miércoles, julio 20, 2005

Movimiento perpetuo

Nómadas, por Bruce Chatwin: tal vez él mismo fue el último nómada que escribió luego (una actividad de pueblos sedentarios) las experiencias de ser acariciado por el viento, los placeres del camino sin guías previas. Historia del emperador Wu-ti (145-87 a. C.), el mayor ladrón de caballos de la historia. Anheló la posesión de unas pocas yeguas y sementales que pertenecían a un oscuro gobernante en el fin del mundo conocido, y al hacerlo casi llevó a cabo el colapso de China. Los Caballos Celestiales del Rey de Ferghana. Los caballos de los Wu-sun. En un segundo intento consiguió los caballos que quería, tras asediar la capital de Ferghana.

Un océano de hierba se extiende hacia el Oeste desde Manchuria hasta la Llanura Húngara. Sobre sus horizontes ondulados, nómadas a caballo mueven a sus manadas en una incansable búsqueda de comida. "El movimiento perpetuo era su credo, no sólo para prevenir las malas consecuencias de permanecer quieto, sino como un fin en sí mismo" (p. 197, trad. propia).

¿Por qué ese robo de Wu-ti? Chatwin cree que fue más bien un asunto del espíritu, que en la mitología china el caballo fue el "vehículo" mágico que escoltaba a emperadores legendarios a un sitio feliz en el Lejano Oeste. Cuando los Caballos Celestiales llegaron a China él pudo haber advertido su inminente fin. Pensó que los caballos lo llevarían a la Montaña Sagrada, y éste es el motivo por el que mantuvo los caballos cerca del palacio.

Una visita a los Nakhi, descendientes de los nómadas tibetanos, asentados en el Valle de Lijiang. Su narración se adereza con versos de los Cantos de Ezra Pound, que se inspiró en el libro del botánico (entre otras ocupaciones) Rock para dar rienda suelta a su pasión por el Extremo Oriente.

Uno de los escritos se titula precisamente Invasiones Nómadas. Ahí se nos dicen algunas cosas muy interesantes sobre esta forma de estar en el mundo, desde la perspectiva histórica concreta de la caída del Imperio Romano: un episodio en el conflicto entre dos sistemas incompatibles aunque complementarios: nomadismo y agricultura establecida. La llegada de los hunos en sus robustos ponies no fue una novedad. La antigua Mesopotamia y Egipto tuvieron que hacer frente al mismo problema en sus respectivas fronteras. Andreas Adolfi, un historiador húngaro, escribió que existe una "frontera moral" entre los bárbaros y los mundos civilizados. En una nueva forma continúa la confrontación como barrera de incomprensión entre los insurgentes revolucionarios y la autoridad establecida.

En todas partes, los invasores nómadas, que emigraron dentro de tierras cultivadas, fueron comparados a plagas de langosta y pulular de serpientes. Para los historiadores romanos la aniquilación de los pueblos germanos se comparó a una cura médica. El cinismo cruel y estatal ya hacía de las suyas. Siglos pasaron, y el nomadismo beduino siguió haciendo política de tierra quemada y pillaje contra los moradores de Tierras Seguras.

Para el nómada, el movimiento es moralidad. Sin movimientos sus animales pueden morir. Pero el cultivador está encadenado a su campo; si lo deja, sus plantas se marchitan. Chatwin hace aquí, de forma casi erudita, el elogio más hermoso de ese ir de aquí para allá, sin casa fija, "el viento nos llevará".
***

Y entonces pienso en un libro que es también una de las joyas de mi biblioteca, aunque maldita sea si ahora me ponga nostálgico y además elogie biblioteca alguna, viva el libro de bolsillo, sí, pero libros así no aparecerán nunca en bolsillo. Se trata de Sueño en el Pabellón Rojo (Memorias de una roca), escrito por Cao Xueqin (los primeros 80 capítulos) y Gao E (los restantes 40), que fue editada por la Universidad de Granada en colaboración con un organismo de Pekín en 1988. Por desgracia, sólo pude hacerme con el primer tomo, y son tres en total. Escrita en la primera mitad del siglo XVIII, durante el reinado de Qialong (1736-95) de la dinastía Qing. Esta monumental novela preciosista y llena de simbolismo oriental tiende hacia lo patético, y en su contenido expresa la vacuidad y lo ilusorio de la vida. En esos primeros cuarenta capítulos asistimos a la decadencia de unas cuantas familias aristocráticas, que vienen a simbolizar la decadencia del propio imperio, tras siglos de brillantez. Tal vez ese aroma de flores oscuras, podridas, esos ambientes cortesanos y esos amores imposibles, ese erotismo soterrado, es lo que más me embriagó cuando la leí, hace muchos años, cuando era joven, cinéfilo y enamorado de todas las pasiones sin futuro...
***

Nómadas que buscan los ángulos de la tranquilidad,
en las nieblas del norte, en los tumultos civilizados,
entre los claros oscuros y la monotonía de los días que pasan.
Caminante que vas buscando la paz en el crepúsculo
la encontrarás, la encontrarás al final de tu camino.
Largo el tránsito de la aparente dualidad,
la lluvia de Septiembre despierta el vacío de mi cuarto
y los lamentos de la soledad aún se prolongan.
Como un extranjero no siento ataduras del sentimiento,
y me iré de la ciudad, esperando un nuevo despertar.
Los viajantes van en busca de hospitalidad,
en pueblos soleados, en los bajos fondos de la inmensidad,
y después duermen sobre las almohadas de la tierra.
Forastero que buscas la dimensión insondable,
la encontrarás fuera de la ciudad, al final de tu camino.

Franco Battiato, Nómadas.

2 Comments:

Blogger Dulce M González said...

¿Ya leiste "La invasión de los bárbaros" de Coetzee? Trata sobre este choque entre el poder del imperio, de lo establecido, y los bárbaros como fantasmas amenazando la institución y el poder, sobre la movilidad y lo estático, una novela tremenda. Esa canción de Battiato es de mis favoritas, junto con la otra, precisamente de "I Nomadi", se llama "Io vagabondo" ¿la has escuchado? Me encantó el texto. Como (quizá) diría Vila Matas: "una miniatura valiosa, coleccionable".

11:03 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

La Universidad de Granada acaba de publicar el tomo III, asi pues , si lo consigues estremos igual, a falta del tomo II

8:43 p. m.  

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