lunes, septiembre 17, 2007

Comunión de sangre

Hombres que participan de algo intenso en común. Jugadores de póquer, o terroristas unidos por la poderosa causa (golpear el narcisismo de Occidente). Un pasaje estupendo es el de las páginas 114-119, en donde se describe el ambiente autoimpositivo de esos jugadores. Players, otra novela del mismo autor.

-- Según él, esa gente, los yihadistas, tiene algo en común con los extremistas de los sesenta y setenta. Según él, son parte del mismo esquema clásico. Tienen sus teóricos. Tienen su visión de la fraternidad mundial.
(p. 172).

Lianne y Elena, en el sótano de la lavadora y la secadora. Algún tiempo después del enfrentamiento. Por la música alta que Elena pone:

La cuestión estaba en si cruzarían alguna mirada antes de que la otra saliera de la habitación. Ésta era como una celda de monje con un par de gigantescas ruedas de oración batiendo sus letanías. La cuestión era si una mirada daría lugar a palabras y si las palabras darían lugar a qué.
(p. 177).

Virtuosismo verbal, imágenes poderosas, como en este fragmento o en el comienzo mismo de la novela. La palabra justa. Diálogos secos, directos, con momentos imprevisibles. Violencia contenida (v. g. Lianne). Paranoia progresiva. "No es un juego de niños".

Escalofriantes los pasajes que presentan a uno de los terroristas, Hammad, preparándose para el martirio. Hermandad de sangre. Amar la muerte, "ésta es nuestra fuerza" (p. 208).

Don DeLillo ha escrito la mejor novela sobre el 11-S, y una de las mejores novelas de este siglo XXI.

El libro se llama El hombre del salto (Falling Man), lo ha publicado Seix Barral, ahora en septiembre de 2007, lo estamos leyendo, lo estamos disfrutando, aunque la traducción podría mejorarse un poco.

El nombre exacto de las cosas :: Una conversación entre Antonio Muñoz Molina y Don DeLillo

Etiquetas: