miércoles, mayo 18, 2005

Godard



En la columna de la última página de El País del 2 de mayo escribía Eduardo Mendoza sobre el cineasta Jean-Luc Godard, a propósito del libro que ha salido sobre él escrito por Colin McCabe, que he visto en algunas librerías y hojeado por encima (30 €). Habla del visionado de una película suya en un cine de la periferia de Ginebra, con la "compañía" de una mujer, supone que una entusiasta como él, con la que al final no intercambió ninguna palabra. Eso es lo que me ha pasado más de una vez, en una de esas sesiones extrañas, entre semana, en una hora de la tarde en que todo el mundo parece estar en lo que está. Habla de cómo Godard, por radical, se quedó solo, mientras que sus antiguos compañeros de la Nouvelle Vague cedían en parte a la industria y se dedicaban a narrar historias, que es lo que la gente quiere. Yo creo que Godard, este suizo melómano, ambicioso, marxista en sus buenos tiempos y ahora un superviviente de muchos naufragios, me gusta tanto precisamente por eso, por esa resistencia en tiempos pálidos y que no gustan más que de espectáculo glamouroso. Recuerdo que la última película suya estrenada en Madrid me la perdí, la daban sólo unos días en los Verdi. El verano pasado vi de nuevo, en la Filmoteca, Éloge de l' amour, que es una cinta extraña, enigmática, preciosa, de un romanticismo de nuevo cuño sólo apto para gente extraña también, y que a M. no gustó nada, es más, le irritó, y lo entiendo. No sé qué es lo que más me atrae de su mundo, si ese juego metacinematográfico, si esa profusión de signos en la pantalla, si esas imágenes desoladas (en la primera parte en B/N sobre todo), o todo a la vez. Las Tres Edades del Amor. La decadencia como verdad. Recuerdo también aquel verano en el patio de San Agustín, cuando todavía era Universidad para Extranjeros, con el visionado de Nouvelle Vague, esa película sencillamente hipnótica, con esa banda sonora implacable, y esa filmación del viento entre los árboles, algo que nadie ha hecho como él, o sencillamente algo que nadie había hecho antes. La historia es lo de menos, lo que importa es el pensamiento, el cine como vehículo de la filosofía. Ya está: si me gusta tanto Godard es porque es un filósofo que se expresa mediante el cine, que es el medio, el arte, más completo que existe. Yo no sé qué va a pasar con nuestro mundo. Me da igual que te hundas o que te salves. No me lleves, no me arrastres, ya tengo bastante con los zumbidos del mundo, con su tronar incesante. Vivre sa vive era la historia de los famosos cortes en seco, la planificación más histérica que había visto nunca. Todo empezó con Au bout du souffle, era su expresión de amor por el cine yanqui. En el centro, el agujero negro del maoísmo, y luego, sus grandes "historias" amorosas. Es muy larga esta historia, déjame ya, y lárgate con tus cosas. El viento nos llevará, el alcohol me destruirá del todo. Cerrar los ojos es muy difícil a veces, y lucho con serpientes. No puedo dormir bien. ¿Estás ahí? No te conozco, no sé quién eres, vete ya donde no pueda reconocerte. Odio todo este ambiente, no me sirven tus consejos. Ni la música me sirve. Fundido en negro.