jueves, diciembre 02, 2004

Artefactos

Asocial, vagamente turbia, cínica, desde siempre la literatura rechaza la historia, la patria, la familia; a esas almas honestas que tratan de poner lo bello junto a lo bueno, responde con groseras impiedades. Un elemento fundamental de desobediencia gobierna los impulsos de la literatura. Mirad cómo repugna, cómo acepta incluso morir, cuando se la quiere fabricar honesta. Es ascética y puta. Quizá podemos ver la literatura como una sátira total, una pura irrisión, anárquica y felizmente deforme, una modulación de lo blasfemo. En el corazón de la literatura se encierra una risa entre olímpica y demente, algo de lo que muchos tienen miedo (...).
Giorgio Manganelli

Pero hay mucha gente, lectores y lectoras incluso de pasiones profundas, que creen todavía que la literatura es esa cosa suavemente disciplinada que nos aísla de los ruidos de fuera y nos entretiene, o nos enseña algo, o casi que nos hace mejores, cuando no se trata, ay, de nada de eso. Es lo que dice el escritor italiano, ese radical que ya se nos fue, ese fabulista que nos internó por la ciénaga definitiva, un camino sin retorno. La literatura es peligrosa, cuando es realmente el lugar de la desolación y la huida de lo real. La gente que "vive" sencillamente no lee. Porque si vives en un pueblo de diez mil habitantes, y no hay metro, y no hay teatro ni cines, no hay excitantes culturales, que nos hacen estar vivos, la lectura es algo totalmente prescindible. En ciudades como Madrid casi todo el mundo lee, y si me gusta tanto ir en metro, es para comprobar cómo la gente lee, y cosas muy diversas. No hay vida fuera de las ciudades, porque no hay verdadera "vida" fuera de la cultura, y porque el erotismo, la gastronomía, pasear y tantos otros placeres y ocupaciones de la mente y el cuerpo es cultura refinadísima que en los lugares de menos de quinientos mil habitantes no se da realmente.

Desde hace días, muchos días, estoy metido en la novela de Edmund White Caracole. Difícil encontrar un libro más fabuloso, en todos los sentidos. Su imaginación es única. Sólo la refinadísima cultura occidental es capaz de dar cabida a un especimen como él. Imposible encontrar un libro más perverso que éste, más sensual, erótico, complejo en el análisis de cada gesto, de cada sentimiento. No quiero comentar mucho más, porque todavía estoy de lleno en sus páginas, y en la parte más intrincada, más fascinante, pero pongo aquí una muestra de metáforas y expresiones que el narrador usa, y que dan cuenta de esta desvergonzada manifestación de amor por el arte, la belleza y la crueldad:

Él casi puede escuchar su pelo, en una hemorragia de luz, casi una delicia zoológica, Él era una flecha volando hacia el blanco que ella hacía de sí misma, toda ella se presentaba ante él como un regalo, la putrefacción que él siempre supo que estaba en su interior, porque ellas eran tiernas vasijas, las mujeres, fácilmente rompibles, eso parecía evidente, ella era una criatura literaria, la mayor parte de su experiencia había sido vivida a través de personajes en libros o en el escenario..., con su pelo como una nube de tormenta en miniatura a su lado, ella semejaba un brillante hibiscus rosa, en un mundo de reptil indiferencia...


Una de las nínfulas de Balthus

Estas traducciones que he hecho no logran acercarse apenas a la magia, la musicalidad infinita del original..., son tantos los momentos en que White nos seduce con ese detallismo à la Nabokov, con ese ritmo interno, y sobre todo, son esos personajes femeninos (Angelica, Mathilda, Edwige, Flora...) tan encantadores, bellos, complejos o frívolos, que enseguida se meten en nuestra vida, y ya no podremos olvidarlos. La creación de este mundo imaginario pero no tan ajeno al nuestro es algo que resplandece ante nuestros oídos, como una fruta lujuriosa, ese amor, que es definido tan certeramente, y esas pieles que brillan, es el erotismo de las chicas jóvenes, de las mujeres maduras e "intelectuales", son artefactos forever.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

demasiado largos los post.

9:22 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Andy:


Para nada, ha sido una reflexión bastante interesante :) en su justo tamaño

11:47 a. m.  

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