miércoles, julio 13, 2005

Efecto de la soledad

Lo reconozco: ayer sufrí un ataque de melancolía, no lo pude evitar, volví a casa, mareado por el calor y otros elementos intracorporales, me eché en la cama, sin ganas de comer, sin ganas de nada, sólo de vomitar algo que no podía salir, porque es peor que una espina que dicen los cursis que llevan clavada en el corazón; y me levanté, y me puse a buscar por las torres de cassettes para encontrar aquella cinta en donde, ya se sabe, en donde ella me grabó su voz aquel verano terrible de ausencia, en donde cada rayo de sol era una puñalada trapera; y no la encontré, cómo habría de hallarla, si ella se la quedó, porque era suya, y ella me la mostró y me pidió que la escuchara, y entonces me enamoré más hondo. En esa cinta, que conservo en algún hueco maldito para no encontrarla fácilmente, cuando me dé, ella cantaba, creo que una era de Mercedes Sosa y otras más, y también Fuga y Misterio de Piazzolla con su flauta, y el necesito alguien que me emparche un poco y que limpie mi cabeza...

La canción resulta ser de Ignacio Copani (Para qué me preguntás), y dice así:


Para qué me preguntas si aun te quiero,
precisas que lo confirme ante escribano,
que lo firme, que le ponga cuatro sellos,
una flor
y un anillo en cada dedo de la mano.
Para qué me preguntas si aun te quiero,
la respuesta la sabemos de hace rato,
si te celo con tu viejo, con tu amiga
y el señor
que pasó y que te miraba de costado.
A lo mejor querés que escuche todo el barrio,
que yo le cuente de mi amor al mundo entero
y te regale en cada nuevo aniversario
un pasacalle donde diga "yo te quiero".
A lo mejor querés avisos en el diario,
que salte desde la heladera hasta el ropero,
que de tres vueltas y aterrice desarmado
y antes de desmayarme grite "yo te quiero".
Para qué me preguntas si aun te quiero,
precisás que te lo jure veinte veces
por mi madre, por mi padre, por mi tía,
por el gol
que le hizo Maradona a los ingleses.
Para qué me preguntas si aun te quiero,
para qué me rompés tanto la paciencia,
para qué si te demuestro que me quedo
junto a vos
exclusivamente por la conveniencia.
Y me convienen las acciones de tus manos
y el interés mensual que rinde tu deseo
y el plazo fijo que en el corazón me guardo
para cobrarlo cada noche de tus besos.
Y me conviene hacerme multimillonario
de tu palabra, de tu alma ,de tu cuerpo,
con todo eso te parece necesario
que te repita una vez más cuánto te quiero.
***

No puedo seguir, porque estoy derrumbado. Cómo echo de menos aquellos días, aquellas canciones, aquellos susurros. Las demás mujeres que conozco, que conocí, no saben cantar. Si no saben cantar, pierden el tiempo conmigo.

4 Comments:

Blogger Rain (Virginia M.T.) said...

Perro cansado,

cómo se introduce por todos los resquicios del ánimo, eso que llman 'amor'...

Y algunas podríamos afirmar 'pierden el tiempo conmigo
los hombres que no aman a Bach...'. Es una maraña compleja la de los sentimientos, que al más
radical de los escritores puede lanzarlo a la errante nostalgia. Y
es verdad, la voz fememenina cantando.afinada, profunda, hermosa, es uno de los supremos dones que suscitan un 'amor' peregrino...

En esas palabras del apasionado, retumban saudades, desesperación, desdaliento y quizás popr allí oculta eso que llaman 'esperanza' ...Antes que transformarse en un ser-dinamita,
a mí particularmente me gustaría tornarme en un ser-estallado que se levanta...

Un cálido salute, Lukas...
y perdona a esta caótica lectora tuya...

12:21 a. m.  
Blogger Dulce M González said...

Querido perro cansado: Hay una canción de Mercedes Sosa que me sirve tanto cantarla en estos casos. No sé, se me viene la esperanza. Espero la recuerdes, que sin melodía no es tan efectiva la cura: "Como la cigarra". Va:

Tantas veces me mataron,
tantas veces me morí,
sin embargo estoy aquí
resucitando.
Gracias doy a la desgracia
y a la mano con puñal,
porque me mató tan mal,
y seguí cantando.

Cantando al sol,
como la cigarra,
después de un año
bajo la tierra,
igual que sobreviviente
que vuelve de la guerra.

Tantas veces me borraron,
tantas desaparecí,
a mi propio entierro fui,
solo y llorando.
Hice un nudo del pañuelo,
pero me olvidé después
que no era la única vez
y seguí cantando.

Cantando al sol,
como la cigarra,
después de un año
bajo la tierra,
igual que sobreviviente
que vuelve de la guerra.

Tantas veces te mataron,
tantas resucitarás
cuántas noches pasarás
desesperando.
Y a la hora del naufragio
y a la de la oscuridad
alguien te rescatará,
para ir cantando.

(te la estoy canando, aquí, humildemente, con mi voz tequilera)

8:38 a. m.  
Blogger lukas said...

Vir, el amor, la esperanza, son pasiones humanas que, pese al fracaso, no dejan de reinventarse, y en esas estamos, cada día tratando de hacer sitio para esa música nocturna que se nos escapa cada despertar... Como ya he dicho, aquí o en otra parte, no hay mayor milagro, natural claro, que la voz humana, y la femenina sobre todo, me llega al alma, las canciones que hablan de esas emociones universales, las canciones de cabaret sobre todo... La mayor parte de la humanidad parece excluida de una sensibilidad así, siendo la música verdadera un bien escaso en tiempos como los que vivimos... Disfrutemos mientras tanto!

Dulce, me vas a matar, o yo moriré sin tener la cura, porque no escuché antes esa canción que me recitas, perdóname esta ignorancia. Ojalá un día pueda escucharla más cerca, compartiendo los tequilas reales. Buenos días!

10:50 a. m.  
Blogger Paola said...

La canciòn no es de Mercedes Sosa, sino de Maria Elena Walsh, una excelente compositora argentina.

10:17 p. m.  

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