección; la repetición y la velocidad están sobre el desarrollo y la morosidad; y la situación por encima del plan. En el caso de Feldman, adscrito también al grupo Fluxus de Nueva York, su intención era convertir el tiempo en espacio, pensar aquél no como una línea continua sino como un paisaje en donde el oyente puede perderse. Y así, un pattern o modelo puede expandirse hasta el infinito, surgiendo poco a poco leves variaciones del material base.

Hubo unos años, sobre todo desde 1993 a 1995, en que escuchaba casi a diario esta música, desde lo más ligero tipo Michael Nyman o Glass, hasta obras más complejas de Reich o Adams, pasando por todo tipo de sucedáneos de la música contemporánea seria. Ya antes se han mencionado una serie de autores muy diversos que pueden enmarcarse en esta tendencia, casi todos los escuché alguna vez, y algunos me gustan bastante, como Satie, Cage o La Monte Young. Recuerdo de éste último un concierto que pasaron por la radio, en un concierto en Francfort del Ensemble Modern: casi una hora en donde se juega con la resonancia de la octava, algo desquiciante para quien estaba conmigo, que se acordaba de esta "tortura" luego, para mi diversión... Caminando bajo la torre de alta tensión era el título de la pieza, dentro de un ciclo más largo que tenía que ver con los sueños de una tortuga... También me acuerdo de aquel amigo que me introdujo en toda esta música, que era un fanático de Glass (y no tragaba a Nyman, que era mi favorito, sobre todo por las bandas sonoras para Peter Greenaway) y con el cual fuimos a un par de conciertos, uno del Ensemble Phoenix con piezas minimalistas de Part (su maravillosa Fratres), el propio Glass (de nuevo relacionada con Oriente, una visita del Dalai Lahma a Nueva York, creo) y otros; y otro que era la representación de la ópera-para-film La belle et la bête de Glass, con la película de Cocteau en directo mientras los cantantes ponían sus voces y los músicos desgranaban una partitura deliciosa, música enamorada del cine. Aún hubo otro concierto al que fui, en otra ocasión especial, ésta más especial, pues fui con mi enamorada de entonces: Dracula, música de Glass, filme de Browning, con el mítico Bela Lugosi en pantalla y el Kronos Quartet y Glass en el escenario. Así que para mí el minimalismo está asociado a este compositor, capaz de genialidades como las citadas (y de un maravilloso, lírico y arrebatador Concierto para violín), y de bodrios como las Glasspieces o una cosa sinfónica dedicada a no sé qué lugar del Amazonas.



El minimalismo puede ser la insistencia en melodismos modernizados, como es el caso de Nyman; o la desvergonzada manera de un Carles Santos, teatral y burlón (también pude verlo en una obra que me decepcionó, La pantera imperial, supuesto homenaje a J.S. Bach); o bien, la profundización en la oscuridad, como es el caso de Hans Otte y su libro de sonoridades intensas; o el claroscuro y la extensión meditativa casi al borde del trance en Morton Feldman, cuyo cuarteto nº 2 puede durar más de seis horas... Y luego, está el caso del citado John Adams, que ha sabido evolucionar desde un minimalismo ortodoxo que hacía exclamar a mi amigo de entonces que era un simple imitador de Glass, a un melodismo casi de corte wagneriano, y que es considerado por la crítica como el mejor de todos (ahora ha salido un disco con obras suyas en Naxos altamente recomendable).

Pero como ya sugiero, el minimalismo significó para mí una etapa, de aprendizaje digamos, un trampolín para saltar hacia otras tendencias, más "duras" digamos, más académicas tal vez, más complejas (pero no por ello mejores siempre). Aunque los compositores y las músicas que conocí luego me reportaron muchos momentos de placer, cuando pienso en aquel vértigo de la "minimal music", me dejo llevar por la melancolía, y pienso que fue como la juventud en mi camino hacia zonas cada vez más sombrías y solitarias.


John Adams

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El Mundo Audible (entrevista con Yatrika Sha-Rais)

1 Comments:

Blogger lukas said...

Por supuesto, Magda, puedes imprimirlo y utilizarlo cuando quieras, si me citas, claro ;-)

De música pienso que soy un aprendiz todavía, me encanta descubrir cosas nuevas y reescuchar otras, y aprender, aprender siempre. Date cuenta que el campo de esta música es amplísimo, y no se agota nunca. Saludos, amiga!

10:24 a. m.  

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