miércoles, marzo 08, 2006

Gordo, gorda

Me encanta esta mujer real que representa la modelo estadounidense Crystel Renn, de 21 años, 75 kg. de peso, y con talla 46, que ha vuelto ha desfilar para Elena Miró en la Semana de la Moda de Milán. La mujer real es así, y es la que más me gusta. A veces la veo pasar, por el paseo de la playa, como esta mañana, toda de negro y con generoso escote, y me digo: vivan las hamburguesas, Estados Unidos y las madres que las han parido.
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Ahora que casi he terminado la novela de Eduardo Lago, quiero leer Gordo de Ruiz Mantilla, también periodista de El País (escribe sobre música clásica), y que dice incluso que hay música gorda (como la de Wagner, este fin de semana con la ONE) y música ligera, pongamos Debussy. Hay un gordo literario genial, que es Ignatius Reilly, al que hemos conocido hace poco, pero que es como si lo lleváramos siempre a cuestas. Ahora, cada vez que me como unas salchichas (con o sin ketchup y mostaza), pienso en él y en su terrible madre y gente de alrededor.
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He declarado la guerra, y con ello mi más profundo desprecio hacia las manifestaciones fascisto-deportivas, todo lo que tenga que ver con dietas, gimnasios, tratamientos de obesidad, salud al día, deporte para la tercera edad, alimentos prebióticos y demás morralla al aire libre. Cada vez que veo a un deportista, con su chándal y demás equipamiento galáctico, cada vez que veo a las tías marimacho de voleibol o su Puta Madre en Bañador, me dan ganas de escupirles, como mínimo. En cambio, me encanta la gordita de la tienda de libros de segunda mano de calle Granada (a quien Thomas y yo ya le hemos cogido el truquillo, por cierto), me encantan las rusas fofas que toman el sol fuera del área de tumbonas, me encantan las gordas no marujas, las chicas de mi edad orondas, las que se alimentan de cualquier cosa que no sirva para adelgazar.
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En un tiempo, se puso de moda una canción del Gurruchaga, con su orquesta particular, y el estribillo era gordas, gordas, muy muy gordas...
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Todo lo que no mata, engorda. La depresión no me mató hace cuatro años, así que ahora, a comer, que son cuatro días.
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Espero que el chef Santi Santamaría, uno de los mejores de España y del mundo, no se ponga tonto con recetas para cuidar la línea...
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Cuando se come, y sobre todo, cuando se come bien, cuando se está en un buen restaurante, de los llamados gastronómicos, es un pecado hablar de otra cosa que no sea la propia comida.
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Quítate de mi vista, puta deportista.

1 Comments:

Blogger Rain (Virginia M.T.) said...

Sonrío y me río, me río. Luego, me pongo seria. Porque es serio lo que dices y a la vez es inevitable reírme.

Por mí, no por lo que has escrito. Si me vieras, verías el contraste. Creo que mi metabolismo contribuye a hacerme como soy, delgadísima.

Concentrada en lo que has escrito, evoco a los encantadores gordos de Botero. Las redondeces de sus mujeres, la sensualidad de sus curvas.

Qué sabrosura, comer sin templanza, aunque yo no sé, no soy muy afecta a las grasas...

Me ha interesado esa reivindicación de lo 'gordo' en el arte, Algo pausible. Sería como la ampulosidad de la creatividad en su estallido metafórico.

:) Salutes Lukas.

1:41 a. m.  

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