viernes, marzo 10, 2006

Hey, Manhattan!

Así se llamaba un tema de los Prefab Sprout, de su álbum favorito para mí, From Langley Park to Memphis, que en su mismo título ya nos hace pensar en grandes territorios, una invitación al viaje. Y otra invitación es la que nos proporciona Antonio Muñoz Molina en su obra Ventanas de Manhattan (Seix Barral, 2004), que empecé a leer ayer tarde. No he tenido la suerte de Roberto Zucco, de haber estado en New York, pero cuando uno lee estos episodios de alguien que sí ha estado en muchas ocasiones, se hace una idea bastante precisa de lo que es llegar a la Gran Manzana (algo que echa por tierra, según el narrador, nuestra imagen peliculera de la ciudad de los rascacielos), lo que es tener que lidiar con los agentes de Inmigración, el gigantismo y la fuerza frenética de un lugar no hecho a la medida del hombre sino de las máquinas, esas máquinas que no dejan dormir (primer episodio). Nueva York también parece tener aspectos positivos, pero si nos fijamos bien, si no caemos en el embaucamiento del lector o el mitómano, esos aspectos siguen estando embadurnados de una capa cinéfila, artificial, imaginaria: esos clubes de jazz; esas ventanas abiertas, sin visillos, como en Rear Window de Hitchcock-Woolrich, que hacen pensar a nuestro hombre en los cuadros de Hopper, el omnipresente Hopper. Aunque a lo mejor lo que nos gusta a todos de esta ciudad, la conozcamos o no, es ese aura de ciudad inventada, de urbe todopoderosa, de capital del mundo. Y ahí, en ese escenario, puede pasar de todo, aunque lo verdaderamente cierto es lo más cercano, lo que tiene que ver con lo más familiar e incluso vulgar: la imaginería estadounidense se abastece de cosas de andar por casa, no de misticismos de un Walt Whitman o un Melville (que son casos extraños en el panorama yanqui). Los nuevos narradores nos lo dejan claro, lo que cuenta es el día a día, una familia y sus singularidades, cualquier pamplina elevada a la enésima potencia. El costumbrismo que tanto denostamos aquí, allí es el pan de cada día: en el arte, en la música, lo que les va es lo más ramplón, sencillo y popular, en todos sus sentidos. Se nota que no amo demasiado la cultura estadounidense, a pesar de que mi imaginario está lleno de tics y de personajes y de paisajes de allá (como dice Trier, un sesenta por ciento de mi cultura es yanqui). Estoy orgulloso de ser europeo, eso que todo el mundo envidia si está en otra latitud, en otro continente. Europa es la mejor región del mundo para vivir, no sólo por ser zona templada climatológicamente, sino porque es la única zona civilizada del planeta, la única hecha a la medida del hombre. Eso no quiere decir que aquí no haya fallos, fallas, quiebres y barbarie, pero Europa sigue adelante, en derechos y en espacios para el diálogo, en comprensión, en dudas y falta de fe, que es lo que nos hace avanzar. La Ilustración y su legado, aunque corrompido, nos hacen ser como somos. Por eso, no sueño con Nueva York, y algo me dice que estando allí, volvería corriendo, porque no soportaría ese insomnio por culpa del ruido incesante, ese ruido que alababa Varese, el hombre nuevo de la Nueva Música. No soportaría ver a tanta gente tirada en las calles, al lado de tanta opulencia, no soportaría tantas grandes distancias, y tanto agotamiento por un ratito de placer. En Estados Unidos, y en NY supongo que tampoco, no hay cafés, esos espacios para la libertad, únicos en Europa (como ha dicho en un precioso libro George Steiner): los bares, pubs o clubes (de jazz, de fumadores, etc.) son sitios para el mal encierro, para el ruido, para negocios de dudosa calaña. No termina de gustarme el jazz, y sólo me gusta el civilizado de Europa central, y el nórdico, y bueno, como excepción, algunas bandas de free jazz, pero eso es cosa del pasado. En NY iría a ver algunos museos, comería en ciertos bistrots (sí, claro, lo único bueno es de inspiración europea), pasearía horas por Central Park, pero me tendría que tragar el hedor del metro, la indiferencia de sus gentes, la miseria en los ojos de los mendigos, la obesidad de los muy blancos, canales en TV como plaga interminable, y todo ese olor y ese ruido de una cultura que en el fondo desprecio.

7 Comments:

Blogger Unknown said...

Y sin embargo, y justo por lo que te gusta la literatura y comer bien, Nueva York es un maldito paraíso. Y no sólo es cuatro museos más o menos reconocidos, es mucho más que todo eso. Es un país entero en una ciudad, un país que en absoluto se parece a lo que es Estados Unidos.

1:22 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

"Ventanas de Manhattan" es una visión subjetiva de una ciudad que yo tampoco conozco. Supongo que los que no hemos ido aún allí ( porque todos queremos ir alguna vez)tenemos una imagen de ella con música de Gershwin de fondo, y en blanco y negro. Yo también prefiero Europa como referencia. Por cierto, aunque he restreado por tu blog, no he tenido mucho tiempo y quería preguntarte si has leído algo de Alice Munro. Yo la acabo de descubrir y es magnífica.

Antonio B (Sevilla-Málaga)

1:46 p. m.  
Blogger Antonio B said...

Por cierto, hoy en creado un nuevo blog que quiere ser más literario:
http://vida-secreta.blogspot.com/

3:01 p. m.  
Blogger lukas said...

Sí, Cecilia, yo después de escribir esta especie de diatriba contra NY, pienso que es la única ciudad de EStados Unidos que merece la pena, y a la que acabaré yendo algún día, porque parece inevitable ir a la capital del mundo antes de palmarla... Y sé que hay muchos museos, algunos pequeños y secretos, como esa Frick Collection que se menciona en el texto de MM, y en donde se guarda "El jinete polaco" de REmbrandt, y que analiza John Berger en un artículo en el Babelia. Ahora localicé un blog sobre gastronomía en NY, otro punto más...

Antonio, qué bien que te decidas a abrir el blog literario, el mío prácticamente lo es, y eso que empezó como musical, pero la música ha quedado en un segundo plano, me temo.

De la Munro tengo bastantes obras, en inglés, claro, ya iré poniendo comentarios sobre esta dama imprescindible. Un saludo!

5:56 p. m.  
Blogger la que filma said...

Sí , yo amo a Manhattan cinematográfica y soy fiel a esa ciudad. Tal vez por eso no la visite nunca, si por cuestión de prioridades tuviera que elegir, iría a París.

En París, hubo y creo hay más profundidad en todos los campos que en Nueva York.

Y si fuera posible, iría a Manhattan para pasar por sus puentes, bordear la isla, comer en algún bar, buscar los ruidos catárticos, defenestrar de los nuevos mercaderes y cantar, cantar mezclada entre los neoyorquinos, en alguna hermosa noche.


Un gran salute Lukas.

9:54 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Fue un libro de Muñoz Molina que disfruté mucho. Tiene algunas observaciones sobre la ciudad realmente buenas.
Quizás no sería mala idea pasear por allá, y luego volverlo a leer. Sabiendo cuales son las cosas que aprecias de Madrid, y que echas de menos en Málaga, creo que NYC te enamoraría.

6:02 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Bueno, yo tampoco he estado en Nueva York, ni siquiera he leido "ventanas de Manhattan", por tanto sólo puedo opinar sobre la primera frase de este post.

"Hey Manhattan" es una buena canción y "From Langley Park to Menphis" un buen disco. Quizá algo comercial y creo que bastante inferior al anterior "Steve Mcqueen".

10:35 p. m.  

Publicar un comentario

<< Home