martes, noviembre 29, 2005

Sigo el paseo por la avenida de los muertos

La fuga sin fin, titula su crónica Ignacio Martínez de Pisón acerca de Los detectives salvajes de Roberto Bolaño, que nos estará contemplando desde algún rincón de Barcelona o el desierto-Sonora de México ("ellos dos serían ese vacío que quedaría entre la multitud de testimonios"), y me dan ganas de ir a México, como dice también Vir en un comentario. Y Rafael Conte escribiendo su crónica (¿del pájaro que da cuerda al mundo?) sobre las aventuras de Marta y Fernando, de Gustavo Martín Garzo, que es la crónica deliciosa de un amor a lo largo de sus jóvenes años de matrimonio, y escrito en un estilo limpio como el agua, intercaladas historias en su narración que remiten a otros cuentos del psicólogo que se convirtió, afortunadamente, en escritor de maravillosas historias, como la de Ña y Bel, o cómo somos vistos por una inteligencia extraterrestre. Repaso el contenido de la hemeroteca, y me doy cuenta de que casi todos están muertos, que ese papel ya casi amarillento es como una lejana oda a la alegría, pero sin la música original, que se ha perdido. Pero Beethoven está, siempre, y ahora escucho su primer cuarteto de cuerda, op. 18 nº 1, en versión de The Budapest String Quartet (CBS, 1959), con ese adagio affetuoso e appasionato, que es algo tremendo para el corazón, pero el frío, el frío... no lo lamento. Estoy rodeado de espectros, y en el sueño, las escenas pornográficas se mezclan con otras de una ciudad utópica, en donde alguna vez fui feliz, fuera del mundo. Sigo el camino entre la escarcha y la niebla, a lo lejos animales prehistóricos sobrevuelan arbustos desnudos, y hay un aliento a mi espalda, susurros de bestezuelas, ¡mis vecinos, mis odiados vecinos! La paranoia se apodera del terreno, cercado por vallas de espino, y hay una extraña música, oscura como tu rostro que nunca termina de desvelarse. Envuelto en sombras, a la orilla de un río negro también, surge este comentario sobre una obra de Robert Walser, que murió en la nieve, escarchada su alma: "en la cámara frigorífica, adelante, los interruptores no funcionan, habrá que inputar su cerebelo". Como escrito en otro idioma, aprendido por entes que vienen de una atmósfera más pesada. La literatura no es más que una serie de píldoras de un extraño metal, concentrados de memoria de antiguos habitantes enfermos del páramo. Las hojas amarillas que una vez contuvieron un alma, una ilusión. Esparta contra Atenas, la libertad posible contra el ordenamiento y el encierro de la manada en su propia cerca. Calasso: sin sentido. Tu mano está fría, o lo siento así al otro lado de la valla. Un perro llamado King. Benidorm como la nueva Gomorra, gogós, James Brown fírmame estos discos, no sé si uno es pirata, da igual, y los guardianes también quieren desgañitarse en el escenario. Territorio podrido, adiós, pasos, sigo caminando, hacia el infinito.

1 Comments:

Blogger Rain (Virginia M.T.) said...

Mi querido Lukas, escritor que a tráves de la blogósfera, conocemos, con la filigrana elegante de tu visión escrita, sé que tus lectores hamos llegado al punto final de este paseo con una emoción clara como si el cielo estuviera aquí. Y tus palabras surcando sus nubes, en cada
imaginario.

Y Beethoven con su adaggio afetuosos e apassionato, como un eco resuena...

Rafael Conte, con su pájaro que da cuerda al mundo -maravillosa metáfora en la interrogante- ya está en compás de espera: otra motivacción más para leer, mientras la existencia fluye y en ella, alguien escribe, alguien que transfigura el mundo, desde su territorio verde suave con un hermoso cuadro matizando su identidad:
'White and Greens in Blue'.

Gracias Lukas. siemepre gracias.

1:07 p. m.  

Publicar un comentario

<< Home