martes, agosto 09, 2005

Humor negro

Como el verano es un tiempo para no hacer nada más que lo imprescindible, anoche me puse otro DVD, en esta ocasión uno que dura poco (sólo 72') y en donde uno puede reírse un rato; el mundo ya está muy podrido como para seguir con el drama eterno, esto no tiene arreglo. La película en cuestión es La tienda de los horrores de Roger Corman, el entrañable director de aquella serie de películas sobre los cuentos de Poe que vi en mi juventud. Ya desde el comienzo se nota el tono transgresor de la cinta, que cuenta además una historia poco común. O es en verdad de lo más vulgar, pero el tono, ya digo, hace que los sucesos estén como bajo la influencia de una luz aguamarina. O de la luna perversa que hace crecer a Audrey Junior. Pero tal vez lo más curioso es que el narrador es apenas un personaje marginal en la historia, un sargento de policía llamado Frank, y que podría colarse en las viñetas de American Splendor. En ese barrio también marginal está la tienda, la floristería de Gravis Mushnick, un personaje singular, cuya hija pizpireta me hizo pensar en quien yo me sé... Con ella trabaja Seymour, un caso; su madre hipocondríaca no lo es menos. A la tienda llegan otros personajes extravagantes, como la mujer ya vieja agorera, el otro que come flores, etc. Pero la decadencia del negocio hace que S. sea despedido si no ocurre algo importante, digamos. Y eso ocurre: llega la planta atrapamoscas, o eso se supone, que se alimenta de simples insectos. Pero no, Audrey Junior resulta ser más voraz. En fin, no seguiré desvelando más acontecimientos, porque lo que maravilla es qué capacidad de síntesis tenía Corman y su equipo para lograr una historia tan perturbadora y divertida a la vez. En poco más de una hora nos presenta una galería de personajes estrambótica, y al tiempo, nos deleita con la acción principal, el centro de todas las miradas. Ese centro, que seguro que tiene connotaciones de otro tipo, seguro que sexuales, permanece fijo hasta el subyugante final. Frente a esa planta magistral monstruosa, todos los demás son meros extras de un circo casi de cómic. Todos los elementos del filme, la fotografía en B/N, la música jazzística, los encuadres, todo, digo, están escogidos con precisión pero dan la apariencia de ser a la ligera. Hay secuencias, como la que ocurre en el dentista, con la aparición de un jovencísimo Jack Nicholson como masoquista burlón, que luego en el remake que se hizo pierden fuelle; aquí, son sencillamente geniales. Cómo me reí.
***

"En la infancia vivimos, después sobrevivimos" (Leopoldo María Panero).

España es la que está loca, no yo :: Entrevista con Leopoldo María Panero

3 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Siiiiii! cuán mejor esa versión que el remake :)

6:47 p. m.  
Blogger Bardamu said...

Pena que después el tiempo pasó y el Sr. Jack fue madurando hacia una decadencia estatutaria.
Me quedé enredado en post anterior, entre Panero Shostakovich. Que leí casi simultáneamente a la entrevista en El País.
La "locura" como el revés de un espejo. No sabremos quizás nunca si el idiota ("tengo un idiota dentro de mí, que llora") en verdad gemía o sonreía. Pero es casi seguro, y se comprueba con solo acercarse a los ojos de Leopoldo María, que "mira sólo la luz, la luz que no sabe".
Ahi vamos...

2:13 a. m.  
Blogger Rain (Virginia M.T.) said...

Quedan los ecos de Panero y la voz de Onetti en otra dirección..

8:19 a. m.  

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