lunes, marzo 20, 2006

Ser o no ser

Ser de izquierdas o no serlo, o ser nada. Ser una persona que cree en el progreso, o ser un reaccionario. Ser vanguardista, o ser un jodido publicista, que vive de los revivals. Ser oscuro y siniestro, o ser un ser brillante, luminoso..., transparente, un pobre padre de familia, un funcionario menor, con su mujer y su hijo pequeño, que recuerda un amor de juventud, una mujer de Madrid a la que visita... para descubrir que ella también ha caído en el Pozo de los pañales, de las caquitas y las meaditas, del talco y los olores febriles del insomnio niñeril. Muy buena la historia de Muñoz Molina; como también ésa que transcurre en Chueca, un barrio de Madrid antes marginal, plagado de mendigos y yonquis, y ahora considerado el barrio fashion, gay y demás cosas de la posmodernidad. Se aprende mucho sobre el Madrid que amo, leyendo estas "novelas".

Me acuerdo entonces, siendo él de un pueblo de Jaén, de aquella noche que tuvimos que coger un taxi para volver de Baeza a Úbeda, dos de las ciudades más hermosas de Andalucía, por cierto. Era una noche de niebla feroz, había sido un día tan opaco, tan neblinoso, que no pudimos ver bien esa maravillosa ciudad, que se nos apareció como encantada. El taxista que cogimos resultó ser parlanchín, pero de los buenos: un tipo de unos cincuenta, puede que más, muy de izquierdas, tal vez comunista o hasta anarquista, que nos habló de los sufrimientos de algunos de sus familiares cuando la guerra, la lucha salvaje con los fascistas, etcétera. Fueron sólo cinco kilómetros, pero al tener que ir tan despacio por la niebla, tardamos como media hora, y ahí dio tiempo a que el hombre diera rienda suelta al pasado compartido. Luego nos dio su tarjeta, le dijimos que ya nos volveríamos a ver. Supongo que ahora es imposible, porque aquélla con quien iba ya no existe para mí, y no creo que vuelva a esos lugares. Pero siempre me acordaré de ese taxista, uno de los pocos que no es un facineroso, y de ese viaje encantado, tal vez porque aquellas historias de lucha, de fascismo y de heroísmo pueblerino me suenan, me sonaban ya, a película, a novela, como ésta que tengo entre manos, y que sin embargo me saben a cosa verdadera, lo más autentico.

Una noche, en Úbeda, se nos acercó una mujer, nos abrió su cartera, con sus documentos, su historia rota en pedazos, nos abrió su intimidad, allí en el triste bar, las cervezas pagadas por ella supongo, su marido la había dejado, le había sacado dinero de las cuentas del banco, y ella sollozaba, nosotros éramos tan felices, ma non tanto, estábamos allí, en la magia, música antigua, conciertos, paseos, era la novela de un año ya tan lejano, que no volverá.

Ser abierto a la influencia, o ser una piedra, y que se tenga que amar también a esa piedra.

La música ya no me dice nada. Pongo la radio, y ya no hay alegría. Me temo lo peor.

3 Comments:

Anonymous Anónimo said...

que hacías en siena, lukas?

11:33 a. m.  
Blogger Eduardo Silles said...

Me ha gustado. Por cierto, hace poco un taxista en Madrid nos dijo que todos los taxistas son de derechas y de Zamora. Lo cierto es que mi cuñada, que nos acompañaba, es de Zamora y de izquierdas. Nos echamos unas risas todos incluido el taxista. Un saludo.

8:39 a. m.  
Blogger Rain (Virginia M.T.) said...

Lukas, siempre aparece algo que da brillo a la vida, aunque sea brevemente. Puede terminar y después inusitadamente aparece alguien...

Sí, algo o alguien.

***

Esas calles de Madrid, las sueño...

Un gran salute.

6:03 a. m.  

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