viernes, mayo 12, 2006

Lo que importa es el viaje



Eso es lo que dijo un profesor de instituto que estaba sentado unas filas más adelante, un viejo conocido mío de la época revolucionaria, amigo de Cuba y de otras ideologías que ya no tienen mucha actualidad (es un poco como leer a Zizek, que es leninista y lacaniano, toma zambomba). Estuve viendo Flores rotas del también viejo underground Jim Jarmusch, mi iniciador en esto del buen cine, y llegamos a ese final tan abrupto e imprevisible, y ése fue el comentario más adecuado, mientras nos quedábamos para ver los títulos de crédito, en donde salían las canciones y sus autores, etcétera. Si en las películas convencionales es el hijo quien busca al padre, en ésta es un supuesto padre que se emparanoia en busca de un hijo que le dicen que tiene a través de una ambigua carta rosa. Al final, ya cree verlo en cualquier esquina, dentro de cualquier coche. Pero vivimos en un mundo sin autoridad a la antigua, en donde los jóvenes no quieren más que un simple consejo, nada de padres que están metidos en todo, de ahí la huida del joven en viaje con el que comparte un poco de comida, bebida y unas cuantas palabras. Es lo máximo que ha podido tener de la experiencia de "padre", de sentir que tiene un hijo. En este retrato minimalista de una cultura, la occidental estadounidense, Jarmusch nos lleva en un viaje por todo el país, mostrándonos ante todo las casas, las comidas, las bebidas, los coches y el vestuario de una gente a la que caracteriza de una manera muy cómica (esta peli es una comedia sui generis), como en la primera mujer del pasado de Don Johnston, Laura-Sharon Stone, con una hija que se llama Lolita, y que es una caricatura de la obra de Nabokov, que para eso ha quedado el genial escritor. También es para reírse el personaje de Carmen (Jessica Lange), la comunicadora de animales, que parece más interesada por los perritos que por las personas, y atención a la secretaria y esas piernas mareantes. ¿Y qué decir de Dona, la fría y exitosa mujer de un imperio inmobiliario? Esas casas como las que aparecen en El show de Truman, tan asociadas ya a un estilo de vida waltdisneyzado. Y queda la última, la que podría ser la madre de su hijo supuesto, (Tilda Swinton), una macarra protegida por macarras, que marcará el fin de su viaje, de su experiencia por el ancho mundo privado de su país, que es un mundo privado en sí mismo. Un conocimiento de la belleza que no podía conocer aislado en su casita y viendo películas de otro tiempo, regodeándose con el mito de Don Juan que bien le recuerda su ángel negro, el que le arregla todo para que haga el viaje-experiencia, con música enlatada incluida, la banda sonora jazzística y de fusión que es la típica de Jarmusch. Hay mucho fundido en negro, mucho corte, mucho fragmento, como en toda película posmoderna que se precie, y ésta lo es con exceso; también se incluyen dos sueños de Don, tras un fundido en blanco, que son imágenes de antes pasadas por la turmix del vídeo digital. Hay constantes alusiones al viaje, aviones, salas de espera, coches, descampados, esos no-lugares que constituyen el paisaje desolado de la vida posmoderna. Hay una actitud entre indiferente y sentimental en este personaje que encarna tan bien un Bill Murray que viene de viajar al lejano Japón cuando se perdió en el traslado. Porque viajar es perderse, es perder la cabeza un poco, salir de la rutina, dormir mal, hacerse viejo como los astronautas envejecen cuando viajan en el tiempo, y volver de otra manera, casi como un budista zen que ayuda a su vecino, sin más. Es posible que todo ese lío de la carta haya sido una broma de Sherry (Julie Delpy), la última amante, cuando lo abandona; o hasta puede que sea un truco del amigo negro, que le gusta sumergirse en pruebas detectivescas. Lo del lacito rosa en la mochila del joven viajero es ya el último guiño: a las mujeres les gusta el color rosa...
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Música estadounidense de nuestros días: conciertos de la Fundación Juan March, este miércoles estaba el Cuarteto Penderecki, tocando obras de muy distintos autores. En primer lugar, la ramplonería de Philip Glass con su cuarteto nº 5, con sus melodías facilonas, sus cambios previsibles, su repetitivismo cansador. Luego, una autora nacida en 1939, de la que nunca había oído hablar, Ellen T. Zwillich, con su Cuarteto nº 2, que me hizo pensar en Elliott Carter, aunque sin la complejidad suya: se basó en un sueño muy vívido que recordó al despertar y que dijo que venía muy bien con la estructura del cuarteto de cuerda. Es una música abstracta, en donde cada músico tiene una parte definida que va por libre, hay contrastes, hay otro mundo. La segunda parte ya no la escuché. Y pienso, mientras paseo por la playa (ningún día el color del mar es igual a otro, pero no sé darles nombres a esos colores), que sólo se vive realmente, y se piensa, en viaje.
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La película de Jarmusch está dedicada a Jean Eustache. ¿Y ese quién es?, dirá el que va al cine a pasar un rato. Pues es uno de los mejores y más desgraciados cineastas que han existido, que filmó una obra maestra llamada La mamá y la puta, que se rodó en B/N, dura casi cuatro horas y está casi toda llena de diálogos, de esa verborrea francesa que me encanta, y que protagoniza el actor fetiche de Truffaut, y está llena de bellas mujeres, como en el cine primero de esa otra gran esperanza del cine independiente from USA del que ya casi no se oye hablar, Hal Hartley. Esa peli la tenía en vídeo y se me jodió en el viejo aparato de vídeo (también me jodió una muy querida, porno, con Sarah Young). Eustache, se suicidó porque no le veía salida al mundo, o a su mundo. Emprendió el viaje más largo y proceloso.

4 Comments:

Blogger Rain (Virginia M.T.) said...

Sí, Bill Murray con esa aprente rigidez está formidable en esta peli.

Ese viaje que acomete es tan extraño que a medida que avanza el film, una se queda entre preguntas y asombros.

Acerca de la mujer que llamas 'fría', yo la veo expresiva intensamente en determinados gestos, como cuando abre la puerta y recibe a Murray. O cuando le mira en la mesa, o cuando escucha a BM diciéndole que el collar que está usando , él se lo obsequió...
Allí hay unos gestos concentradísimos de la mujer, sí.


Una película que de vez en cuando vuelvo a ver: Jarmusch es uno d elos grandes.


El viaje: y el interior, el que se hace aunque estés en un solo lugar?

6:33 a. m.  
Blogger Portobello said...

Me gusta lo que has escrito de Flores rotas" y Vir me ha dicho que quieres participar en El rincón cinematográfico con alguna de tus reseñas. A mi me encantaría llevarlas. Te cojo esto, como ya sabes con tu firma y espero llegar a muchas para editarlo. Es un sueño, pero se puede conseguir. www.mosaicoss.blogspot.com
Un abrazo

4:58 p. m.  
Blogger lukas said...

Toma lo que quieras, Zuriñe, y ya sabes, me encanta conocer tu blog colectivo. Hasta pronto!

6:15 p. m.  
Blogger nadaesloqueparece said...

no he tenido el gusto de ver la pelicula pero luego de leer tus comentarios no dudare en hacerlo!!!

2:33 a. m.  

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