martes, mayo 03, 2005

Un oficio muy jodido

La novela es la narración de cómo llegar a escribir esa novela. Vida real y ficción, o vida auténtica y vida falsa o apócrifa (pero más verdadera que si fuera verdadera) se confunden, como en cierto momento empieza a ocurrir con el narrador y Rodney Falk, el fascinante personaje que toma como centro de su historia. Podríamos estar ante un típico experimento metaliterario, pero lo que queda al fin es la fascinación por contar historias, eso que parece haberse perdido en Europa y que sin embargo en Estados Unidos sigue conservando toda su vitalidad. El narrador sin nombre se dice: quiero contar la historia de una amistad, pero es algo más..., vamos a ir al comienzo, y empieza a contar aquellos años ya lejanos, cuando sólo tenía 25 años, y quería tener alguna experiencia gratificante para poder escribir bien. Pero no es uno quien se tiene que abalanzar sobre el mundo, sino que son las circunstancias las que lo cambian a uno, son las historias las que vienen a nosotros. En esos dos primeros capítulos extensos tenemos acceso a una valiosa información, pero curiosamente nos vamos dando cuenta poco a poco que es cierto lo que Rodney, el extraño gurú, le advierte en una de esas magnéticas conversaciones: que lo que importa no es tanto la historia sino quien la cuenta. Rodney ha vivido algo terrible en Vietnam, lo que explicaría de alguna forma su comportamiento posterior, sus años oscuros, pero ésa no es toda la verdad, o no lo es en absoluto. Será sólo catorce años después cuando todo eso adquiera relieve suficiente como para que el narrador se dé cuenta que es importante que sea puesto por escrito. La propia tragedia-experiencia de éste hace que lo anterior cobre una extraña luz, una presencia revitalizadora. La verdad es que este segundo ramal de la novela me interesa menos --lo que tiene que ver con el peligro del éxito, y con la dificultad para sobrevivir a él con dignidad-- , pero ello no quita que las consecuencias de ese éxito marquen al narrador hasta el punto de hacer un nuevo viaje a Estados Unidos con una secreta intención, que ya todos los lectores intuimos. Ese tercer encuentro con Rodney no llegará a producirse, pero el que sí tiene lugar le dará la información que le falta para poder llevar a término su historia, para completar los puntos ciegos, como él mismo dice. Como en la novela anterior que le dio el éxito, estamos ante una investigación mientras asistimos a la narración de la misma. La preparación del reportaje es el libro mismo. El cierre, sin embargo, no puede ser más desconcertante, lúdico y te deja pensando horas y horas...

Esta novela fascinante, que ayer me dejó sin poder agarrar otro libro, aunque estaba mirando los estantes sin parar, contiene unas observaciones sobre la propia escritura, que merecen destacarse:

Por eso digo que el escritor es un chiflado que tiene la obligación o el privilegio dudoso de ver la realidad, y por eso, cuando un escritor deja de escribir, acaba matándose, porque no ha sabido quitarse el vicio de ver la realidad pero ya no tiene un escudo con que protegerse de ella. Por eso se mató Hemingway. Y por eso cuando uno es escritor ya no puede dejar de serlo, o a no ser que decida jugársela. Lo dicho: un oficio muy jodido.
(La velocidad de la luz, Javier Cercas, Tusquets, 2005, p. 69).

Si en la psicosis el sujeto se protege de la irrupción de lo real mediante el delirio, en la neurosis uno de esos escudos es el lenguaje elaborado artísticamente, el plano simbólico elevado a una extraña potencia. A veces suce también que el escritor psicótico trata el lenguaje como si fuera una cosa... o lo desnuda de forma que se convierta en una habitación "limpia y bien iluminada", como en el relato de Hemingway que es citado dos veces en esta extraordinaria novela. ¿Por qué este calificativo? Porque pocas veces he deseado tanto leer un libro como me ha pasado con éste, y pocas veces, en los últimos años, lo he leído con un regocijo tal. Apenas lees la primera frase, ese comienzo enigmático, ya sabes que no podrás parar, a no ser que seas muy tarado y no te guste que te cuenten una buena historia, porque te has maleado con las malas historias de otros. Porque Cercas domina ya como pocos el arte de contar una historia, una historia real, con él mismo en el centro de la narración, sin refugiarse en personajes secundarios o artimañas timoratas, como hacen otros. En otra parte escribí sobre alguien que sí tiene miedo a hablar de sí mismo. Urbana y Rantoul, pese a ser lugares perdidos del Medio Oeste, nos parecen sitios estupendos, mientras que el Oxford de Marías es la cosa más aburrida del mundo. Como bien dice Rodney en otro momento, muchos escritores siguen los dictados de la crítica y escriben de forma tibia y correcta, alejando toda expresión de sentimientos; pero no se puede escribir nada en condiciones sin sentimientos...

En un artículo publicado en El País Semanal, Las manos de Hitler, Cercas llega a la conclusión de que las manos del dictador son manos vulgares, como las de cualquiera, contra el dictamen de Heidegger. "Y entonces comprendí". ¿Qué?, pues algo que afecta también a su novela: que cualquiera puede hacerlo, que cualquiera puede cometer maldades sin dejar de ser humano, como le sucede a Rodney poco después de moverse en ambientes pacifistas. Llegado el caso, ¿quién está apartado de esas tropelías, a quién no le excita la violencia? Esto también lo dice en una entrevista en el diario madrileño el pasado 10 de marzo.

Hasta ahora yo también he pensado que Hemingway es ese tipo amante de los toros, de las armas y de escritura un tanto simplona. Después de la defensa que hace de él Rodney-Cercas, me acercaré a él de otra manera. Pensaré sobre todo en esas palabras sobre la tragedia del escritor. Tal vez hay oficios más peligrosos, en que uno se deja la vida más fácilmente, pero cuando alguien se dedica a juntar palabras, construir tramas y darle a todo un sentido, no está jugando a las casitas. Uno arriesga su propia vida, y sobre todo, uno escribe siempre de sí mismo, ¿cómo podría ser de otra manera?

P.D. Como señala alguien en un encuentro digital con el autor, se ha hecho un pequeño lío con las fechas, algo que tendría que revisar en una segunda edición: por ejemplo, cuando se refiere en cierto momento al tiempo en que desapareció Rodney, habla de navidades de 1988, meses antes que hablase largo y tendido con su padre en Rantoul, pero está claro que es 1987..., ya que tras esa primavera de 1988 de la charla, hay otro curso académico del narrador, 1988-1989. También hay dudas sobre la datación después de la muerte de la mujer y el hijo del narrador, es en 2002, según parece pasa una temporada..., ¡y ya estamos en 2004!

P.D. 2. Mañana día 5, jueves, Cercas estará firmando ejemplares de su novela en la librería Luces, de seis a ocho de la tarde.

2 Comments:

Blogger Javier Moreno said...

Pues si Cercas vuelve Urbana interesantísima está haciendo magia, porque viviendo acá uno se muere del tedio...

10:39 a. m.  
Blogger lukas said...

Hola Javier, qué interesante que digas eso, ¡alguien que vive en ese lugar! (al principio pensé que era un sitio inventado, luego ya no). Me pasé por tu blog, está bien, ya lo rastrearé más veces...

10:42 a. m.  

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