miércoles, noviembre 29, 2006

Ruido de fondo



Entrada de Midnight Rose, restaurante del nuevo hotel ME, Plaza de Santa Ana

Tal vez la muerte no sea otra cosa que ruido de fondo, ese sonido insistente y hasta la eternidad. Tal vez ese miedo que tenemos a quedarnos solos, en silencio, es porque presentimos que en el silencio que no existe acecha la maldita que nos persigue cada día, más cerca, y ya no tengo las piernas para correr, dice en su testamento el ex espía ruso envenenado por polonio 210. El ruido de fondo es pues la muerte, y cada día lo experimentamos, antes de nuestra hora, por mediación de esos aparatos que la tecnología escupe para nuestro solaz e inútil diversión. Al final, queda el vacío, la nada. Tal vez la música sea el antídoto a tanto vacío, ese cuarteto de cuerda número 2 de Janacek por el Artemis. O el nº 13 de Dvorak, que todavía no escuché, y que me llama en secreto. Tal vez Don DeLillo tiene razón, y hay un fantasma en cada habitación, y no sabemos si es nuestro dolor que llora o una presencia real. Bendita posmodernidad, que ya ha terminado.