martes, abril 19, 2005

Nostalgia

El viernes pasado, en el apartado Culturas del diario Sur, escribía Juan Bonilla sobre La mamá y la puta de Jean Eustache, y acaba diciendo:

No sé si la película, que prolongaba en 1972 los ya mortecinos aires de la nueva ola, movimiento al que de alguna manera daba la puntilla definitivamente, es una obra maestra: sí sé que, a pesar de su larga duración, llega a ser un conmovedor ejemplo de cómo ser políticamente incorrecto profundizando en nuestras más perturbadas contradicciones.
(p. 72).

Yo tenía esa película, que alguien me grabó hace tiempo de Canal+, pero un vídeo moribundo la destrozó, así que ya no está más, y lo lamento mucho..., la había podido ver unas cuantas veces, es una cinta que dura cuatro horas, hecha de diálogos brillantes entre el personaje principal que interpreta Jean-Pierre Léaud, el favorito de Truffaut, y las distintas mujeres que aparecen: la novia que ahora se casa con otro, la mujer con la que vive ahora, y la enfermera Veronika, que acaba soltando un monólogo estremecedor, al que se refiere Bonilla. Como bien dice el escritor y crítico, es una película que celebra las contradicciones de un tiempo y de un temperamento sobre todo, el de alguien como yo mismo, que nació en ese año en que la película se hizo, poco antes de que el director se quitara de enmedio.



En esas mismas páginas, tres artículos hablando de los 25 años de la muerte de Sartre, de su legado, de la actualidad o banalidad de este pensador francés. Pienso, como Sloterdijk, que Sartre es el último gigante, y que los pensadores de ahora son como liliputienses a su lado, pero como todo enano, tratan de subírsele a los hombros y ver más allá, y rebajar a quien supo adelantarse a esta sociedad del espectáculo y el hartazgo. Mucho se escribirá todavía sobre este hombre, que supo conciliar cosas opuestas, que vivió como nadie las contradicciones de toda una época.

A veces me da por pensar en la actualidad, en la realidad, de esos años anteriores a mi nacimiento, como si todo esto que aprendo por escritos de otros, si todo esto que ocurrió antes, no tuviese la misma realidad, el mismo espesor que, digamos, lo que ocurrió en los ochenta, en su segunda mitad, cuando era joven y otro mundo se abría delante. Y sin embargo, cuando leí La náusea, sentí muy cercano todo lo que ahí se dice; y cuando vi la película de Eustache, es como si estuviera relatando mi propia vida, la perdición de las mujeres, la única realidad del cine, la pornográfica y a la vez inocente mente de Veronika, y la utopía de mis amadas imaginarias... y no tanto. Amo a una mujer de larga cabellera, a una morena, a una blonde, las dos al mismo tiempo, el sexo, los cigarrillos, ese tocadiscos, esos cafés primera residencia, unos tiempos sin móviles, otro look, habitaciones cochambrosas, horario de 8 a 3... Tengo nostalgia de un tiempo anterior al mío, una zona de sombra que no conocí, que no existió realmente, salvo en fotogramas en B/N.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

nostalgia de los tiempos vividos en otras vidas????

yo sólo me quedé con el buen humor, lo demás no lo recuerdo, sólo algunos sueños verdes, terciopelo índigo...¿por que?

litae

6:36 p. m.  

Publicar un comentario

<< Home