martes, febrero 07, 2006

La vida es un don

Eso dice la pedorra de Carlota, en la novela insoportablemente cursi de Marzal, que ya dejé de lado.

Y será verdad.

Pero la Policía Local de Marbella mata a un hombre, y aquí no ha pasado nada. Lo que incordia, es eliminado. Con denuncias falsas, con ayuda de los empleados de hotel.

Por eso, digo: serán felices los que están dentro. Dentro de la mafia vital.

El concierto nº 1 para violoncello de Shostakovich, en versión de Rostropovich y la Orq. de Philadelphia, dirigida por Ormandy (grabación realizada pocos días después de su primera interpretación en esa ciudad estadounidense). Sonido perfecto, maravillosa creación de una obra inmortal. Shostakovich es una de las pocas cosas que pueden alegrarme: el arte más allá de las miserias humanas.

Y los días pasan, y sé que antes hubo un vacío, que no estaba en ninguna parte, y que después, será algo de lo mismo, ¿o no? Pienso cada día en la muerte, en lo que vendrá después, en que de este siglo no pasaré, no sé siquiera si de la mitad del dichoso siglo XXI. Y toda esa crueldad refinada que es la vida, seguirá sin mi presencia, y ya no hablaré con M., y ya no veré más películas (tampoco leeré la prensa ni veré las malditas noticias contándome las monstruosidades de la ciencia: una mujer monstruo se enorgullece de su nueva cara; un hombre de su nueva mano). Y todo dará igual.

Somos animales camuflados: ante mí pasa un chaval con aspecto de pocos estudios, que me mira y guiña para indicarme lo buena que está esa rubia que va ahí delante de mí: su culo, sí, bien marcado por el ceñido pantalón, su pelo rubio oxigenado. Pero seguro que no será para tanto. Lo que pasa es que somos animales, y queremos siempre la carne, hundirnos en algo que nos dé sentido. Pero uno sabe por fin que la vida carece de sentido, que la imaginación tampoco puede proporcionarlo: sí, Andrés Ibáñez, la vida carece de sentido, y muchos libros... tampoco.

No debemos molestar al prójimo, y menos que menos, a los musulmanes.

La libertad de expresión es el juguete tonto de Occidente, pero eso no nos hace mejores. El juguete también se rompe, y el fascismo cotidiano es algo que los tontos narcisistas no pueden ver.

2 Comments:

Blogger edilberto aldan said...

Muchas veces aprecio el tono de rabia contenida de esta bitácora, reitero, muchísimas, por su congruencia...
Hoy no, me provoca una tristeza enorme la apuesta por el vacio y la animalidad cuando dices "la libertad de expresión es el juguete tonto de Occidente"
¿Cómo convive esa frase con la opinión sobre el concierto n° 1 de Shostakovich?
Quien piensa que todo seguirá igual, en el fondo y la superficie, le apuesta a que tomen decisiones por él (siempre es más sencillo), por el fascismo...

6:13 p. m.  
Blogger Rain (Virginia M.T.) said...

Es posible que el ser madre me guie hacia los vitalismos en medio de mi escepticismo y las lecturas intensas de pensadores que un tiempo desconocí...

es posible que como otros, me aferre a eso que llaman 'esperanza', mas que sé es algo parecido, y no tiene nada que ver con paráísos o infiernos. Creo , Lukas , que no todo está perdido. O que nunca lo estará.

4:27 p. m.  

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