sábado, noviembre 06, 2004

Violencias

Ahora bien, la policía de Estado o violencia de derecho todavía es otra cosa diferente, puesto que consiste en capturar, a la vez que se constituye un derecho de captura. Es una violencia estructural, incorporada, que se opone a todas las violencias directas. A menudo se ha definido el Estado por un "monopolio de la violencia", pero esta definición remite a otra, que determina el Estado como "estado de Derecho" (Rechtsstaat). La sobrecodificación de Estado es precisamente esa violencia estructural que define el derecho, violencia "policial" y no guerrera. Hay violencia de derecho siempre que la violencia contribuye a crear aquello sobre lo que se ejerce, o como dice Marx, siempre que la captura contribuye a crear lo que captura. Es una violencia muy diferente de la violencia criminal. Por eso también, a la inversa de la violencia primitiva, la violencia de derecho o de Estado siempre parece presuponerse, puesto que preexiste a su propio ejercicio: el Estado puede entonces decir que la violencia es "originaria", simple fenómeno de naturaleza, y que él no es responsable de ella, que él sólo la ejerce contra los violentos, contra los "criminales" --contra los primitivos, contra los nómadas, para hacer que reine la paz...
(Mil Mesetas, Deleuze & Guattari, Pre-Textos, 2002, p. 454).

Al leer este párrafo he pensado enseguida en aquellas canciones rabiosas de La Polla Records que solía escuchar en una época, la del instituto, no me cansaba de escucharlas, la calidad musical no importaba apenas, el guitarreo sucio era un fondo contra el que se alzaban mensajes simples y directos. El otro día, navegando, encontré una página que traía casi todas aquellas canciones, las de Salve y demás álbumes de entonces. Violencia es la vuestra, asquerosos...; Era un hombre, y ahora es poli....

Cuando se nos habla de Estado de derecho, nos parece lo más normal del mundo, y rara vez lo asociamos con un estado violento, policial, pero así es. No hace falta esperar un estado de excepción para exclamar estas cosas. Precisamente, en otro momento de este libro, Deleuze y su colega nos hablan de los microfascismos, a los que ya me referiré en otro post. Tampoco un policía es un funcionario cualquiera, como creen las mentes ingenuas, no cualquiera es policía, como no cualquiera se vuelve loco, estas cosas no son porque sí. Salgo a la calle y me los encuentro, en cada esquina hay uno, y no es paranoia. Hace un rato salí a pasear la perra de un amigo y ví a uno, iba con la mujer (una del estilo mosquita muerta) y la hija pequeña. Muchas veces me he preguntado por qué esta gente desarrolla un instinto tan marcado hacia la institución familiar. Pero no olvidemos que el Estado y la familia son las dos mayores prisiones de la verdadera libertad. Un policía, una familia, una "alegre juventud" (los maderos cuidan de nuestra seguridad/ estando con ellos nada nos puede pasar). Todo se encadena de esta fatal manera.

Como me sugiere Magda, una amiga virtual, el Estado crea a los que luego perseguirá, crea esas "bolsas de pobreza" (atención al cinismo) y marginación, contra los que sacude toda su violencia. El Estado, diría Freud, ha sublimado esa violencia anterior, no tiene necesidad de guerras ni de crimen como en las bandas (dice Deleuze), pues tiene suficiente con los policías y los carceleros. Ahora mismo en España, "instituciones penitenciarias" tiene un serio problema con el hacinamiento en las cárceles y con grupos, cada vez más numerosos, de radicales islámicos, que montan estrategias para hacer saltar por los aires los lugares de poder y violencia estatal. Constantemente, las noticias no hablan de otra cosa, y desde hace tiempo sé que la dinámica, a grandes rasgos, es así: la lucha del Estado (que es conservador por naturaleza, incluso un gobierno socialista no puede hacer otra cosa que conservar) contra las manadas, los grupos "violentos", el "crimen organizado", los terrorismos de toda calaña, todos los que escapan o intentan huir de la zarpa oficial. Esta dinámica puede llegar a ser muy aburrida, pero no deja de ser escalofriante. Y menos mal que no vivimos en Imperio, ahí la cosa se complica...

2 Comments:

Blogger Unknown said...

ánimo a la hora de denunciar los microfascismos.

posibilitaremos microrevoluciones moleculares?

9:35 p. m.  
Blogger lukas said...

Muy buena pregunta, Magda, es cierto que el Estado, como dice Detritus luego, se legitima a sí mismo, efectuando una operación de recurrencia casi absurda, pero que le permite alzarse sobre los cacareados ciudadanos.

Ayer escuchaba la noticia de cómo la Iglesia católica, la Conferencia Episcopal, está a la que salta por las supuestas reformas que emprende el Gobierno en favor de la eutanasia, del matrimonio de personas del mismo sexo, así como la eliminación de la asignatura de religión obligatoria en los colegios. La gente daba su opinión, claro, casi tod@s estaban disconformes, son los representantes de esa turba aún apegada a las tradiciones y que no desea cambios en sus añejas estructuras mentales. Pero por suerte, una gran mayoría está de acuerdo con la eutanasia, con la educación laica por fin, y con los matrimonios de gays y lesbianas. Para contrastar, se nos ofrecía la noticia de una madre que, en el ayuntamiento de Igualada (Barcelona), "bautizaba" a su hijo para entrar en la vida civil. Lástima que todavía sea algo anecdótico. Vivimos en un país bastante atrasado en todo esto de la verdadera vida civil.

En Estados Unidos, la situación está más dividida, con toda la "América profunda" super religiosa y muy apegada al mensaje del miedo de Bush Jr. Pero una gran mayoría de los estadounidenses, pienso, está aterrorizada por un segundo mandato de este texano al frente de una maquinaria de guerra tremenda. Al menos, esperamos que dejen investigar con células madre...

11:38 a. m.  

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