viernes, noviembre 26, 2004

Un infierno tan cercano

Como ya aludí ayer, estuve viendo una película que ya iban a poner hace cosa de un mes, pero por razones que desconozco se suspendió la proyección en un cine comercial y ahora esta semana la han dado en la Cinemateca Municipal. Se trata de El tiempo del lobo de Michael Haneke, uno de mis directores imprescindibles, del que he visto casi todos sus trabajos regularmente. Haneke, austríaco como la reciente Premio Nobel, es un francotirador de los que ya quedan pocos, un rabioso y lúcido cineasta que tenía por fuerza que encontrarse con la polémica escritora y dramaturga. En el cine había muy poquita gente, y es que la película no es para las masas, eso es claro. Al igual que en La pianista, volvemos a encontrarnos con Isabelle Huppert, una de las mejores actrices del cine europeo y desde hace tiempo mi favorita. Hay algo en ella que es pura química, un idilio con la cámara que hace que casi no veamos artefacto de por medio, y eso da mayor realismo a una historia como ésta. Y, por otra parte, Haneke establece una distancia que impide la identificación con cualquiera de los personajes, porque entre el narrador y lo narrado hay un abismo en miniatura. Esa no identificación, ¿qué es lo que provoca?, que el espectador no se lance a la pura magia visual, que no encuentre respuestas, porque H. no quiere las cosas facilonas. Así, al final y antes, todo se vuelven preguntas, preguntas que puede que no tengan respuestas. Una oscuridad rodea la pantalla, y en nuestro interior también se producen escalofríos; permanecemos alerta, pero sin muchas esperanzas de que se haga la luz.



Lo que sucede en este filme, frente a la implacable resolución del filme anterior, es que la primera hora es muy buena, en la representación del derrumbe último, pero en la segunda llegamos a una zona un poco espesa en donde ese perfecto entendimiento mutuo entre la intérprete y el director se diluye en la comunidad de personajes. Se pasa de una oscuridad incomprensible, atrayente y fatal, sin el engaño o apoyo de efecto especial alguno, sino sólo con los medios de la fotografía natural, a una representación de una masa de sujetos desamparados que son el conglomerado de las miserias de nuestro mundo actual. En una situación tan límite como la que H. plantea, antes del Apocalipsis, la gente vuelve a los comportamientos más primarios, y lo que estaba todavía "civilizado" en su pseudo documental Code inconnu, aquí se despliega con las alas más negras del racismo y la exclusión.

De esa primera hora, destacaría esa secuencia en la llanura, de madrugada, cuando buscan a Benny (el hijo) y al final aparece traído por ese personaje ambiguo que cruza el relato como ladrón-nómada. Esa luz cenital, esos colores sombríos, alucinantes, son todo un hallazgo. La llegada a ese hangar cerca de las vías del tren, en donde poco a poco se hacinan los que esperan, un tren, ¿hacia dónde?, significa un poco la disminución de la fuerza de la primera hora, en donde ese claroscuro feroz hacía que resaltara cada gesto. Hay momentos muy intensos, pero ya dentro de un tiempo y unos colores diferentes. Como decía el desaparecido Ángel Fernández Santos en su crítica en El País, del 21-5-2004:

"Pero mientras avanza el derrumbe hacia adentro del mundo de Isabelle Huppert y sus hijos, por contra el itinerario del personaje se hace cada vez más confuso, perdiendo paulatina e inexorablemente la tensión y temblor que tenía inicialmente, lo que impide ser a esta arriesgada aventura colectiva, épica y al mismo tiempo introspectiva, un trabajo redondo. En la hora final, El tiempo del lobo pierde aire, y decepciona".

P.D. La única música que H. introduce, como si estuviera bajo el espíritu Dogma, es a través de un aparato de reproducir cassettes, y la obra es la Sonata nº 5 para violín y piano de Beethoven, que la niña, Eva, le pide escuchar a su dueño. Por lo demás, sonidos ambiente. También estoy de acuerdo con la crítica del enlace de arriba en lo referente a la innecesaria muestra del sacrificio del caballo, fue una escena que me chocó mucho. En cambio, la muerte del padre al comienzo es obviada, aparece fuera de campo. ¿Por qué?