viernes, noviembre 04, 2005

Fantasmas II

Sigo con la escucha de la ópera, ahora cara 2 del primer disco. ¿Quién es Quint?, es un monstruo, un perverso, murió, tal vez desangrado, en un camino helado; antes se había marchado por su propio pie (tras descubrir su embarazo) la anterior institutriz, Miss Jessel. Murió al poco tiempo. ¡Los dos muertos! Es mucho peor de lo que uno podía esperar, el peor de los escenarios... Ahora que ya está enterada de lo importante, el ánimo de la institutriz se viene abajo, sabe que su misión, para no fracasar, es velar por el alma de esos dos niños, sobre todo de Miles... Su misión, su tarea, la vemos en las dos siguientes escenas, dando la lección de latín a Miles y en compañía de Flora cerca del lago. La niña lleva su muñeca, ella un libro. Una canción infantil, ¿o no tanto? Un mar muerto, una vigilancia interrumpida por una aparición, la de Miss Jessel del otro lado del lago...¡Hay que marcharse, huir! Pero la corrupción hace tiempo que camina por estos terrenos en apariencia idílicos. En la escena 8, la más intensa tal vez, cada uno de los fantasmas se le aparece a cada uno de los niños del mismo sexo, en un contrapunto magnífico que se continúa con la presencia luego de las guardianas, que tratan en vano de apartarlos de esas sombras malignas. Pero el Mal es sorprendente, etéreo, sobrevuela todas las tierras, todas las voces de advertencia. Miles: "Ve que soy malo, soy malo, ¿verdad?"
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En El País Semanal de esta semana pasada, leo una pequeña entrevista con Michel Houellebecq, uno de mis escritores favoritos, con motivo de la inminente publicación en España de su última novela, La posibilidad de una isla (Alfaguara, sale el día 12 de este mes). La entrevista es bastante lacónica, al parecer, es un tipo muy aburrido para estas cosas, así que lo mejor es leer el avance de la novela, dos fragmentos en los que vemos a Daniel 1, el humorista protagonista. ¡Un humorista, qué apropiado! Después de un matrimonio fracasado, conoce a Michelle, una mujer de mediana edad que trabaja en una revista de tendencias juveniles llamada Lolita (aquí es donde se aprovecha para lanzar ironías sobre nuestra sociedad de kids eternos, porque que sean sus lectoras mujeres de casi treinta años...). La verdad es que esa mezcla de ciencia, religión y utopismo perverso seguro que promete diversión.
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La escena podría ser de hace unos cuantos decenios, pero no, es de ahora mismo: en unos escalones de cemento, cerca de un riachuelo que no lleva agua, para variar, estamos Thomas, el Madriles (que no sé ni cómo se llama, sólo que ha nacido en Galapagar y que tiene 34 años), un gitano con su "mujer" y las dos perras, y yo mismo, todos bebiendo cerveza y fumando (yo no fumo, of course, ni siquiera ese "gush" que Thomas dice haberse conseguido from Morocco). El gitano, que tendrá entre cuarenta y cincuenta años (la mujer tiene cara de pepino y es totalmente inexpresiva, y tendrá veintitantos), no para de cascar, cuenta chistes de gitanos y demás, que no son especialmente graciosos. En esto que vemos algo gordo que avanza por el lecho del río, algo del tamaño de un conejo, bien negro, que enseguida desaparece. ¡Una rata, joder! El gitano dice que a ésa no es posible matarla con fósforos enterrados en queso, como suele hacer él, sino que hará falta una bazooka, por lo menos. Andalucía Sólo Hay Una.