jueves, marzo 31, 2005

Búsqueda de algo

Anoche estuve viendo otra vez, y de nuevo por la dichosa TV, la última película de Kubrick. En su día se me pasó en cine, porque había sido bombardeado tanto con la publicidad previa a su estreno, que no quise ir a verla, supongo que a más gente le pasó lo mismo. Eyes Wide Shut (qué curioso que no se haya traducido, cuando luego se han doblado hasta cosas que aparecen escritas, como esa nota que le dan a Bill en la puerta de la mansión, y la noticia del periódico). Como he leído en más de un lado, estamos ante lo mejor y lo peor de su director, capaz de momentos fascinantes y de otros tediosos e insoportables. Y esto sin tener uno que ser un fan o un detractor, que quede claro. En mi caso, nunca lo endiosé, como hacen muchos, pero tampoco lo subestimé, porque ha hecho algunas cosas realmente bien, caso de El Resplandor.

Si en principio echaba un poco para atrás la elección de Tom Cruise y Nicole Kidman para los papeles principales (por entonces eran todavía pareja, y eso daba mucho morbo), conforme uno ve la cinta se da cuenta que están realmente bien, sobre todo el primero, pues casi toda la acción recae sobre él. Kidman está un poco histriónica, sobre todo en la primera confesión de sus fantasías, y hace pensar en otros personajes, como Jack Torrance / Nicholson. También me extraña que fuera el propio K. el que supervisara los doblajes, porque el de la película basada en Stephen King no era el más adecuado, pero bueno..., aquí supongo que no pudo, porque murió poco después de acabar el rodaje. Datos superficiales aparte, la película de más de dos horas y media no se me hizo larga la primera vez, pero anoche la dejé antes de que acabara, harto de la publicidad. Para refrescar lo que pasa en la última media hora, leí el guión en un documento que encontré online, pero..., aunque se corresponde con lo filmado, ¡me extraña que el final no sea como en la pantalla! La palabra con la que Alice acaba este vértigo de fantasías, "follar", no aparece en el escrito, sólo la escena en que ellos dos están en la habitación, entra Helena, su hija, y un rayo de luz a través de la cortina... Curioso, curioso.



Hay pasajes extensos que me encantan, como el de la incursión en la mansión donde tiene lugar una "fiesta" de esa extraña secta que se dedica a montar orgías privadas, con todo ese desfile de máscaras, esa música siniestra, ese piano machacón que luego perseguirá a Bill por las calles desiertas..., todo eso es magnífico, de lo mejor de la película. Sin embargo, todo lo que se desencadena después, con la persecución, el regreso a los lugares en que ha estado esa larga noche..., me parece un poco fastidioso. La verdad es que nos importa poco qué ha sido del "amigo" pianista, de la chica Dominó (si es seropositiva o no), y hasta de la tal Curran que muere, según el diario, por sobredosis, y de la que él duda si estaba en la fiesta y fue la que se sacrificó por él. Lo que importa es la incursión misma en los abismos de la noche neoyorquina, la ambigüedad del deseo, ese no saber si lo que le cuenta Alice es verdad o no. Lo que cuenta es el dejarse ir. Lo que repatea es que ninguna secuencia contiene sexo explícito, todo es cortado, interrumpido (los episodios con Marion, la realmente freudiana, son algo patéticos, pero los más reales también). Me extraña que en Estados Unidos fuera polémica, porque sexo, lo que se dice sexo, no hay, es todo insinuación..., como esa lolita hija del dueño de la tienda de disfraces, que se muestra en ropa interior y se refugia tras Bill como un guiño a otra película. Sí, hay muchos, es como un resumen de su carrera: cuando Bill es agredido por la panda nocturna, ¿acaso no pensamos enseguida en las correrías de Alex y sus drugos?

Lo que molesta, lo que resulta insostenible, es esa defensa del matrimonio contra todos los embates a que es sometido, esa defensa de una institución ridícula. Todavía en la época de Arthur Schnitzler, el escritor austríaco en que se basa ligeramente la cinta, se entiende esta lucha contra la crisis del status burgués, amenazado por la fuerza de unos deseos que saldrían a la luz vía psicoanálisis. Pero en el Nueva York de fin de siglo, es un poco anacrónico. Las fantasías de Alice son muy poca cosa, y la reacción de Bill, una versión más intensa y de otra índole que la de una charada tipo ¡Jo, qué noche! de Scorsese. Si la solución es sólo volver a la realidad, salir de lo fantasmático, y "follar", todo lo anterior parece demasiado dilatado, sin sentido, y sin embargo... nos muestra el lado oscuro de una pareja que parece tenerlo todo, pero no conoce la profundidad de su propia carne.

***

Antes, justo antes de la película, estuve escuchando la radio y, más que el concierto que había antes, me gustó una pieza que pusieron como "relleno", de un tal John Blackwood McEwen, La colina de brezo, realmente deliciosa, para cello y orquesta. Buscando sobre él, descubro que era escocés y que tiene algunos discos apetecibles en Chandos.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Hola, Humbert.
Soy un esporádico (y bastante cansado de casi tod@s los que allí escriben) participante en El Bosque y, como cinéfilo, me gustaría recomendarte la que, para mi, es la única obra maestra de Stanley Kubrick, "Atraco perfecto" (The killing, en el original inglés), estrenada en 1956 y protagonizada por Sterling Hayden. Es una de las obras crepusculares del cine negro, fatalista y cínica, como es habitual en el género, y con unos extraordinarios diálogos de Jim Thompson.
Está en DVD, por ahí, en algunos lugares.

9:32 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

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8:28 p. m.  

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