lunes, julio 09, 2007

Muermo

Finalmusik, Justo Navarro, Anagrama, 2007.
El protagonista es traductor. ¿A quién puede interesarle sino a los traductores?
Como en las novelas petardas de Javier Marías. La iglesia católica y Roma, ambiente gris. La educación jesuita del autor se tiene que notar. Hay un cierto erotismo, para hacer contraste (Francesca la limpiadora, la profesora de semiótica). Y por si quedaba alguna duda sobre la generación del gintónic, pp. 66-67.
Demasiado intelectual, demasiado pedante, como esa professoressa, X, pp. 61-62. Menopáusica, además. Papel, polvo y humo, apenas sexo.
Estilo: todo seguido, enumeraciones sin fin, separación por comas, nunca punto y coma. Frío como un informe. Escueto, seco como la mojama. El menor atisbo de sentimiento. Los diálogos se incluyen dentro de la parrafada. Muchas palabras en alemán, inglés e italiano, como para demostrar que domina idiomas.
Esta profesora boloñesa, ya decrépita a los 55 años, le confiesa a nuestro hombre la infidelidad de su marido con una chica romana. Da detalles. Encima, parodia de Lolita.
Demasiadas referencias, prosa muy redicha, indicando en pose posmoderna "mira qué listo soy", el refrito y el kitsch en pocas líneas.
Confesión en Bolonia: PATÉTICO.
Justo Navarro hará bien en seguir hablando en castellano pero a través de las voces de otros.

Así que lo dejo, aunque he hecho el esfuerzo de llegar hasta la página 175.
La miseria de la narrativa española, sin imaginación, seca.

Escucho algo de música: la magia sideral de George Crumb, música para una noche de verano, macrocosmos III. La resonancia del sonido. El concierto para piano nº 2 de Frank Martin. En directo, en enero de 1972, yo era apenas un crío. La sinfonía nº 1 de Brahms, por BPO, Karajan, 1966 (DG). La fuerza del último movimiento, en donde se concentra toda la expansión beethoveniana. Charlie Haden desde San Javier, Murcia, los festivales de jazz, la música experimental no tiene lugar aquí. El último guerrillero es John Zorn, y actúa en Barcelona, pero eso no es un festival. En la noche del domingo, Gustav Leonhardt toca a J.S. Bach, a Kuhnau, antes a Couperin, no sé a cuál de ellos, era una brillante familia de músicos, como la de Bach. Tengo suficiente.

En la radio no musical, los espacios de cháchara, casi siempre: el misterio es que ya no hay misterios, la sociedad española sólo se interesa por cosas muy prácticas, ya no cree en nada que no sea la fuerza del dinero, a vivir que son dos días, Pilar Varela apenas menciona la muerte, pero los hombres no sabrán nada de esto. Pancracio dice que los misterios son necesarios. Javier Reverte juega al mus y es interrumpido, a lo mejor la semana que viene. El sábado me levanto temprano y escucho el primer encierro de los sanfermines. El día será largo y caluroso.

Laura no llama ni la veo. Mejor.

El domingo por la tarde pienso en las "amistades peligrosas" de la Red, Tonina, Belle, las muchas cristinas, alguna Lucía, Roz, todo tipo de vicios, perversiones, sexo online, las mujeres quieren ser forradas con dinero, alguna dulce, alguna Myriam que me cuenta sus anhelos, la poesía de las mujeres, las mujeres aventureras que llevan sus caprichos al desierto, cubertería de plata que no falte, ah la vanidad, dos mujeres en moto, la que conduce lleva algo en los dientes, algo metálico, se ha perdido por los montes, yo miro la casa desde arriba y la encuentro cercana, luego asisto a un entierro (o es antes), la ascensión es peligrosa, mi madre se preocupa de la ropa, hay dos ataúdes, y luego "la película más extraña que he visto en mi vida", es la historia de una reencarnación.


quiero escuchar a los pájaros, no a los putos niños.

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