jueves, julio 14, 2005

Viajes




Fotografía de portada del libro: Dos puertas pintadas en un barrio de chabolas, Nouchott, tomada por el autor

He comenzado a leer What Am I Doing Here? de Bruce Chatwin (Picador, 1990), el gran viajero-escritor del siglo XX, en donde recopila un montón de materiales diversos, desde retazos en donde habla de amigos hasta pasajes de viajes extraños (en busca del Yeti, de un niño-lobo en la India, junto a Gandhi, etc.) Como aclara en la introducción, The word "story" is intended to alert the reader to the fact that, however closely the narrative may fit the facts, the fictional process has been at work. Esta mezcla de hechos y ficción es lo que ha encandilado a tantos lectores desde su primer libro, In Patagonia, y lo que hizo embarcarse a Werner Herzog en el rodaje de Cobra Verde, otro espíritu atormentado por los viajes anímicos.
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El final de Metroland es perfecto: con ese recorrido casi sonámbulo del narrador por su casa en la oscuridad, sólo iluminada por la luz anaranjada de una farola que a las dos de la mañana se apaga. Después de los Sueños y Teorías de su juventud, junto a su inseparable amigo Toni, y del viaje a París en busca de experiencias para encontrarse con esos sueños ya despierto, vuelve a Metroland, con su futura mujer, Marion (aunque ya digo, el amor con Annick es lo que más me gustó), para encontrarse a los 30 años (1977) hecho un tipo burgués, con buena casa, un buen trabajo, una hija, y todos esos tics de un family man. Justo lo que habían criticado a los 16 años, cuando leían a Baudelaire y demás rebeldes. Pero claro, cuando un sábado por la tarde se está con la cortadora de césped, no se piensa en Mallarmé. Toni vuelve, merodea por su vida confortable y en una conversación le sugiere la posibilidad de serle infiel a su mujer, es decir, de aprovechar y acostarse con otras mujeres, antes de que la muerte venga a estabilizarlo todo. En una fiesta que da un amigo conoce a una chica lanzada que le propone la aventura, pero él acaba resistiéndose. Más tarde, cuando su mujer le confiese un acto de debilidad, él ya no sabe qué pensar. Para quien haya leído esas dos novelas posteriores que son Hablando del asunto y Amor, etcétera, este planteamiento no resultará extraño: una pareja y un amigo ¿común? que acabará complicando las cosas. La amistad y el amor, combinaciones perversas en la rutina de una vida. Nunca se sabe qué puede suceder; porque ahí en la felicidad de un hombre en la plenitud de su existencia, se ocultan fantasmas de otra vida posible, de otras sensaciones que esperan al acecho. La manera de afrontar estos problemas sentimentales, en Barnes, me parece realmente buena. ¿Qué es ser adulto?, es justo dar la espalda a todos aquellos sueños, a la creencia en una armonía entre vida y arte --incluso la posibilidad real de la "voluntad de poder como arte" que dijo Nietzsche en sus escritos póstumos--. La novela acaba de forma "perfecta" pero engañosamente, porque está todo por volar por los aires. Entropía.
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Encuentro a Luis y a Joaquín cerca del cementerio (bueno, Luis llega al rato con bolsas del Supersol), están planeando irse a otra parte (Luis no quiere parar en un sitio más de quince días). Nómadas auténticos, no los que tristemente viajamos por el ciberespacio o por lugares ya transitados y previsibles. Ser adulto es también eso: marchar por las rutas que te dijeron que eran las más cómodas. Detrás del banco de piedra, al fondo en la grama, se acumulan las latas de cerveza, como quince o más. Hablamos de la perra de Luis, y luego viene otro alemán con su pastor alemán. ¿Tienen los animales conciencia? ¿existe algo así como el alma? La discusión podría durar días y días, pero resulta difícil mantenerla dado el materialismo arraigado de Luis, que sólo cree en las experiencias, "lo que se puede contar". La vida como un viaje finito que termina el día que la palmas, y entonces, lo mejor es que te metan fuego, dice Luis, que no soporta los cuentos de los curas. Luis vivió casi todo el franquismo (nació en 1948), así que ahora tiene 57 años, podría ser mi padre. Conoció las torturas y demás espantos de la dictadura (hay que pensar que entonces existía una orden sobre Vagos y Maleantes, y que afectaba a gente como ellos y también un tiempo a homosexuales: peligrosidad social). Joaquín es más joven, unos 45, pero también ha vivido lo suyo (hace poco fue operado de una cadera, y sigue con las muletas). Hacen buena pareja, compañeros de fatigas..., y ese no saber dónde pasarán la noche, o como contaba Luis el otro día: un tipo que se acostaba sin nada encima (dinero, etc.), por si le sucedía lo Terrible, irse sin nada, como decía el poeta. Me quedo pensando, de camino a casa, en todo eso, la muerte y más. Si es cuestión de creencias, dice Luis, entonces, ¿cómo afirmar algo, cómo experimentar lo más íntimo, y lo que está más allá de los sentidos?

21 Gramos.

¿Es el Sexo un Viaje? ¿Me querrán cuando ya no esté? El sentimiento que me atenaza, la soledad, el abandono y el olvido, se me aparece anoche en un sueño, "Belle" estaba por allí, pero ella me dejaba de lado, cómo pensar en los extraños, los desconocidos, y quién mantiene los Trazos de la Canción.

3 Comments:

Blogger Rain (Virginia M.T.) said...

Por eso a veces una se siente aún extraña. Me resisto a ser la que oriente como norma de vida, porque soy mamá. Hay algo más en todo esto...

Viajar, ayuda, te abre rutas y desafíos. Nuevas miradas.
La desacralización de las rutinas ...

Qué sueños Lukas, es como reencontrar lo perdido o lo ido...

Por cierto, Seguro que Dulce te lo va a decir, y si te lo digo antes, es por si quieres escuchar a Marcedes Sosa cantando 'La cigarra', la ubicas sin contratiempos... María Elena Walh es autora de las letras...

Me anima saber de tus elucubraciones...

Salutes Lukas...

5:01 p. m.  
Blogger Magda Díaz Morales said...

"¿Qué es ser adulto?"... Dificil pregunta, Lukas. Sin embargo creo que no es dar la espalda a todos aquellos sueños, lo que sucede es que cuando se es jovencito se desea lo que de adulto ya se ha experimentado o, quizá, ya se ha descubierto: que eran sólo sueños. El círculo de la experiencia que habla. Me gusta que la novela acabe engañosamente, las obras abiertas son fascinantes.

Sí, la amistad y el amor es una combinacion bellamente perversa.

7:18 p. m.  
Blogger Dulce M González said...

Me recordaste la época de los viajes, sin nada encima que no fuera el apetito por la vida. Los tiempos cambian y una se cansa de sufrir, de andar a la deriva; una regresa con ganas de sanar el alma, de comer bien, de dormir suficiente. Cada cosa tiene lo suyo, después de una adolescencia que se extendió más allá de lo posible he descubierto que también es disfrutable ser adulta. Pero claro que el final de la novela es ilustrativo (segurito la leo): el fantasma se queda ahí, rondando, las ganas de largarse. La vida reclama vida, mientras no llegue la muerte "a estabilizarlo todo" (qué bien dijiste eso, por cierto)

7:24 a. m.  

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