lunes, marzo 07, 2005

Nuestros miedos

Por suerte, ayer domingo hizo un día más o menos bueno (sólo con un poco de viento) y puede ir al Rastro, compré algunos discos como es habitual (los libros no valían la pena, ni en inglés ni en castellano) y me encontré con algunos de los hippies en el rincón habitual. Ausencia de Luis, con su armónica y su perrito: me dijeron que iba por Valencia o así, rumbo a Sicilia. Es verdad, me dije, anunció que se largaba a Sicilia al comienzo de primavera, y cuando sea el buen tiempo, ya estará allí, disfrutando de algún que otro volcán, pizzas y mucha mafia..., aunque un poco como aquí, por otro lado. Empezamos a tomar kalimotxo, hecho con vino blanco asqueroso (Gran Duque) y limón. Tumbados al sol, observo el nuevo look de Michael, que no para de rajar con uno y con otro. Nos vamos con Spencer hacia su casa. Éste vive con su madre en la carretera de Frigiliana, así que tenemos que empujar, turnándonos, la silla de ruedas por la empinada carretera, hay que pasar tres rotondas. En la segunda nos detenemos a tomar una litrona, hacía falta un pequeño descanso. El perro de Michael, todavía cachorro, juguetea detrás de la verja. Uno de los que viene con nosotros se queda en una casa más abajo, y al adosado entramos finalmente, aparte S., el terrible danés, Han, el punki y yo. Dentro nos espera Carl, que celebra su cumpleaños. La madre de S., en la cincuentena supongo (y con los pelos pintados de rojo extraño) está acompañada de una amiga un poco mayor, ambas beben vino rosado. Nosotros seguimos con el kalimotxo, ahora tomado en vasos de tubo, llenados desde una jarra grande, así queda como más decente, hasta de cocktail... La casa está decorada de forma hortera, domina el negro y el blanco, el piso ajedrezado está cuajado de manchas (¿desde cuándo no pasan una fregona?). Un televisor vomita imágenes que nadie mira realmente, desde un canal inglés mal sintonizado. Desde luego, es el escenario perfecto para un domingo. El pequeño salón, orientado hacia el oeste, desde el que se ve parte de la montaña llena de casas aquí y allá, se va llenando de una luz maravillosa, en la que es fácil dar una cabezada, como hacen ya Spencer, luego Carl y acto seguido yo. Humo y más alcohol barato. Por fin Han dice de irnos a tomar un poco de aire, la habitación se torna irrespirable. Nos vamos los cuatro, pero M. se queda en algún punto, y Han y el punki luego se adelantan, van hacia la playa para ver si consiguen algo de paella en lo de Ayo. Yo regreso lentamente a casa, serán las cinco, todo está amodorrado, sí, es un puto domingo y estoy tronco. En vez de comer algo, me echo un rato en la cama. Luego al despertar ya son las ocho, iba a ir al cine a esa sesión, para ver Confidencias muy íntimas de Patrice Leconte, pero ya no. Necesito comer algo, en cambio: paella, precisamente... Nada de vino en muchos días.

Reconocer que estando en la casa de S., pensé: ¿y si montáramos una orgía, y si en la maldita tele, en vez de este combate de boxeo, hubiera una peli porno, y luego...? Desde luego, estaba ya medio borracho.

Así que puedo escuchar Sinestesia, el programa de la Zugasti, que este mes conecta con el cine para recrear mundos fantasmáticos de los mejores directores, ayer era Stanley Kubrick. Un director genial que tuvo un tema fijo en su carrera, la violencia. Como estudioso de la naturaleza humana, de su lado oscuro sobre todo, una emoción que no podía dejar de lado, al contrario, indagó en ella como nadie, fue el terror. Y una película: El resplandor. Ahí echó mano de una música impredecible, como el adagio de la Música para cuerdas, percusión y celesta de Bartók, que usa en dos momentos de envaramiento de Jack Torrance. También usó algo del Penderecki más alucinado, sonó Polymorphia, que curiosamente acaba con un acorde en do mayor. Tenemos miedo de lo que rompe nuestros esquemas, tenemos miedo de la muerte, de la entropía, lo que se desliza hacia el caos. También los protagonistas de Eyes wide shut se internan en el lado oscuro de sus mentes, sacando fuera sus fantasías, de las que tienen miedo, de ahí su salida final: "Follemos". La locura, una tarde de domingo aparentemente tranquila, pero que es en realidad un paso más hacia la Depresión que se avecina...



Ahora es el Festival de Cine Fantástico aquí, la edición XV. Ciclos dedicados a la Hammer, a Jules Verne, a las casas encantadas. El día 5 estuvo Rutger Hauer, presentado por José Manuel de Prada (puaj), y pasaron Blade Runner, pero no fui. No sé si vaya a ver alguna, me gustaría Al final de la escalera. Recuerdo que en las primeras ediciones me compraba hasta un bono y veía un montón. Ahora son otros tiempos, y el cine ha pasado a un segundo plano en mis preferencias. Prefiero además el cine realista. Así que terminé el día escuchando ruidos, los de Hugh Davies en Ars Sonora, el programa veterano de José Iges. HD murió el 1 de enero de este año, de un cáncer de pulmón. Artista sonoro e inventor de instrumentos, como sus numerosos muelles, con los que obtiene sonidos realmente feos. Tenía un particular sentido del humor, como se notó en la anécdota que se nos contó sobre el Iceman. Las interferencias de las máquinas. Los ruidos del cerebro, incluso mientras duerme. Sueños, estoy lleno de sueños malsanos.

3 Comments:

Blogger zen-cerro said...

A wise man el tal Luis, es el momento ideal para ir a Sicilia. Y quedarse hasta julio. Si yo pudiera...pero claro, me faltan la flauta y el perro.

El resplandor? La buscaré. Por lo demas, lo que he visto de Kubrick me aburre mortalmente...

Ahh, genial tu post.

Un saludo

5:10 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Andy

Es curioso, el capriccio para Siegfried Palm, tiene acordes de do mayor intercalados en el discurso sonoro, ¿será acaso una especie de recordatorio a "aquellas épocas donde imperaba la tonalidad"? ¿O bien será un signo de cotidianidad, como lo hace Gubaidulina? :)

10:18 a. m.  
Blogger lukas said...

O puede ser, Andy, que Penderecki no soltaba del todo amarras y anunciaba ya en esos acordes intercalados o finales su retirada a la tonalidad y el neorromanticismo, en la década de los 80 y adelante...

12:02 p. m.  

Publicar un comentario

<< Home