lunes, marzo 26, 2007

Viejas putas

Se llama Marianne Faithful. En los 60 fue una groupie destacada. En los 70, una puta yonqui perdida en el Soho. En los 80, quiso ser cabaretera, aunque no le guste la palabra. Superó un cáncer de mama y el viernes pasado actuó en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, aunque según Juan Pablo Silvestre, estuvo a punto de ser suspendido, cosas de ser una diva, siempre hay que tener al público en vilo. El público presente era incondicional (cómo no serlo, con una diva, o te metes en su orgía o no hay tu tía). Lo peor del rock no son los músicos (es un decir), sino ese público maleducado que aplaude a rabiar y silba y suelta eructos y encima dice cosas a la cantante de turno, y las fans tiran bragas y sujetadores al cantante de turno o al guitarrista que se lía el pañuelo a la cabeza. Lo peor es el ambiente de drogas y macarrismo. Marianne cantó (es un decir) temas que no conozco, y echó manos de los amigos, porque esta gente levanta una piedra y le salen los amigos: Polly Harvey, otra vieja puta; o Nick Cave, from Australia, el amor es loco y ciego, oh vaya qué novedad. Lo peor de ella es que tiene la voz rota de tantas drogas, la voz es lo de menos, lo que importa es tener a la gente embobada dentro del mito, viviendo de las rentas de sus satánicas majestades.

Otra se llama Roxanne y él cuenta sus historia. Outlandos D' Amour; el himno de un tiempo, siempre sonaba en las discos.

Ella hubiera querido ser una sola cosa
ella soñaba con cantar en un coro
hacer los coros en las canciones de Leonard Cohen



Ella habla siempre encima de la música, no deja que suenen las viejas canciones
Sus caderas ya no suenan viejas campanas herrumbrosas
Ya no hay magia en su voz
Voz demasiado gastada por tantas drogas
Juegos solitarios con las cartas que el destino le dejó
(BUEN HORROR)

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