lunes, marzo 27, 2006

Casi felicidad

Parece increíble: ¿un buen fin de semana, aquí, en Nerja? Lo que parece algo del otro mundo, a veces casi se consigue. Relativa calma, buena lectura, buena comida casera, música discreta, los dos programas de Todos contra el chef, un cambio de hora que dejó el domingo más corto (decía yo, ayer, para mí, que los domingos tendrían que tener 18 horas como máximo, ¿para qué más?), un rastrillo con algunas sorpresas, y la perspectiva de un cambio de casa, sobre todo esto último, es lo que más me alegra.

El sábado, que cuando era pequeño era mi día favorito, sobre todo por las mañanas, ahora se convierte en un momento anodino de la semana, y la verdad es que el de ésta no fue una excepción. Hizo un día espléndido, con mucha gente ya en la playa, y pude seguir leyendo la novela de Ruiz Mantilla. La tarde, aunque estaban ahí al lado, desde las cuatro a las ocho, los estúpidos deportistas de defensa personal con nombre impronunciable, no estuvo tan molesta como para tener que largarse, y además, se me hizo más corta porque hablé con M. por teléfono, una hora enterita. En el programa de cocina, Darío ganó al concursante de Sevilla (se hizo desde el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, en la Cartuja), con foie mi-cuit caramelizado y habitas. El domingo sí que se presentó diferente: solo en casa, desayuno tranquilamente a las diez, luego salgo hacia el Rastro, con una bolsa en la que llevo una litrona (ya empezada) y el libro de RM. Me paro a medio camino, no puedo más, me ahogo, y es que los kilos de más ya hacen estragos en mí: me pesé en la báscula, cosa rara que no hago más que muy de vez en cuando, y resulta que voy por los 94 kg. Bueno, me consuelo, Monchón pesa 130, hay que joderse. Cuando llevo a lo más alto de la calle, que luego comienza a bajar, allí abajo es un precioso hormiguero de gente que busca, busca lo barato... Las dos primeras calles tienen lo de siempre, o sea, que ya me estoy asqueando por haber venido, pero en la tercera salta la liebre, y veo que los de Costa Animal Society (chillonas camisetas amarillas distinguen a los vendedores-voluntarios) tienen algunos vinilos de clásica esparcidos por la mesa, sobre los cuales hay bolsos y demás cacharritos, que quito suavemente para poder mirotear a gusto. Mucho Bach y Beethoven, algún Mozart, y todas grabaciones históricas, de las que me gustan. Elijo sonatas de Beethoven por W. Backhaus (las nº 8, 30 y 32); y piezas de Bach por Glenn Gould, el genial pianista canadiense (el Concierto nº 1 para piano y cuerdas; y las partitas 5 y 6). Me voy ya, recompensado, y sabiendo que la semana próxima estaré en Madrid, qué ilusión.

Subo y bajo la calle, ya todo es bajada, qué bien, cómo lo agradece este pobre cuerpo pesado, un trago de cerveza, o varios, vienen bien, en la parada de Verano Azul, que está tranquilo, de paso puedo leer un poco de Gordo. Es muy divertido, y además, hay una cierta intriga, tal y como se desarrollan los acontecimientos, en saber qué pasará entre el protagonista y Julia, la atrevida Julia. Me voy más abajo, cruzo el Mas (supermercado que me sirve de túnel y también de meadero) y llego hasta la Torrecilla, el lugar sagrado para las almas en pena como yo. Por desgracia, mi banco favorito ya está ocupado por Antonio, jubilado, ex cartero, socialista de pro. Hablamos de libros (tiene ahora en sus manos el Sur, diario que él mismo reconoce como una porquería, le digo que en El País hay una entrevista con nuestro Presidente), él ha tratado de leer Susana y los viejos, finalista del Nadal, y no le gustó su trama retorcida. Le muestro el mío, tras ver yo El pintor de batallas de Pérez Reverte, que quiero leer en breve. Como recién lo ha empezado, no me puede decir qué tal, yo le digo que promete (dicen ya que es su mejor obra con diferencia). Luego hablamos del Asunto, él tiene las cosas muy claras y mucha rabia contra los del PP, que según él (y yo asiento) son de extrema derecha ya, el giro con Acebes y Zaplana es claro. Luego viene un amigo o conocido suyo, un poco petardo, de los que hablan de fútbol y tonterías así. Luego aparece Alfredo, el Segoviano (al que Antonio llama Alfonso) y al rato nos vamos los tres para Los Cangrejos, una plaza tranquila menos por un grupillo de fumetas y mierdas que se ponen del otro lado a donde estamos nosotros, por suerte. Son las tres, Antonio se va, yo me quedo un poco, cuando llego a casa son casi las cuatro (¡qué bien, comer tan tarde!), el estofado no es tan rico como la fabada de ayer, pero bueno. Más tarde, termino por fin la novela, entre una sonrisa amplia que se me queda (ahí es nada, sin prejuicios, ¡olé!), y llamo a M., que parece aburrida de su propio domingo madrileño. Más tarde, desde la central de Metro Madrid en Nuevos Ministerios (¡jojo!), Darío y el concursante-retador trabajan para los pimientos del piquillo rellenos de carne, ¡y gana el concursante, hay que joderse con el jurado patatero! En fin, es divertido ver la cara que se le pone a Darío, y ver también las tomas falsas, como cuando una tía trata de colarse cuando Darío compra su ticket del metro (la mejor manera de moverse por Madrid, gentuza del no-sin-mi-coche), o cuando otra quiere hacerle una foto, tras el cordón de seguridad desde donde los mirones no quieren perder detalle. ¿Alguna vez se cocinó en el metro?

Tras la cena (a las nueve, hay que joderse), un poco de TV (a esa hora ya no busques noticias, sólo restos), como Al filo de lo imposible (otro desafío a un ochomil, con tres mujeres de protagonistas, (una de ellas tuvo un grave accidente hace un tiempo y se recuperó y atravesó, en otros programas, el desierto líbico). No recuerdo la montaña, en español sería algo así como "la montaña desnuda", en traducción del sánscrito. Luego viene la Ruta de la Plata, que veo más que nada por Maribel del Prado, la Fotógrafa tan buena, pero la verdad es que saber que la Casa de Velázquez ahora es el Taller de Vittorio & Luchino, dice mucho de nuestra época superficial. En fin, me voy a la cama temprano, antes de las once y media.

4 Comments:

Blogger Cereza Martinez said...

muy interesante tu blog...
vivi en Malaga 7 meses... ahora estoy en Baleares

6:46 p. m.  
Blogger Antonio B said...

Sigue siendo interesante tu blog. ¿Qué es la "casi felicidad"? Quizá oir a Jordi Savall. Mira mi nueva entrada.

11:23 p. m.  
Blogger Rain (Virginia M.T.) said...

Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

8:08 a. m.  
Blogger Rain (Virginia M.T.) said...

Alguna vez estaré en ese Rastrillo, espero.

Imagino a Walter Nenjamin, feliz tocando cosas antiguas, un gramófono por ejemplo, y postales.

Aprecio el ritmo de tu post, ese ritmo que le da belleza.


Salutes Lukas.

8:12 a. m.  

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