viernes, julio 15, 2005

El canto del mundo

La búsqueda de lo maravilloso fue el lema que movió a Chatwin a lo largo de su vida. En sus stories, en sus retratos de personajes que conoció, late siempre ese afán de conocimiento, de ir más allá de lo común. En una estancia con unos amigos en la Unión Soviética, durante una fiesta pillan una curda impresionante, y nuestro hombre se pone a canturrear algo, que resulta ser Shakespeare, If music be the food of love, play on. Give me excess of it... (p. 61). Luego nos habla de un compositor del que no había escuchado nada, Kevin Volans. Después de la publicación de The Songlines (1987), el autor surafricano le escribe invitándole a viajar con él para hacer grabaciones en Lesotho. Se vieron. Amigos para siempre..., lástima que Chatwin estaba ya enfermo. Volans, ni africano ni europeo, llegó a la conclusión que el lenguaje del serialismo estaba muerto, tras estudiar con Stockhausen y llegar a ser ayudante suyo. Se metió en la búsqueda, a su vuelta a África, de investigar la relación de la música con su fuente geográfica. Hizo numerosos viajes de grabaciones a África del Sur. Se interesó por la guitarra zulú. El resultado en su obra es imbricar esas nuevas técnicas del Sur en los intrumentos y formas ya existentes: el clave, la flauta, el cuarteto de cuerda. Evitó lo exótico. Concluye su escrito con estas palabras:

There is a Sufi saying, "Freedom is absence of choice". I believe this to be devotional music of the hightest order. For me, Kevin is one of the more inventive composers since Stravinsky. "The Songlines", his fourth string quartet, will be given its première by Kronos at the Lincoln Center in November
(p. 69).

Se me olvidaba: cuando habla de su obra, la que da pie a este encuentro, refiere la manera de estar en el mundo de los aborígenes. No hablaré ahora de esto, pues ya lo haré cuando comente la obra en cuestión, sino que anoto aquí la conclusión que extrae:

Man is a talking creature, a singing creature. He sings and his song echoes up and down the world. The first language was in song. Music is the hightest of the arts.
(p. 65).

Una vez, hace ya años, escuché una pieza de Volans para percusión, que Chatwin cita: She Who Sleeps With A Small Blanket. Ya hay otra versión para cuarteto de cuerda. Aquí el compositor da muestras de su influencia rítmica-surafricana, en esa motórica ascensión de la primera parte (que luego aparece cerca del final), para luego emprender un tramo más calmo aunque no menos difícil para el percusionista, basado en decisiones tomadas más o menos al azar. Para seguir sorprendiéndonos, en la coda deja de lado los tambores y cajas y la emprende con la marimba, rematando la obra con carácter de sueño. La escuché en Jóvenes Intérpretes a Ll. M. Marzal.
***

El jueves por la noche comenzaba en Madrid (Teatro Monumental) la gira de la Orq. Mundial de Juventudes Musicales (Jeunesse Musicale World Orchestra), que dirige Josep Vicent, antiguo solista de marimba, y que gusta de presentar programas de música contemporánea. El del otro día no era muy vanguardista que digamos, sino más bien popular, respondiendo al lema "Danzas para la paz" que llevarán por el mundo, por ejemplo a China... Comenzaron con la obra que más me apetecía escuchar, The Chairman Dances de John Adams, un Foxtrot para orquesta sacado de su ópera Nixon en China, que suena en ese momento en que Madame Mao se pone a bailar (junto a su marido, que sale de un inmenso retrato de la pared) al ritmo de la música que surge... de un gramófono. Se supone que en China gustará bastante... Luego tocaron La oración del torero de Joaquín Turina (versión para orquesta de cuerda); el Bolero de Ravel (le doy la razón al compositor cuando decía que era una pieza sin música; ese tambor insistente me recuerda peligrosamente la música de procesiones); y ya en la segunda parte, la suite nº 2 y un número de la nº 1 de Romeo y Julieta de Prokofiev. En la orquesta hay al menos 17 músicos españoles (de los 100 que la integran), tocan muy bien, y les deseamos mucha suerte allá donde vayan.
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El gran festival del verano son los PROMS londinenses, que comenzaron ayer. Casi dos meses de música, en el Royal Albert Hall, ese edificio singular en donde se reúnen miles de melómanos para escuchar la mejor música, ya sea sentados o de pie, o tumbados en la arena. Aunque el festival de Lucerna es el más potente por las orquestas, solistas y atención a la música de nuestros días, el de Londres es el más veterano y popular, y hace una labor impagable de difusión de la música seria. Nunca tuve la suerte de estar allí, pero algún día caerá (este año parece que la sombra del terrorismo seguirá cayendo, aunque no se quiera). En la segunda parte del concierto de ayer se pudo escuchar A Child Of Our Time de Sir Michael Tippett, uno de los compositores homenajeados este año. Recuerdo que cuando estuve en Londres en 1998 me compré una grabación de este importante oratorio, en versión de Previn (aunque ahora se ha reeditado en Naxos una que dirigió el propio autor). La obra se basa en un hecho real, la historia de un muchacho que fue encarcelado en la época de los nazis por matar a una autoridad alemana, tras enterarse de la muerte de su madre en Polonia. Luego Tippett se enteró que había salido de prisión y estaba "desaparecido". Cinco espirituales vertebran la composición, que son pieza clave de su contenido. Sobre todo, me gusta Steal away (to Jesus), que no llegué a escuchar anoche. En el reparto vocal estaba Ian Bostridge, ese estupendo tenor.

P.D. El miércoles pasado La noche cromática cumplió 200 programas y con ese feliz motivo hizo un especial con dos oyentes asiduos en el estudio. El hilo conductor fue la voz: piezas de Monsalvatge, Schönberg, Moreno Torroba, del Cancionero de Palacio, Brahms... Tenía que ser así, la voz celebrando la diversidad del mundo y la continuidad de una pasión.

2 Comments:

Blogger Naxos said...

Hola lukas..

Coincido con el dicho sufi. La libertad de elegir es la peor de las esclavitudes, una reticulación categorial. En el traslape de su lógica, la libertad existe cuando sólo se puede escoger una sola cosa, es decir, cuando sólo es la libertad lo que está para escogerse. Ello anula la acción de escoger como tal. Y en tanto nos referimos a la libertad en sí, tampoco hay imposición alguna. Ni siquiera cabe la posibilidad de la idea de opción. Pura potencia.

Pues bien, aunque encuentro que tu blog es muy sobrio, también lo encuentro agradable :)

Pero la música es mucho más que la más grandiosa de las artes. Este termino "arte" le queda chico, la reduce. La música es un ritual de sacrificio pernamente que hace posible la socialización... siempre está por delante de lo organizado.

Te recomiendo el libraco de Jaques Attali que se llama "Ruidos" Editorial XXI. Plantea una teoría de la economía política de la música. Quizá te resulte interesante...

Bueno saludos
y te agradezco el linkage...

4:45 p. m.  
Blogger Rain (Virginia M.T.) said...

cereo que por la prisa y la manecida, s eme borró el otro día mi comentario...

Naxos, es verdad, la música sobrepasa lo que los conceptos puedan decir de ella. Me quedo extática... Lo que puedes escribir reflexivamente... creo que lo volcaré en un poema...

Lukas, tus lectores seguimos tus posts... Que el elán vital renazca en ti constantemente...

7:57 a. m.  

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