lunes, diciembre 26, 2005

Otro fin de año

Patético: la noche del 24, en la tele no había nada más que morralla (claro, para qué otra cosa, si la gente estaba con la nochebuena de rigor), y lo único que pude ver fueron unos episodios de Los Simpsons, que encima me di cuenta que eran los mismos repetidos del año pasado, seguro que en el mismo día y a la misma hora. Eterno retorno. Repeticiones. Para eso ha quedado la Navidad: para el consumo y las tonterías revestidas de papel cuché.

Anoche, algo mejor: un programa sobre la cocina del Quijote (que por algo ha sido el año, joder), con referencias a los platos mencionados por Cervantes, imágenes de alguna película y con los cocineros castellanomanchegos más importantes deconstruyendo el salpicón, los duelos y quebrantos o las lentejas, por no mencionar una ensalada que Adolfo hace en honor de nuestro triste caballero. Y luego, aunque con publicidad (pero ya la veré entera, una amiga la grabó), Los chicos del coro, una peli que me perdí en su día, y que resulta que es una maravilla, por lo que pude observar en la primera media hora. La música puede aplacar hasta a los más canallas: la música clásica, of course.

Dije hace algunos días que el mejor escritor de ficción actual es Thomas Pynchon: pues no, no es Pynchon, sino Coetzee. El Premio Nobel surafricano escribe con tanta transparencia, con una escritura corta, seca, pero llena de sabiduría y refinamiento, que uno se estremece en determinados pasajes de Elizabeth Costello, que es una novela-ensayo en donde, mediante el personaje-alter ego del autor, EC, se nos habla de temas, de cuestiones tales como el amor a los animales (capítulo rotundo donde los haya, en dos cabales partes), la interacción mente-cuerpo (de la belleza y la compasión), la literatura y su destino, o el eros implacable. En su peregrinar por el mundo, esos dos viajes a Estados Unidos para dar sus charlas, o el viaje a Zululand para acompañar a su hermana Blanche y tratar de hacer las paces con ella, EC es la voz ética de nuestro tiempo, a la vez que se convierte en una presencia humana, demasiado humana, hasta el punto que en cualquier momento podríamos tenerla ahí al lado. Todos los comentarios y críticas que leo sobre ella son loas merecidas. Leo también sobre Hombre lento, su última novela, y un pasaje de la novela misma, y sé que estoy deseando leerla apenas acabe ésta, porque ahí también aparece esta mujer radical donde las haya: radical porque no trata de complacer a nadie, porque de alguna manera hace arrepentirse a su hijo John de haberla traído para esas lecturas en el Appleton College, porque no puede rendirse ante su mujer Norma, quien es la representante de la ciencia instrumental que ella pone como causante del desorden mundial y fracaso del humanismo. El humanismo en África, qué capítulo. Qué ha pasado con el humanismo, por qué ha llegado al lecho de muerte en que se encuentra, si es que todavía está ahí, y no criando malvas: ¿puede considerarse algo vivo el humanismo como hermenéutica, como quieren algunos scholars? ¿y por qué los griegos también fueron condenados? Lo mejor de esta obra excepcional es que no responde a todas las preguntas, es más, siempre hace fracasar tus expectativas, y te deja pensar: todo lo contrario que la última novela de la Jelinek, según leo en la reseña de Cecilia Dreymüller, ya que la autora también Nobel da una obra ya leída, ya machacada, como si los lectores también fuésemos marionetas.

Gracias, Coetzee, por acompañarme en estos últimos y deprimentes días de 2005, un año que no recordaré.

5 Comments:

Blogger Magda Díaz Morales said...

Lukas,

Deseo que pases muy contento tus fiestas decembrinas y que 2006 sea para ti un año de realizaciones, salud y amor.

Un afectuoso abrazo.

6:42 a. m.  
Blogger Magda Díaz Morales said...

Quizá haya sido un año dificil para ti, para mi también lo fue y es, no viene al caso decir por qué ya que es cuestión familiar muy dura, pero pensar que tenemos salud, creo que es muy impoortante para pasar estos dias contentos. Aunque quisiera que todos a mi alrededor tuvieran salud...

En fin, por ello te digo que pases contentos estos días, tienes muchas cosas para estarlo, sobre todo te tienes a ti mismo y todo lo que esto guarda. Felicidades por esto y seguro el año que viene será mucho mejor, ya lo verás.

Ahora si me despido, ando de vacaciones, aunque haciendo adobes, como decimos por acá.

6:48 a. m.  
Blogger lukas said...

Muchas gracias, Magda, yo también deseo que el año que está a punto de empezar sea mejor, eso esperamos al menos, y ojalá podamos seguir con el blog pese a los problemas que siempre hay. Presiento que será un año de cambios, no sé si grandes o pequeños, pero cambios...

10:16 a. m.  
Blogger Rain (Virginia M.T.) said...

Esa emoción que se siente al leer tus posts, es algo que nutre y que también le da color a la existencia: es contradictorio querido lukas, porque a veces hay tanta soledad dentro de uno y sin embargo, saber de Coetze, porque lo cuentas y hablas delo que no te gusta, con cierta ironía como lo has hecho ahora, todo eso le da otra perspectiva a los instantes, a esos instantes fugaces.

Este año, a mí me ha ofrecido conocer blogs plenos, aportadores y ese es uno de mis alegrías, que seguiré freceuntando el año que viene.

Nada es permanentemente color de rosa fresco, sino su recuerdo y su atisbo.

Hasta pronto Lukas.

1:16 p. m.  
Blogger Paola said...

Llevaba meses queriendo leer esta novela. No había leído nada de Coetzee, ni me atraían demasiado los argumentos de sus novelas, tan deprimentes, pero cuando leí alguna critica de Elizabeth Costello enseguida sentí curiosidad por la novela.
Llevo leidos un par de capítulos y alucino. Coetzee es implacable, no hace concesiones ni siquiera con la propia Elizabeth, que se nos muestra tan humana, como bien dices Lukas, que parece que estuviera ahí cerca, a unos pasos. Elizabeth es vieja, y como ella dice en una de sus conferencias, no le queda tiempo para decir cosas que no piensa, por agradar a los demás. Es inteligente, mucho, pero como sucede con todas las mentes brillantes, cojea, hace agua por algún sitio, y hasta en este sentido es preciso Coetzee en la creación de su personaje.
Coetzee manipula al lector, ya dije que es implacable. Interrumpe la narración, sesga la información que viene suministrando , en el momento que le da la gana; salta en el tiempo, censura, entonces hace algo maravilloso: critica a la novela en la trama y en la técnica, es un doble juego de fondo y forma.
No quiero extenderme más porque llevo un tercio de la novela leído y no quiero caer en imprecisiones, pero volveré cuando la haya terminado.
Saludos

2:15 p. m.  

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