lunes, noviembre 15, 2004

Sólo la belleza

Un domingo por la tarde, y en noviembre, invita al recogimiento. Así que me puse a mirar viejos suplementos, como el Babelia, y dí con el número del 10 de febrero de 1996, y recorté una página en donde se habla del poeta Joseph Brodsky, que había muerto el 28 de enero anterior --cómo pasa el tiempo--. En el artículo, escrito por Antoni Marí, habla de la pasión por la mirada y la lectura de B., de sus ensayos recogidos en Less than one, y dice cosas como:

El hombre es lo que ha visto, afirma el poeta, pero también es aquello que ha leído. Puesto que cuando la realidad es necia o aciaga, cuando lo que uno ve azuza y perturba la reflexión, entonces la lectura y los libros sustituyen a la visión y se convierten en la primera y única realidad...


Para Brodsky, el paraíso está muy próximo a la belleza y casi se confunde con ella, puesto que la belleza es para él el unico consuelo que sólo se obtiene en el lugar donde el ojo descansa. "El ojo, en el paraíso, frente a la belleza, reposa de la hostilidad; se siente liberado de la embestida y del vértigo del mundo y se deja llevar por la contemplación con una casi total autonomía del cuerpo, porque el ojo, afirma Brdsky, no se identifica con el cuerpo, sino con el objeto de su atención; se identifica con lo que contempla, y con las reflexiones y las imágenes que suscitan al ojo y a la mirada", nos dice Marí.

Hace poco léi algo de Joseph Brodsky, pero en versión ensayista, de su colección de artículos ya citada Menos que uno (Versal, 1987). El artículo en cuestión se llama "Complacer a una sombra", y está dedicado a la figura de Auden. Cuenta el excelente poeta de origen ruso cómo su decisión de escribir en inglés, de cambiar de idioma, no respondía a los tradicionales motivos (necesidad en Conrad, ambición en Nabokov o búsqueda de un distanciamiento en Beckett), sino por aproximación al hombre que tanto admiraba, Auden. En estos primeros apartados de su ensayo (de 1983) rememora los años de clandestinidad, cuando leer poesía extranjera en Rusia era casi imposible; nos comunica su pasión por el lenguaje, compartida con el homenajeado, a través de versos escogidos y sagaces comentarios en donde se mezcla la confesión y el encuentro con la verdad, como cuando se refiere a un par de fotografías del poeta.

Sólo tengo un pequeño librito, una antología de W. H. Auden, en inglés. Brodsky también se ha referido a su entusiasmo por las obras recopilatorias. En él están recogidos sus versos principales..., como los de "The Sea and the Mirror"..., pero no encontraba ése que recita el chico protagonista de Antes de amanecer, al final, cuando siente que el tiempo de estar con ella, la desconocida de la que se ha enamorado en esas últimas horas, se acaba. Es un poema que empieza, creo, con los versos "el tiempo correrá como conejos...", y cuenta que le gusta porque una vez lo escuchó en la radio leído con su voz estentórea por Orson Welles... Puse un mensaje en un foro, y una chica me envió de forma privada el poema completo (Lidia, de nuevo, muchas gracias):

As I Walked Out One Evening

As I walked out one evening,
Walking down Bristol Street,
The crowds upon the pavement
Were fields of harvest wheat.

And down by the brimming river
I heard a lover sing
Under an arch of the railway:
'Love has no ending.

'I'll love you, dear, I'll love you
Till China and Africa meet,
And the river jumps over the mountain
And the salmon sing in the street,

'I'll love you till the ocean
Is folded and hung up to dry
And the seven stars go squawking
Like geese about the sky.

'The years shall run like rabbits,
For in my arms I hold
The Flower of the Ages,
And the first love of the world.'

But all the clocks in the city
Began to whirr and chime:
'O let not Time deceive you,
You cannot conquer Time.

'In the burrows of the Nightmare
Where Justice naked is,
Time watches from the shadow
And coughs when you would kiss.

'In headaches and in worry
Vaguely life leaks away,
And Time will have his fancy
To-morrow or to-day.

'Into many a green valley
Drifts the appalling snow;
Time breaks the threaded dances
And the diver's brilliant bow.

'O plunge your hands in water,
Plunge them in up to the wrist;
Stare, stare in the basin
And wonder what you've missed.

'The glacier knocks in the cupboard,
The desert sighs in the bed,
And the crack in the tea-cup opens
A lane to the land of the dead.

'Where the beggars raffle the banknotes
And the Giant is enchanting to Jack,
And the Lily-white Boy is a Roarer,
And Jill goes down on her back.

'O look, look in the mirror,
O look in your distress:
Life remains a blessing
Although you cannot bless.

'O stand, stand at the window
As the tears scald and start;
You shall love your crooked neighbour
With your crooked heart.'

It was late, late in the evening,
The lovers they were gone;
The clocks had ceased their chiming,
And the deep river ran on.


***



(la portada de mi edición es la misma que ésta francesa; el autor del cuadro es un tal David Davies, y esta pintura es muy seductora, ¿pensamos en Conception, esa mujer que aparece ya en las primeras páginas?)

Llegó la noche, y decidí dejar a un lado la filosofía para comenzar una nueva ficción, miré en las estanterías y al final cogí Caracole de Edmund White (Picador, 1986). Es muy difícil definir esta novela ambiciosa y exquisita, escrita con un lenguaje preciosista y de gran correción, con pasajes abundantes de pura delectación en los colores de la naturaleza (esta primera parte se desarrolla en el campo), y con gran sentido de la musicalidad por parte del narrador. Los personajes no son menos deliciosos, con el joven Gabriel cayendo en amor por Angelica, ambos pequeños salvajes en un medio transfigurado por su deseo, árboleshojanieve todo junto en un torbellino casi sinfónico. La descripción de las escenas de intimidad y conocimiento primeros son sencillamente soberbias, y el lector puede ver/sentir/escuchar cada hoja aplastada, cada lápiz de labios, cada poro de piel o coralina apertura... No hay antes de White, si exceptuamos a Nabokov, que lo elogió, un narrador tan fino, tan sensible a la belleza del mundo. Todo emerge como una aparición, en las lentas o rápidas horas previas a la caída del sol; cada aspecto de las cosas nos saludan con su poder caleidoscópico. Hasta los nombres de las plantas adquieren una tonalidad iridiscente, pura poesía de música de cámara. ¡Me encanta, me encanta!