martes, septiembre 27, 2005

F is por fake




Me quedo pensando en lo que dice Javier sobre mis apreciaciones un poco apresuradas acerca de Vila-Matas. Y es verdad, no he acertado con él, para nada. He leído esa "novela" de aprendizaje entera, sí, pude llegar hasta el final, más bien aburrido, pero la acabé. Y no he pasado más allá de la página 50 de El mal de Montano. Por eso, puedo decir y diré, y si yerro, pues vale, que Vila-Matas es un impostor; que el narrador de París no se acaba nunca juega tan bien con el lector, y sobre todo con el que no ha leído la obra citada de Hemingway, que consigue hacer creer que lo que le sucedió en París en los años setenta es verdad, cuando me parece que casi nada es verídico, sino traspuesto de la información del norteamericano. Pero claro, esto no lo sabía entonces, hace una semana, y ahora me doy cuenta de algo peor: Hemingway miente también. En el prefacio ya lo anuncia, pero soy tan ingenuo, que he vuelto a tragar: "Si el lector lo prefiere, puede considerar el libro como obra de ficción. Pero siempre cabe la posibilidad de que un libro de ficción arroje alguna luz sobre las cosas que fueron antes contadas como hechos". Y me he dado cuenta cuando ya estoy en las últimas páginas, en el largo capítulo dedicado a su amistad con Scott Fitzgerald, F. Scott F. En una nota de la página 1115 de mi edición, hay una nota del traductor (Gabriel Ferrater), en donde se nos dice que H. y otros amigos, como los Fitzgerald, estuvieron en esa estación balnearia de los bajos Pirineos en el verano de 1925, no 1926 como dice en la obra. Y también H. advierte al comienzo que dejará muchas cosas sin contar, y las que cuenta, seguro que muchas son inventadas, o distorsionadas. Ese capítulo sobre Scott es realmente desolador, y a ratos divertido, y hasta nos apiadamos del engreído y alcohólico Scott, y luego de su mujer Zelda, que le impide escribir y a la que terminan internando en un manicomio. Pero sea como sea, y aunque Hemingway no nos diga toda su verdad, uno siente, yo al menos, que hay verdadera literatura testimonial aquí, que hay una vida entre sus páginas, mientras que en la obra de VM sólo aparece polvillo de momia. Él mismo se refiere en su "novela" a una película de Welles, que le abrió el cielo de su verdadero camino, el camino de la impostura. Su París es el París de los farsantes, de los exhibicionistas baratos que quieren ser estrellas del futuro marketing literario. Mientras que el París de H. es todavía el de la ciudad que huele a pueblo, en donde se pasa hambre, se dice lo que se come y lo que se bebe (nunca te fíes de alguien que no importancia a la gastronomía), y sobre todo, se dicen las cosas como son. Cuando hay que insultar a alguien, es mejor hacerlo, o la rabia se te volverá una pelota, un odradek asqueroso.

3 Comments:

Blogger Paola said...

La verdad es que por más intentos que haya hecho, nunca pude con Hemingway. Me resulta lejano, quizás demasiado masculino, no doy con él, lo mismo me pasa con la poesia de Montale, que no me llega. Pero si son admiradora de Fitzgerald, que además de sus novelas y cuentos (y si lo que buscas es esa zona entre la literatura, la metaliteratura, la biografía y el ensayo)escribió El crack up, un libro inagotable, que admite mil lecturas, es una muestra más de su genio.

7:33 p. m.  
Blogger Rain (Virginia M.T.) said...

Veo ficción por todas partes, en medio de la misma 'realidad' cotidiana.

Esa París que comentas, la ajena al marketing es la del fulgor que amo.
Con su belleza de calles y arquitectura inasibles y lo que queda en el aire: ecos de siglos.

Hemingway, sí me ha tocado en cuentos y novelas, como por ejemplo en 'Por quién doblan las campanas'.
Fitzgerald es la elegancia misma.
Hablando de bellos y malditos...

Y como dices, cerca del insulto (incluso para insultar hay que saber hacerlo: recuerdo hace años en un bar, a un poeta que le gritaba a otro que se iba cobardemente luego de haberlo agredido -porque en realidad él que se marchaba odiaba que al otro lo 'recoconocieran'- '¡eh, crápula vete crápula!". Eran poetas muy jóvenes. Y el que se iba no sabía que significaba 'crápula', simplemente se quedó atónito.
Estrechez de vocabulario, en fin...

De cada post tuyo, nacen mil reflexiones. En ello estoy.
Hasta pronto Lukas.

9:44 p. m.  
Blogger Javier Moreno said...

Tal vez vaya demasiado lejos en mi defensa a la novela de V-M, pero yo creo que ese París que tanto le molesta ver en esa novela, el París falso de escritores wannabe, es precisamente el París que V-M critica, del que se burla. Usted dice que él habla de ironía, yo creo que la mayor ironía del libro es el propio libro.

Por otro lado, tal vez lo ayude a juzgar mejor a V-M leer sus novelas menos metaliterarias. Lejos de Veracruz y su colección de relatos Suicidios Ejemplares creo que prueban que él es bien capaz de escribir otras cosas.

Un saludo desde Bogotá.

9:21 p. m.  

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