lunes, septiembre 11, 2006

Noche espacial




Me paso el fin de semana (salvo una salida en falso el sábado por la mañana, en que vuelvo a casa cabreado y con ganas de no salir más en mucho tiempo), me paso el fin de semana, digo, ordenando cajas de recortes, poniendo algunos en hojas transparentes y luego en carpetas, pero se me acaban las hojas pronto (esos paquetitos de diez no sirven para nada), y tampoco tengo carpetas para lo de arte y ahora para los nuevos de ensayo, artículos sobre psicología, política, literatura y más cosas. Y luego de una caja de zapatos en donde guardo lo de cine saco algunas críticas ya viejas de Ángel Fernández Santos, el mejor crítico de cine que he leído, y al que echo mucho de menos, desde que ya no está el cine no es el mismo, falta su compromiso y su rabia para criticar el cine comercial, falta su mirada, sus palabras a veces duras y esas frases, esa sintaxis dura, dialéctica, para hablar de películas necesarias como Funny Games de Haneke, que leo antes de acostarme.

En Radio Clásica he estado escuchando dos programas, Hoy como ayer, dedicado a los pájaros (con un fragmento extenso de Messiaen, de su ópera San Francisco de Asís, que me resulta un tostón); y luego Álbum de viaje, dedicado al viaje espacial, con obras todas muy interesantes: de Messiaen, de nuevo, de su obra Des canyons aux étoiles, la pieza Llamada interestelar, para trompa sola, muy expresiva; luego Plutón, la continuación y el remate de la serie Los planetas de Holst, de Colin Matthews, bien; seguía la Serenata para un satélite, de Bruno Maderna, tal vez la obra que más ha envejecido, con esa aleatoriedad tan sugerente, y que me hace vibrar por primera vez, después de tanta pretensión de misticismo, por fin algo material, físico en estado puro; y acabó el programa con el Réquiem de Ligeti, que nació como obra abstracta y se convirtió por el genio prospectivo de Kubrick en una obra asociada de por vida al espacio y su silencio tenebroso, a su impalpable materia oscura y la fluidez imparable de su energía. Voces al límite, y el recuerdo de cuando la escuchamos en directo en Madrid, una experiencia vital.

Duermo intranquilo, tal vez temiendo lo peor. El nuevo día, su infierno cotidiano: el infierno es: la vida, las crueldades cotidianas.

2 Comments:

Blogger Portarosa said...

Fíjate cómo se quedaría el pobre Holst si supiera que Plutón ya no se merece estar en su composición.

Lo del viaje espacial me recuerda una contestación de Borges: cuando le preguntaron qué opinaba de ellos, dijo algo así como que qué iba a opinar, que todos los viajes, que él supiera y mientras no fuesen reales los viajes en el tiempo, eran espaciales.

Ánimo con tu cotidianidad.

1:43 p. m.  
Blogger Rain (Virginia M.T.) said...

Toda esa exquisitez que describes, es tan transparente, que se siente cerca. Eso me asombra, otra vez.
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(me cansé de que me llamen
Vir,
como ves.

10:16 a. m.  

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