viernes, mayo 19, 2006

Vida del fantasma

La bondad, de nuevo, lo ha dicho Martín Garzo en la misma página en que salió la crítica de la última película de Almodóvar, Volver. Este mismo título acoge múltiples significados: volver al pueblo, a ese lugar de la infancia que todos he mos dejado atrás, que más tarde o más temprano hemos de traer de nuevo al presente. Volver de entre los muertos, y esto parece también un homenaje a Hitchcock, director que está presente de manera sutil en todo el filme. Volver, en fin, de Carmen Maura, la actriz que después de tantos años se reencuentra con el director manchego. Ese regreso a lo más auténtico, es también una forma de bondad, un perdonar, un hacer el bien aunque haya tanto mal detrás, y cueste olvidar, y sea tanto el dolor acumulado. Pero al final, la bondad triunfa, una bondad que radia desde el rostro de Lola Dueñas, la Sole, peluquera clandestina, que va sola al entierro de la tía (Chus Lampreave), cuidada hasta el último día por una mano amiga. La bondad de esa mujer de pueblo que tiene un dilema y una sospecha tan grande, que llega hasta la telebasura para tratar de contar su caso, sin conseguirlo del todo. Qué bien que está Blanca Portillo (Agustina), una actriz que no conocía. La bondad de esas mujeres de barrio que ayudan a Raimunda (Penélope Cruz) en sus tareas más o menos clandestinas también, con el restaurante y con lo otro. La bondad de los desconocidos, en la que siempre había creído el personaje que interpreta Marisa Paredes en Todo sobre mi madre. Ss han hecho tantas películas sobre el Mal, sobre la maldad, que hacer algunas sobre esa bondad desconocida, es todo un logro.
***

Los muertos no se van tan fácil, quedan ahí entre dos tierras, esperando que se cumpla una promesa, esperando la luz entre tanta oscuridad. Por eso se aparecen a los vivos, para que éstos busquen, y encuentren al fin la paz. Y esos muertos que están tan vivos, siguen con sus culpas y sus pesadillas, y son los otros, hoy día es una rusa, una recogía de la calle, que por un poco de comida y una cama, calla su boca, y trabaja en lo que sea. La vida oculta, debajo de la cama, en los maleteros de los coches, los que van del campo a la ciudad a través de los molinos de viento modernos. La vida del invisible, el que apenas cuenta, el que está atenido a los rumores del populacho. La vida del fantasma, esa vida maravillosa, que proporciona historias, que sabe de cosas que nadie sabe, porque se las llevó a la tumba, y ahora vuelve para contar la verdad. Una verdad que alivia, que cura y remansa,
***

Los hombres en las películas de Almodóvar son siempre unos mamarrachos, aquí los pocos que aparecen son poco menos que violadores, salidos, imbéciles, todo el peso lo llevan las mujeres, sobre sus hombros recae toda la carga, siempre ha sido así en el mundo real, el de los barrios, Puente de Vallecas, o ribera del río Júcar en donde todo se está secando, también los árboles, España es un país muy seco, y el pueblo ése es donde más alto índice hay de locura. Los hombres violan a sus propias hijas. Los hombres miran la tele tonta mientras sorben latas de cerveza. Los hombres miran babosos las tetas de las mujeres que están trabajando. Hombres estúpidos en el estúpido mundo.
***

Hitchcock, Rossellini, Visconti (Bellissima), tantos otros, pero ante todo, él mismo. Rayos de luz, y oscuridad, y dulces de la infancia que ya no volverá, y negro sobre negro, y más luz al fondo, y un poco de color en el pelo, y en la Rosa, y una canción, y la fiesta que ilumina la noche, y más rojo es obsesión, y una niña que se abre de piernas, sí, tal vez el único defecto del filme es que ese crimen es previsible, un poco demasiado. Pero quién no se arrimaría un poco más a Johana Cobo, y quién no poblaría más esos patios, y dónde se han ido las maletas con nuestros juguetes de entonces, dónde están las rosquillas, dónde aquellos muebles, las calles vacías, y cómo la vida de adulto es todo mentira, y en qué esquina yace, y en qué ribera, el muerto, el deseo, y su sombra.
***

Es verdad que la película tiene sus lagunas, como toda esa historia de equipo de rodaje, que no aporta mucho al resto de la historia, que se sale del tronco principal (aunque siendo un narrador posmoderno, Almodóvar se puede permitir esos deslices). Pero da igual. Al final engancha, aunque no sé si un segundo visionado resiste. Lo que no se soporta, como dice el blogger de más arriba, es la mala educación de la gente ( a mi derecha, una cerda comiendo palomitas todo el tiempo; un niño en la sala aburrido y medio chillando; móviles que suenan, y para peor, los créditos del final, tan maravillosos, cortados). Tendré que volver a verla, en casa.